La cartelera de eventos ocupa hoy locales de la capital y diversos puntos veraniegos, reparte sus provisiones musicales, teatrales, plásticas y festivas, e insufla ánimos a esta noche provinciana.
Los teléfonos de la discordia
Hace poco más de un año dábamos cuenta de la medida que había tomado Bob Dylan al precintar los smartphones de quienes asisten a sus actuaciones, a través de un sistema que volverá a ser empleado en la próxima gira europea del cantante. Damon Albarn no comparte esa idea.
Cultura29 de julio de 2024J.C. MaraddónJ.C. Maraddón
En los días que corren, casi parece inimaginable que se pueda realizar un evento artístico de gran magnitud, sin que tengan una presencia avasallante los teléfonos celulares, en manos del público que utiliza esos aparatos para registrar el espectáculo en fotografías o videos. Desde que esas prestaciones fueron incorporadas por los smartphones, se volvió natural que en un principio los más jóvenes y luego gente de todas las edades, capturen imágenes de ese show de manera permanente, como una especie de testimonio que permite certificar que se estuvo allí y que se disfrutó del concierto tal como lo refrenda esa prueba irrebatible.
Esa moda que se inició con la llegada del nuevo milenio, se tornó difícil de entender para los adultos que, nacidos y criados en un mundo analógico, se avenían a vivir esas experiencias con todos sus sentidos alertas, sin que ningún artefacto se interpusiera como mediador. Ver con el ojo desnudo a los artistas en escena era lo más gratificante que pudiera pasar y, a lo sumo, cabía echar mano a un par de binoculares en caso de la ubicación del espectador se encontrase demasiado distante con respecto al proscenio. El arribo de las cámaras de fotos digitales fue sólo un anticipo de lo que sobrevendría.
Si las acciones cotidianas de la mayoría de los individuos en la actualidad están unidas de modo indisoluble al uso del teléfono móvil, no tendría por qué llamar la atención que ese mismo hábito se traslade al comportamiento de una multitud que asiste a un festival o a una actuación determinada. Así como se sacan fotos o se filman juntadas familiares o de amigos, travesuras de niños, jornadas de viaje, monadas de mascotas, clases magistrales y prácticas deportivas, también la presentación de un grupo o solista es motivo suficiente para que surja la necesidad de documentarla.
Se trata de una vivencia distinta a la que era usual en el siglo veinte, así como fue diferente el modo en que empezaron a conducirse en su momento los fanáticos del rocanrol, que se manifestaban de un modo interactivo novedoso con respecto a lo que señalaba la tradición. Más adelante, el punk impuso otras innovaciones, como bailar pogo o escupir, en señal de aprobación. Cuando estas costumbres se extendieron a otros géneros, hubo intérpretes que se negaron a tolerar esos actos en sus shows e hicieron explícito el pedido de que nadie se sumara a tales arrebatos.
Algo parecido está sucediendo ahora con el uso de los teléfonos inteligentes en los conciertos, que empieza a ser desbaratado por algunas figuras musicales, en tanto otras lo defienden sin miramientos. Hace poco más de un año dábamos cuenta de la medida que había tomado Bob Dylan, al precintar los smartphones de quienes asisten a sus actuaciones, a través de un sistema que volverá a ser empleado en la próxima gira europea del cantante. Famosos como Jack White o Alicia Keys muestran idéntica resistencia a esa manía que se pone en evidencia cuando un estadio queda a oscuras para que resalte el brillo de las pantallas.
Pero desde el otro rincón argumental ha ofrecido su opinión Damon Albarn, líder de Blur y de Gorillaz, quien declaró ante los micrófonos de la BBC: “Si empezás a prohibir cosas, ¿dónde termina todo? Creo que simplemente tenés que salir y hacer lo tuyo”. Quizás esos condicionamientos terminen sesgando qué tipo de personas responderán a la convocatoria: no suena creíble que un adolescente acepte que le inhabiliten el teléfono antes de un espectáculo y le quiten la chance de apreciarlo a su manera y de subirlo en tiempo real a las redes sociales.
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