Federico Jelic
Un panorama espeso con aire contaminado se respira en lo deportivo en Talleres; sin embargo, en lo institucional, hay un incidente tan inoportuno como singular, porque el presidente Andrés Fassi, en su hora más oscura, apunta a permanecer por lo menos cinco años más en el poder de barrio Jardín con chances de renovar por cinco más.
Sí, luego de que el equipo perdiera el clásico contra Instituto el sábado 1-2, con la renuncia del DT interino Pablo “Cholo” Guiñazú, con un vestuario herido y la gente más susceptible que nunca, Fassi, avanza a pasos firmes con una nueva modernización del estatuto. ¿A qué apunta este cinco por cinco? La cuestión es que mientras su gestión transita por el momento más incómodo desde su arribo en 2014, con Talleres en zona de descenso, tendrá que apelar a sus mejores tretas políticas si quiere garantizarse un espacio donde antes era incuestionable y que ahora ya está en tela de juicios de muchos socios.
El plan 'Z' del Zorro
Un semestre impensado vive el club de barrio Jardín, luego de que en diciembre pasado estuviera a un partido de coronarse campeón. Impropio de este mandato. La gente ya perdió la paciencia y la obtención de la Supercopa Internacional ya no sirve para amortiguar los golpes en la cancha y en la tribuna. ¿Qué ocurrió de un mes a otro, con este ominoso presente? Vestuario dividido, jugadores con pretensiones elevadas y egos desmesurados llevaron al equipo a este pronóstico negro.
Mientras tanto, Fassi avanza con seguir en el despacho principal de Talleres. Es por eso que la semana pasada reunió a varios de los 100 asambleístas en el predio (por primera vez con custodia policial) con el objeto de brindar explicaciones, principalmente deportivas. No obstante, de fondo planteó su deseo: lograr la aprobación para reformar el estatuto y lograr ser presidente un mandato más. O dos.
¿Cómo sería el tema? Fassi ya no puede reglamentaria ser reelegido primer mandatario ya que el estatuto prevé dos períodos. De hecho a este mismo estatuto fue él quien lo hizo cambiar, en 2016, en aquella polémica asamblea en el Orfeo Superdomo donde incluso amenazó con renunciar si no le habilitaban la posibilidad de disponer del predio en una futura venta.
Cumplido ese tiempo estipulado, no podría ser reelegible. Pasaron 10 años. Y por eso ahora busca avanzar con el “Talleres de los próximos 10 o 15 años”, como anunció ante los socios, para darle rienda suelta al proyecto del estadio propio y otros alcances deportivos e institucionales.
Habló con socios caracterizados, próximamente hará lo propio con filiales y después con sus cercanos. La cuestión es que el gabinete albiazul consta de 100 asambleístas que son de su propio color político, en virtud de que desde 2014, nunca más se presentó una lista opositora en los comicios.
Dejó en claro a su vez la necesidad de ampliar ese parlamento de 100 a 160 asambleístas y de darle un 15 por ciento al cupo femenino. Y de armar la escuela de dirigentes, con jóvenes de 18 a 25 años. Todo muy lindo.
El dilema es que nunca encontró Fassi un presente tan oscuro desde que asumió como presidente de Talleres. La modernización del estatuto le permitirá seguir por cinco años más (un año más de lo que indica el reglamento actual) y con la chance de ser reelecto por un lustro más.
Ya no le sirve de amparo la Copa Libertadores, donde con tres partidos ya parece haber quedado afuera de toda discusión. La eliminación por Copa Argentina ante Deportivo Armenio más el bochornoso presente deportivo, en zona de descenso con un torneo de 30 equipos lo deja expuesto.
Incluso hay varios socios de gestiones anteriores, del Fondo de Inversión principalmente, que fueron dejados de lado y que ahora no le dan su consentimiento estilo cheque en blanco como antes. Muchos apoyaron con tal de participar y una vez que la dirigencia comenzó a cerrar su círculo a un grupo minúsculo, se sintieron ninguneados. Entonces ese gran respaldo no lo tendrá con la misma intensidad, pero en principio no sería gran obstáculo.
Hoy no hay una oposición firme en Talleres. Daniel Quinteros es un socio que advierte su participación aunque aún no logró conformar lista, como ocurrió en 2017 cuando aspiró a ser competencia en las urnas. Fassi entonces goza de una impunidad que le permitirá sin dramas aprobar el nuevo estatuto y seguiría en Talleres al menos hasta 2030, con posibilidades de continuar. El parlamento de 100 asambleístas podrá retrucarle algo deportivo, pero al igual que en AFA, es difícil pensar que alguno de ellos no levante la mano en la Asamblea extraordinaria. Es la realidad.
Hay socios que reclaman la necesidad de un club “más abierto”. La cuestión es que más allá de la inminente modernización del estatuto, Fassi no luce con la tranquilidad de antes y su imagen cayó entre los socios. Y él es consciente de que hay puntos que debe mejorar si quiere seguir gozando de la aprobación general que antes presumía con orgullo. Se viene hoy una conferencia explicativa, en lo institucional y en lo deportivo. Ambos carriles hoy lucen empantanados, pero claro está que con este sistema de dirigencia con asambleístas, será presidente hasta que él diga basta. No obstante, si vuelve a subestimar lo deportivo, seguirá con dolores de cabeza.