Nacional Por: Javier Boher23 de enero de 2025

Temerle a Milei

Muchos argentinos creen ver una deriva autoritaria en los modos del presidente, que por ahora son solo distracciones

Por Javier Boher 
rjboher@gmail.com
Es muy curioso cómo funcionan los aglomerados de personas que cristalizan en partidos o en gobiernos, fenómeno que vemos y documentamos, pero que no podemos explicar plenamente. Digamos que hay teorías que más o menos generalizan experiencias y nos dan una pata sobre cómo funcionan las sociedades, aunque cada caso luego es diferente.
El gobierno libertario es, según mucha gente, un riesgo para la democracia. Quizás sea así, aunque muchos no veamos lo mismo y nos parezca que hay una exageración alrededor de todo esto. Supongamos por un momento que esto fuese cierto y que Milei desea convertirse en un autócrata: ¿cuáles serían las señales que nos darían un indicio?
Algunos creen que los modos, la forma de dirigirse a todos los que no piensan como él, sería una pista de sus deseos profundos de dictador. No hay mucha distancia respecto a los modos con los que el kirchnerismo gobernó el país durante casi dos décadas. Los jóvenes libertarios se criaron viendo esos niveles de violencia verbal como normales, esto de ahora no les parece tan extremo. Nunca hay que olvidarse de que no solamente la cabeza de un gobierno transmite y defiende posturas, sino también los simpatizantes con los que interactuamos cada día.
Fuera de esa manera agresiva de dirigirse a los otros no hay mucho para agregar, quizás el intento de aumentar el gasto en espionaje. Fortalecer las fuerzas de seguridad queda fuera de esto, al menos hasta que se vea que proceden mal contra gente que piensa distinto. La función represiva del Estado es fundamental para que las cosas funcionen, siempre dentro de límites legales que garanticen los derechos y libertades de los ciudadanos. Ahí llegamos al centro de la cuestión.
Hasta el momento no se puede hablar de que el gobierno haya sacado libertades o derechos. Quizás se eliminó alguna decisión administrativa que le produce algún perjuicio a alguien, pero incluso a pesar de esa lucha ideológica que mueve a algunos libertarios se mantiene el aborto legal, el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género o el DNI no binario. 
Algunos ven que la violencia física autoritaria sería el devenir lógico de un gobierno que está dejando contratos de empleados públicos sin renovación, como si los empleados públicos fuesen seres incompletos que no pueden valerse por sí mismos para conseguir un trabajo. Si efectivamente se trata de un recurso humano valioso no deberían tener problemas para reinsertarse. Nadie que decida echar a un empleado (gobernante que administra el Estado o empresario que cuida su negocio) tiene que ser necesariamente un violento por tratar de ordenar las cuentas de eso que debe administrar.
El triunfo de Milei representa un problema para mucha gente, pero particularmente para la minoría que cree que las instituciones importan, que el respeto por el otro es fundamental y que no existen soluciones rápidas o mágicas, sino el trabajo arduo y sostenido para poder alcanzar los objetivos. El ballotage entre Massa y Milei era la “interna” de esa mayoría ruidosa, avasallante e infantil que cree que nos va mal porque algún malo tiene la culpa, lo que lo hace merecedor del maltrato al que lo pueda someter el poder. Esa ha sido la historia de este país, al menos desde que empecé a leer los diarios. Hay una minoría que quedó fuera del ballotage y que tuvo que elegir entre dos opciones que no quería inicialmente, pero que no le daban lo mismo los dos candidatos. Asimismo, el eventual apoyo a quien ganó la elección tampoco se puede considerar un apoyo férreo y permanente.
Pero, como las cuestiones sociales funcionan solas, independientemente de nuestra voluntad, ese conjunto de gente que quería un cambio cristalizó en un gobierno que sigue tratando de defender esa bandera para que más personas se sumen a la causa. Así funcionan los populismos, la forma de construcción y ejercicio del poder que metió dos candidatos al ballotage y se aseguró el triunfo. 
Personalmente creo que el kirchnerismo fue muy malo para el funcionamiento de la democracia en Argentina, pero al menos la defendía como un valor retórico. Los libertarios no. Para muchos de ellos la democracia es un obstáculo, salvo que se trate de un sistema demagógico y plebiscitario como el que llevó a la ruina a Venezuela. Pese a ello, recién llevan un año en el poder y es demasiado pronto como para saber cuál será el resultado de su forma de hacer política y entender la disidencia (muy parecida a la del kirchnerismo, donde todos los no oficialistas eran exactamente iguales a los ojos del militante convencido).
A esa mayoría populista que ganó la elección presidencial no le importan las instituciones, a las que en el mejor de los casos ve como un conjunto de recomendaciones y reglas de etiqueta. Pero, aunque a esos no les gusten las instituciones, las instituciones están ahí. No importa que no les importen; lo que importa es que funcionen.
Así, si Milei, el Gordo Dan, Santiago Caputo, Karina o quien sea, quiere avanzar sobre los derechos de los ciudadanos, las instituciones deben funcionar como un mecanismo de resguardo y preservación. Para eso se las creó y se las puso por escrito en un papel. A ese funcionamiento institucional lo hacen todos los ciudadanos, no el poder ejecutivo nacional, el que siempre está más limitado en sus funciones y potenciales tentaciones autoritarias.
Nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad en la que la disidencia se castiga, en donde no está bien opinar distinto, pero justamente eso no es democrático. Puede haber discursos y debates que nos generen repulsión. Puede preocuparnos o asustarnos que el presidente tuitee que va a perseguir zurdos por el mundo. Lo que no puede pasar es que la ciudadanía baje los brazos y abandone su estado de vigilancia y alerta para mantener andando las instituciones. Hasta tanto eso no pase, todo seguirá siendo fulbito para la tribuna.

Te puede interesar

El Gobierno derogó topes para las tarifas de ART después de un año récord

En el 2024 se iniciaron un total de 125.842 nuevos juicios laborales, únicamente por riesgos del trabajo. La cifra está 6,8% arriba del 2023. Córdoba, cuarta en el ranking.

El surgimiento de las Organizaciones guerrilleras en Chile

El MIR y el inicio de la acción guerrillera. Parte 3/3

Nadie quiere sacar las retenciones

Los gobernadores de la Región Centro se expresaron contra el tributo, que se sostiene con excusas inverosímiles

Construcción: pésimo 2024; qué se espera para este año

En los primeros 12 meses de Javier Milei el sector tuvo una caída interanual acumulada del 28,5%. Los despachos por habitante fueron los más bajos desde 2005, inferiores incluso que los del 2020

El presidente y las criptomonedas

La detención de un empresario alguna vez vinculado a Javier Milei es un recuerdo de que -aunque simulen demencia- ciertas estafas existen

FMI. Georgieva volvió a elogiar al programa de Javier Milei

La reunión con el presidente Milei se extendió una hora y media. Un equipo técnico del organismo viajará la semana que viene a Buenos Aires