Es hora de romper el silecio
Quienes formamos parte de la propuesta radical, no logramos encolumnar a todo el radicalismo, mereciendo en este extremo una revisión autocrítica en el exceso de personalización de la propuesta.
Previo a toda consideración, vaya un agradecimiento inmenso a todos los correligionarios que trabajaron por la UCR para la elección del pasado domingo, y para todos los ciudadanos cordobeses que acompañaron la propuesta.
Una mayoría del 42% del electorado argentino eligió otorgar un voto de confianza al presidente Milei, evitando con ello volver al pasado kirchnerista u otras opciones sindicadas como responsables de la situación argentina.
Lo hizo a pesar de la incertidumbre económica, la dura situación social por la que atraviesan vastos sectores de la sociedad, los escándalos de corrupción que, desde “Libra” hasta el financiamiento de la política con fondos del narcotráfico se hicieron evidentes.
Todo esto, sumado a la baja participación electoral, pone a las claras una profunda crisis de representación que merece un debate urgente.
En Córdoba se polarizó una elección sin que, en la realidad, esas fuerzas elegidas hayan mostrado ideas alternativas, más bien, por el comportamiento político manifiesto en el pasado reciente y por la propuesta ejecutada, son fuerzas políticas complementarias.
En ese marco, la propuesta de la UCR, en un todo de acuerdo con su clásico ideario, no logró concitar la atención del gran electorado.
La propuesta de la UCR fue el producto de una lucha que volveríamos a dar. Estaban quienes entendían, y entienden, que el radicalismo es un partido político que puede ser complementario con el gobierno nacional, y quienes creíamos y seguimos creyendo, que esta centenaria fuerza política no tiene puntos de contacto con la ultraderecha gobernante. Esa fue y es la frontera que nos separa.
Si el Congreso de la Nación no hubiera aprobado la suspensión de la Ley de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), hubiésemos dirimido en esa instancia, a través de la participación directa de afiliados y simpatizantes, dónde tenía que estar la UCR. Ante esa imposibilidad, los Partidos Políticos respetuosos del principio democrático, debían
organizar sus propias elecciones internas, lo que fue reforzado por una disposición de la máxima autoridad electoral de la Nación, la Cámara Nacional Electoral.
El reclamo de esas elecciones comenzó a hacerse en el seno del Partido desde el mes de abril, recibiendo evasivas, dilaciones y negativas que nos llevaron a solicitar a la Justicia su intervención a fin de que se cumpla con la ley. Luego de un largo derrotero judicial, el Tribunal, que desde un principio advirtió sobre la necesidad de elecciones, fijó una fecha
para su realización. Siendo esta resolución apelada, la Cámara Nacional Electoral confirmó lo actuado por el Juez Electoral de Córdoba. Finalmente, habiéndose presentado dos listas, la que encabezaba el Dr. De Loredo, decidió bajarse, quedando una sola lista oficializada para representar al Partido en la pasada elección.
Quienes hoy acusan al Juez Federal con competencia Electoral de prevaricato, debieran sostener sus acusaciones públicas en el ámbito institucional que corresponde, ampliando también esa acusación a los miembros de la Cámara Nacional Electoral. No lo hacen,porque conocen que fue su propia actuación la que los dejó al borde de la imputación
judicial.
Quienes hoy utilizan el simplismo de la sustitución contra fáctica de candidatos, también faltan a la verdad, pues el Dr. De Loredo nunca tuvo intención alguna de representar a la UCR y su Lista 3, pues demostrado quedó que su intención era llevar al Partido a una alianza con La Libertad Avanza, procurándose su representación en la lista. Devaluado y sin
el Partido, no aceptó, una semana después, el lugar ofrecido, manifestándose públicamente al respecto.
Quienes formamos parte de la propuesta radical, no logramos encolumnar a todo el radicalismo, mereciendo en este extremo una revisión autocrítica en el exceso de personalización de la propuesta. Algunos entendíamos que, solo apelando a las ideas y la simbología, lograríamos tal fin, otros entendieron que el mensaje debía ser otro y así se hizo.
Lo cierto es que, quienes hoy se rasgan las vestiduras por el magro resultado, no movieron un dedo para que eso no sucediera, festejando más que lamentando el resultado obtenido.
Hubo otros que, aprovechando el paraguas que sorpresivamente ofreció “Provincias Unidas”, una innecesaria alianza electoral que ni preguntó al los radicales de Córdoba e intervino intempestivamente, inclinaron sus esfuerzos de genuflexión, hacia el gobierno de Córdoba.
La situación actual no ha variado. Hay quienes creen que el radicalismo puede sumarse al gobierno nacional. Hay quienes creen que el radicalismo puede sumarse al “cordobesismo”, hay quienes exacerban el personalismo, y estamos quienes entendemos que los valores, ideas y principios del radicalismo no son negociables.
Podemos haber cometido muchos errores en la campaña electoral, pero nadie podrá decir que hubo alguna palabra que estuvo en contra de nuestro ideario. Sabíamos sin hesitarnos del resultado probable, pero la misión era salvar al Partido de la barbarie política de los que querían llevarnos con Milei, y lo logramos.
Defendimos a los jubilados, la Educación Pública, la Salud Pública, la Ciencia y la Tecnología y a las personas con discapacidad, nada de lo que debamos arrepentirnos.
Hoy, en vez de tirar las piedras del revanchismo, y una vez tomada la decisión de su destino, debieran crear las condiciones para el aggiornamento de los principios, abrir un debate interno para modernizar al Partido y a través de la revalorización de sus fines y objetivos, poner proa hacia el futuro. Solo a través de estas coincidencias, dejando de lado
los intereses sectarios y personales, la UCR se pondrá de pie.
Si así no sucede, seguiremos auto devorándonos en un juego de suma cero.
Vista la realidad cuasi trágica de la sociedad, la economía y la política argentinas, existe una necesidad latente de la tarea reparadora del radicalismo, que apela al diálogo y al consenso en vez del agravio, la violencia política y la grieta; pero la primera demostración es para adentro.
Nosotros estamos comprometidos en llevar a cabo esa misión y así lo haremos.
Identidad y Conducta Radical
Por Martín Lucas, Excandidato a diputado nacional UCR
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