Provincial Por: Javier Boher 24 de abril de 2024

Sentinel Norte

El escrache a De Loredo en la marcha me hizo recordar la historia de esa isla del Índico

Por Javier Boher
rjboher@gmail.com

Hace un par de años descubrí la historia de Sentinel Norte, una isla ubicada en el océano Índico. Desconocida para muchos, se la considera una especie de santuario para proteger una cultura que ha permanecido aislada del mundo durante siglos.

Los habitantes de la isla viven en lo que antes de la corrección política se podía denominar primitivismo. Cazadores y recolectores, nadie sabe cómo es realmente la vida en el lugar, ya que cada vez que alguien se acerca a la costa ellos atacan con gran violencia. No quieren que se perturbe su modo de vida y consideran que todo lo que se acerca desde afuera de su micro mundo es una agresión, un acercamiento hostil.

Pese a esa fama, cada tanto algún misionero intenta llevar la palabra de su dios y no duda de filmarse en el viaje. Siempre pasa lo mismo: son repelidos por los locales, que no quieren a nadie que no sea de ellos. No importan las buenas intenciones de los misioneros, la historia se repite sistemáticamente. Incluso se habla de canibalismo, de que los nativos se terminan comiendo a alguno que todavía cree en la nobleza de espíritu de los que allí residen.

Ayer fue la marcha en defensa de la universidad pública, una causa noble que representa el último espacio de resistencia para una clase media empobrecida económicamente y abandonada por el Estado en todas las demás facetas de la vida, sea salud, trabajo o seguridad. El acceso a la educación superior es la última luz de esperanza para el progreso social que ven muchas familias.

Por eso debe ser que varios políticos de distintos espacios partidarios se acercaron a defender la educación pública. Con distintos argumentos o consignas, el planteo fue que el presidente pretende quebrar a las universidades y cortar las posibilidades de movilidad social de los sectores menos favorecidos. Quizás eso sea cierto, pero la marcha va más allá de eso. El planteo es efectivamente partidario, con un objetivo netamente político y dirigido exclusivamente a construir algún tipo de oposición al gobierno. Así pasó con la marcha por el Día de la Mujer, por el Día de la Memoria y probablemente pasará con el 25 de Mayo. Cada movilización es un intento de construir una nueva oposición.

Por momentos las consignas genéricas pegan bien. La gente coincide y las comparte, pegando el cartelito en su auto, tuiteando con el hashtag del momento o compartiendo una foto de su título o de su recibida. La cosa cambia cuando los nativos de Sentinel Norte ven en las proximidades de la isla de una marcha que consideran propia a algún misionero de buen corazón que creyó en la pureza de las consignas. Ahí sacan las lanzas, palos y piedras para recordarle que quieren defender su santuario de la invasión exterior.

Así le tocó vivirlo a Rodrigo De Loredo, el diputado cordobés que trata de hacer equilibrio entre el kirchnerismo y el milevismo buscando la ancha avenida del medio, aunque ésta parezca el cable de un equilibrista que si pierde pie se precipita al vacío. Se acercó a apoyar una causa noble y de manera genuina, pero fue rechazado por los nativos que creen que todo lo que está por fuera de su cosmovisión es invariablemente "facho", como lo calificaban muchos de los que comentaban en redes los videos del repudio.

Seguramente no fue el único al que le pasó eso, solamente por tener una pertenencia partidaria diferente a la de los que convocaron a la marcha y monopolizaron el discurso. Hubo otros que, con más responsabilidad en el mal estado de las cosas en la educación pública, pudieron caminar entre vítores solamente por ser de la misma extracción.

No importan las buenas intenciones ni la concepción ingenuamente positiva sobre la bondad humana, el forastero que se acerca a Sentinel Norte termina invariablemente expulsado. Lo mismo pasa con las marchas a las que convoca el kirchnerismo.