Nacional Por: Javier Boher23 de diciembre de 2024

Pobres los que no ven los datos

La polémica por las estimaciones de reducción de la pobreza es una muestra de la desorientación del kirchnerismo

Por Javier Boher 

rjboher@gmail.com



El cierre de la semana pasada se dio con algo de polémica (porque en este país nadie descansa ni ante la inminencia de las fiestas). Un informe del Ministerio de Capital Humano y algunas estimaciones de referentes del tema concluyeron que la pobreza bajó fuerte en el tercer trimestre y que si se mantuviera la tendencia podría llegar a cerrar 2024 por debajo de 2023, a pesar del fuerte ajuste de Milei.

Rápidamente salieron algunos a decir que eso es imposible y que hubo manipulación de los datos, aunque los datos son bastante claros. Los primeros meses del año fueron los más duros: los alimentos duplicaron su precio entre diciembre de 2023 a mayo de 2024, con las subas más pronunciadas entre diciembre y febrero, con un 75%. 

De junio a noviembre la inflación en alimentos fue solo de 14,6%, muy estable para los estándares argentinos, pero además por debajo de la inflación en otros rubros (que también marca tendencia a la baja). De junio a octubre (último dato disponible) el índice de salarios marcó una recuperación de 32,15%, por lo que los salarios en este último tramo del año se han ido recuperando muy por encima de la inflación en alimentos. Si se tiene en cuenta esa primera mitad de año el balance no es tan positivo, pero el fuerte aumento de la pobreza medido para los dos primeros trimestres de este año lo dejó bien en claro.

Si la pobreza se mide en ingresos y los ingresos superaron la suba de precios de los alimentos, lo lógico es que baje la pobreza. ¿Esto significa que la gente consume igual que el año pasado o el anterior? De ninguna manera, pero la relativa estabilidad en el precio de los alimentos simplifica el reordenamiento de los gastos para poder cubrir mejor las necesidades de alimentación en una casa.

Hay una forma poco científica para medir este cambio y es la recuperación de la imagen positiva del presidente a partir de octubre, después de haber tenido un bajón a la salida del piso de la caída en la actividad económica. Si la gente no percibe cierto grado de bienestar (que es subjetivo, pero mayormente asociado a la posibilidad de previsión y consumo) es muy difícil que la imagen de un gobernante se recupere. Le tocó a Macri a partir de 2018, a Alberto entre 2021 y 2022 y a Massa en el tramo 2023 de su presidencia interina. 

El kirchnerismo se detuvo a llorar por los números que algunos estimaron para el tercer trimestre, unos 15 puntos por debajo de la peor medición que hubo en el año. Cometen el error de dejarse llevar por su situación particular y sus deseos de ver fracasar al gobierno antes que por lo que marcan los números, refrendados por distintos profesionales con distintas filiaciones ideológicas. 

Su dolor sólo se puede entender si se tiene en cuenta el marco más grande en el que se inscriben sus reflexiones, en el convencimiento de que la intervención estatal siempre es buena y que estaba funcionando bien. La progresiva liberalización de la economía y el desmantelamiento de buena parte del aparato estatal son también motivo de mejora de las condiciones de vida de la gente, por cuanto la reducción del déficit se convierte en menos emisión y esto en menos inflación. Seguramente habrá también otras cuestiones menos santas para esa estabilidad macroeconómica, pero esa es la base de la reducción de la pobreza, que aunque sigue en niveles altos va en una tendencia diferente a la que iba hace un año.

Argentina tiene un piso de 30% de pobres desde hace tres décadas. Nadie, con ningún manual, ha logrado reducirla y devolverla a los niveles de mediados de siglo XX. El cambio de paradigma que inauguró Milei es el de ordenar los números del Estado para que no gaste más de lo que recauda, condición necesaria para sostener cualquier modelo político y económico y evitar las crisis recurrentes que arrastran a nuevas generaciones de argentinos a la pobreza.

Hoy hay menos pobres que hace seis meses, ese es el dato. Quizás son los mismos que hace un año, pero con otra perspectiva a futuro. Si en el peronismo no entienden que este proceso es real y no una mentira con los datos les va a resultar muy difícil encontrar argumentos para ganar la próxima elección.

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