Washington está cerca del fitito
El dólar sube con fuerza en la previa de las elecciones y se convierte en la principal amenaza para la idea de una jugada épica que mantenga en competecia al gobierno.
Por Javier Boher
rjboher@gmail.com
Todos hemos visto alguna vez una escena en la que hay alguien preocupado por el paso del tiempo, sentado en una sala de espera de un hospital o en un lugar similar, ansioso mirando el reloj de pared, con la corbata floja y el cuello de la camisa todo abierto. Quizás todos hemos estado en una situación parecida, esperando que se haga la hora para lo que sea que estábamos esperando.
El que debe estar así es Sergio Massa, deseoso de que desaparezcan los nueve días que quedan hasta las PASO. El dólar maíz se trasladó a precios casi de manera inmediata, el freno a las importaciones y el impuesto extra de la semana pasada también están haciendo su parte para alimentar la inflación, las restricciones a las operaciones financieras pusieron más presión sobre el dólar, que empezó a subir y -como cada vez que ocurre- fue seguido por los ojos de los argentinos que no saben qué esperar en el futuro inmediato.
Con la divisa norteamericana en el mercado paralelo superando los $570 ($577 de máximo en la city porteña), muchos ya se empiezan a preguntar cuándo será el momento en el que finalmente alcance los $600, un umbral seguido con una extraña fascinación morbosa, ya que sería un problema para el gobierno y una nueva marca de pobreza para el resto.
El 22 de marzo de este año el dólar llegaba a rozar los $400, que motivó que la ilustración de la nota alusiva fuese George Washington como un cowboy, a punto de cazar un yaguareté, el próximo objetivo. En el cuerpo de la misma, la referencia era inevitable: ¿cuánto faltaría para ilustrar una nota con el primer presidente norteamericano y un fiat 600? Al final fueron menos de cinco meses.
Un repaso rápido por el aumento del dólar:
“El dólar nunca valió $50: tras el triunfo del kirchnerismo en las PASO de 2019 pasó de $46,55 a $57,30. El doble de ese valor no tocado de $50 llegó antes del año. El 17 de abril 2020, día de mi cumpleaños número 34, el gobierno me regaló un dólar blue que llegó a $100 redondos. Se tomó más tiempo para duplicar su valor y llegar a $200, el 4 de noviembre de 2021.
“Para los $300 no se duplicó, pero al ser un número redondo, que se puede comparar con los 300 espartanos de Leónidas, todos lo recordamos: 19 de julio de 2022. Hoy, 22 de marzo de 2023, nos preguntamos si llegó el momento de que se venda a $400”.
Un poco más de un mes después, el 25 de abril, ya estaba a punto de cruzar los $500. Después de esa disparada, bajó y se calmaron las aguas, mayo y junio estuvo relativamente tranquilo, en julio cruzó los $500 sin tanto espamento y explotó en los últimos días. Ya en ese lejano marzo, proyectando por inflación, la nota era clara: “Si la inflación se estabilizara en un piso de 6% mensual (un escenario probable) el dólar estaría arriba de los $500 para el momento de las PASO”. Solamente en junio la inflación fue del 6%; estuvo arriba el resto de los meses.
En agosto de 2022 el dólar blue arrancó en $280 y terminó en $290, con un pico de $298 el día 3 del mes, cuando asumió Massa al frente del Ministerio de Economía. Según la inflación medida hasta el primero de julio de este año, esos $290 serían $582. Falta toda la inflación de julio -que vamos a conocer después de las PASO- y la de las dos primeras semanas de agosto, que parece serán dos semanas cargadas de aumentos, con las tarifas estrujando los bolsillos de los ciudadanos y afectando el humor antes de las elecciones.
Massa debe andar caminando ansioso, poniendo cara de que todo está bien, tratando de convencer a todos de que él puede resolver la situación que no consigue manejar tras un año de gestión. Si el umbral de supervivencia que se ha establecido es el 13 de agosto -para el que parece faltar una eternidad- el 22 de octubre definitivamente está fuera de rango. Si se piensa que entre la semana previa a las PASO de 2019 y la semana previa a las generales del mismo año el dólar llegó a pegar un salto de más de casi 60% (de $47 a $75), el miedo de que pase algo similar a eso debe ser un escenario que los atormenta permanentemente en las charlas sobre qué suerte electoral va a correr Unión por la Patria.
Las diferencias respecto a 2019 son varias. Hoy el presidente prácticamente no existe, mientras que en aquel entonces Macri encaró una campaña para recuperar un buen caudal de votos perdido, que dejó una oposición más o menos cohesionada, que logró una cantidad significativa de legisladores. La histeria de la derrota en las PASO no se diluyó por esto, pero cambió la forma en la que el Gobierno de entonces encaró lo que le quedaba de gestión hasta diciembre, con otro talante.
Nadie sabe qué va a pasar con Unión por la Patria si es derrotado con fuerza. Nadie cree que Massa sea capaz de un gesto de grandeza para arreglar una transición ordenada, cambiando ajustes impopulares por un trato favorable a su figura en el futuro. Tampoco es fácil imaginarlo sosteniendo todo el colapso del gobierno desde el ministerio y la candidatura simultánea, de allí las dudas sobre qué podría llegar a hacer. Seguramente la intranquilidad del dólar se traduzca en un malestar político preelectoral que erosione un poco más la figura de Massa en esas fatídicas 72 horas previas a la elección que definen el resultado.
El partido de gobierno llegó a este punto como la selección de Maradona, esperando que el suplente haga el gol que la clasifique al mundial casi por suerte, como Palermo contra Perú. Igual que entonces, la estrategia responde a las ideas de una figura que sigue viendo el mundo con los ojos de su época de gloria. Acá el resultado todavía está por verse.
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