Nacional Daniel Alvarez Soza 30 de enero de 2025

1976: ¿El año de reconstrucción nacional o el inicio de la lucha contrarrevolucionaria?

Por Daniel Alvarez Soza
Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Doctor en Ciencia Política.

“Santucho, Carrizo y Urteaga por lo que les informaban, a 90 minutos de iniciada la lucha, crían que estaban a pasos de tomar el regimiento, cuando en realidad ya tenían 25 bajas, entre muertos y heridos por la metralla, que no eran recogidos por el combate que se libraba, además de la desorganización imperante, agravada por la oscuridad y la llegada de refuerzos militares y policiales”.

“El ejército apoyado por tanquetas, aviones y helicópteros, comenzó a barrer a los guerrilleros erpianos, que intentaban romper el cerco táctico”.

Más adelante Méndez agrega: “A las 23, la guardia, con luces de bengala y armas pesadas, comenzó a hacer retroceder a los atacantes, que habían perdido 50 guerrilleros y comenzaban a huir por los portones principales y los fondos”.

“A las 24, Santucho, Mattini y el resto de los dirigentes huyeron del bunker, temerosos de ser descubiertos, pero recién a la una de la mañana, cuando el desastre guerrillero era total, Carrizo dio la orden de retirada”.

Dado el fragor del combate y los posteriores intentos de los subversivos de abandonar el área por cualquier medio, sumado a que las fuerzas militares empeñadas en la captura de los mismos, continuaron las acciones armadas en el exterior de la unidad militar. Por lo que el autor nos dice: “En esas circunstancias también caían detenidos  habitantes del lugar, que a esa hora, como consecuencia de trabajar en la Capital, regresaban de sus trabajos ignorando lo que sucedía”.

“Los apoyo de la vanguardia, subían a los trenes y a punta de fusil los hacían aminorar la marcha, ya sea para que subieran sus compañeros, o para descender antes de llegar a las estaciones. Otros tomaban por asalto los micros, los sacaban de su ruta habitual, y hacían descender a los pasajeros para llevar a los heridos”

“El resto tenía enfrentamientos parciales en los puentes La Noria, Villa Dominico y Victorino de la Plaza, sobre el Riachuelo, que dominaban al comienzo de las acciones, pero fueron recuperados por las fuerzas de seguridad tras duros combates”.

 “A las 6 de la mañana del 24 de diciembre de 1975, la situación dentro del regimiento “Viejo Bueno” de Monte Chingolo dejaba ver un cuadro dantesco: decenas de cadáveres de jóvenes guerrilleros de ambos sexos, aprisionando sus armas estaban dispersos a lo largo y a lo ancho, aplastados por las orugas de las tanquetas, con las manos cortadas por los peritos forenses, que procedían a realizar las identificaciones, para entregar los cuerpos a reconocidas familias de políticos que querían evitar publicidad (9).

Dijo un Sargento: “De los que entraron, no salió ninguno vivo. ¿Cómo harán los ideólogos para convencer a estos muchachos que continúen una lucha que siempre termina mal? (1).

“Las bajas conocidas en las primeras horas posteriores al intento de copamiento, eran las siguientes en las fuerzas regulares: dos muertos de Ejército, dos policías y dos soldados; heridos: cinco oficiales y siete soldados, se agregaban quince policías”.

“En cuanto a las bajas experimentadas por los terroristas se calculaba que superaban más de cincuenta combatientes, pero se desconocía el número de heridos” (2).

“El ataque terrorista fue el empujón definitivo al débil gobierno de la viuda de Perón”.

 

Los planteamientos internos del ERP.

Fue un lugar común al interior de esta organización guerrillera en cuanto a que el operativo sobre Monte Chingolo había sido una catástrofe que marcó la derrota del PRT-ERP. Después de esta enorme pérdida de hombres y armas el ERP comenzará a observar un quiebre en su interior. Es así que Luis Mattini en su obra “Hombres y mujeres del ERP-PRT” nos dice: “La derrota de Monte Chingolo, marcó el inicio de la definitiva derrota del PRT-ERP porque tanto el lanzamiento de la operación, como fundamentalmente la incapacidad para analizar críticamente la misma, revelaba que la dirección del PRT había perdido la iniciativa a pesar de que continuara a la ofensiva” (3).

El fracaso de la conducción del ERP puso en duda la capacidad político militar de Santucho. Sin embargo éste para enfrentar las críticas lanzó una frase inspirada en Fidel Castro, que luego se hará famosa: “Fue una derrota militar y un triunfo político” (4).

 

El pronunciamiento de las Fuerzas Armadas (24 de marzo de 1976).

Durante la mañana del 24 de diciembre, la Presidente  Martínez de Perón presidió una reunión de gabinete en la que analizó la situación caótica que se vivía en el país; poco después del mediodía trascendió que la mandataria tenía a su firma el decreto de intervención de la provincia de Buenos Aires. Esto luego que el líder de las 62 organizaciones, Lorenzo Miguel, principal apoyo de la Presidente responsabilizara al gobernador Victorio Calabró de la insegura situación que reinaba, reclamando la intervención de la principal provincia argentina. Sin embargo y dado los buenos contactos que el gobernador mantenía con el mundo militar, es que el Comando General del Ejército emitía un comunicado en el que celebró la “forma abnegada, valiente y sumamente eficiente con que la Policía de la Provincia de Buenos Aires cooperó con el aniquilamiento del enemigo subversivo” y “la permanente y valiosa colaboración de la autoridades de la provincia” (5).

Con esto, el Gobernador evitaba la destitución ante la eventual intervención solicitada a la Presidente. A pesar de ello en los días sucesivos se insistió con el intento de intervenir la provincia de Buenos Aires, pero el Gobierno de Martínez de Perón nunca llegó a concretar esa intención por temor a irritar a los militares.

En la Nochebuena hubo un mensaje de rigor de la Presidente a los argentinos y un ultimátum del Comandante General del Ejército al gobierno constitucional.

“Videla pronunció su discurso vestido de fajina en los montes tucumanos, donde los militares combatían contra la guerrilla del ERP, diciendo:

“Soldados del Ejército Argentino: desde una bendita tierra tucumana, testigo imperecedero  de nuestra gesta emancipadora y perenne eco del grito de independencia, me dirijo a vosotros, en vísperas de la  conmemoración del nacimiento de nuestro Redentor, para hacernos llegar mi más fervoroso mensaje de felicidad y el íntimo anhelo de que la paz reine nuevamente en nuestro Ejército”.

“Mientras la Cristiandad festeja en Famaillá la llegada del Niño Dios, el Ejército Argentino en operaciones, aquí, en el corazón del monte tucumano, como en todo ámbito del país, lucha armas en mano para lograr esa felicidad y esa paz que mi mensaje clama”.

“Lucha nuestro Ejército, el Ejército de la Nación, contra delincuentes apátridas, que pretenden, mediante el vil asesinato, quebrar el Estado y ocupar el poder para cambiar el sistema de vida nacional tan caro a los  sentimientos profundamente cristianos  de nuestro pueblo”.

“Y lucha como ayer lo hizo en el Batallón de Arsenales 601, con fuerza, con fe, con el coraje propio de nuestra estirpe, con la seguridad de que ese mismo triunfo se extenderá a lo largo y ancho de la República, allí donde la delincuencia subversiva pretenda hacer pie”.

“Frente a esta situación, es imprescindible que el pueblo argentino y sus fuerzas armadas tomen conciencia de la gravedad de las horas que vive la Patria”.

“Tenga presente el Ejército y compréndalo la Nación: la delincuencia subversiva, si bien se nutre de una falsa ideología, actúa favorecida por el amparo que le brinda una pasividad cómplice”.

“Por ello, en estas singulares circunstancias, los integrantes de las Fuerzas Armadas celebramos también el nacimiento de Cristo; pero lo hacemos lejos de nuestros hogares, con el arma al brazo, los músculos tensos y la mirada atenta, en procura del objetivo que la Nación les impusiera”.

“Ante esta dura realidad que aceptamos con patriotismo y espíritu de servicio, miramos consternados a nuestro alrededor y observamos con pena, pero con la sana rabia del verdadero soldado, las incongruentes dificultades en las que se debate el país, sin avizorase solución”.

Frente a estas tinieblas, la hora del despertar del pueblo argentino ha llegado. La paz no sólo se ruega, la felicidad no sólo se espera, sino también se gana”.

“El Ejército Argentino, con el justo derecho que le concede la cuota de sangre generosamente derramada por sus generosos hijos héroes y mártires, reclama con angustia pero también con firmeza una inmediata toma de conciencia para definir posiciones. La inmoralidad y la corrupción deben ser adecuadamente sancionadas. La especulación política, económica e ideológica, deben dejar de ser medios utilizados por grupos de aventureros para lograr sus fines. El orden y la seguridad de los argentinos deben vencer el desorden y la inseguridad”.

“Así sólo así, la República toda recobrará su fe y el espíritu nacional que hasta no hace mucho la habían caracterizado”.

“Civilidad y Fuerzas Armadas debemos por fin unir los corazones y los brazos potentes, alzando nuestra súplica al Señor para que a través de su Hijo, pero también a través de nuestros esfuerzos mancomunados, logremos prontamente hacer realidad el sueño de una Nación pujante, apoyada en los principios cristianos de vedad, amor, justicia y libertad.”

“Así, no cegaremos hasta el triunfo final y absoluto, que será, a despecho de injustificadas impaciencias o intolerables resignaciones, el triunfo del país”.

“Integrantes del Ejército Argentino, militares y civiles: en esta celebración ruego a Dios Nuestro Señor para que por su gracia divina: Bendiga a los hombres del aire, mar y tierra, de las fuerzas de seguridad y policiales, quienes desde el extremo norte de la República hasta las mismas entrañas de los hielos antárticos custodian celosas la soberanía nacional”.

“Proteja a los argentinos de buena voluntad que luchan por la paz, la prosperidad y la felicidad de nuestro pueblo”.

“Permita gozar de la celestial contemplación de Dios a los héroes muertos de la Patria y colme de cristiana resignación a sus sufrientes familias”.

“Ilumine a aquellos que, modificando rumbos, deban adoptar las decisiones que solucionen los problemas del país; y no ruego por el castigo eterno de aquellos que han abandonado el recto camino, pero sí lo hago para que la ley de los hombres caiga con todo rigor sobre ellos” (6).

El gobierno de la Presidente y viuda de Juan Domingo Perón comenzaba su caída, cuestión que era percibida por la civilidad. Frente a este escenario, bien vale recordar la reflexión que hacía el Dr. Balbín que parafraseando al poeta Almafuerte decía: “Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de la muerte”, aún cuando el dirigente Radical confesaba que el clima de violencia y desgobierno no tenía solución.

Félix Luna sintetiza el momento con esta frase: “… ¡Que diferencia entre esa Argentina que había votado a Perón esperando que el anciano líder fuera una garantía de paz y orden, con esa Argentina de fines de 1975 marcada por el miedo y la inseguridad! La fiesta había terminado y alguien tenía que pagar las cuentas…Había una sensación de disgregación inminente. Y un ambiente tétrico que se percibía físicamente: cada ciudad argentina registraba estallidos de bombas, secuestros, atentados, tiroteos, raudos automóviles con tipos descaradamente armados que podían ser guerrilleros, custodios, mercenarios al servicio de cualquier organización o policías…”

Según el mismo autor: “En los círculos políticos y en los mentideros periodísticos, se aseguraba que la alocución de Videla contenía un mensaje secreto, un ultimátum; “aquellos que deben adoptar las decisiones que  solucionen los problemas del país” tenían exactamente noventa días de plazo. Vencido el plazo sin que se vieran perspectivas de mejoras, las Fuerzas Armadas tomarán el poder. Noventa días: el 24 de marzo de 1976” (7).

 

Bibliografía

 

1.- Diarios La Nación, La Prensa y La Razón. Diciembre de 1975.

2.-  VÁZQUEZ VIERA, Emilio. Ob. cit. Págs.324.

3.-MATTINI, Luis: “Hombres y mujeres del ERP-PRT”. Ob. cit. Pág. 331.

4.-Fidel Castro usó esta expresión en oportunidad del ataque al cuartel de Uvero un acantonamiento de Batista, el cual después de un duró combate fue tomado totalmente haciendo prisionera la tropa restante y capturado el armamento y equipos. Era el momento en que Batista había anunciado la derrota de la guerrilla. Sin embargo, Fidel consideró dicho combate como una derrota militar, porque había costado tres muertos y varios heridos a la guerrilla (entre ellos el Che). Fue a juicio de Fidel un triunfo político, pues puso a Batista en ridículo. Citado por MATTINI, Luis: “Hombres y mujeres del ERP-PRT”. Ob.cit. . Pág. 330.

5.-DEARRIBA, Alberto: “El Golpe. 24 de marzo de 1976”.Ob.cit. Pág. 163.  

6.-DEARRIBA, Alberto: “El Golpe. 24 de marzo de 1976”. Ob.cit. Págs. 163.-164-165 

7.- LUNA, Félix: “Golpes militares y salidas electorales”. Buenos Aires, Sudamericana, 1983, Págs. 155-156. Citado por VAZQUEZ VIERA, Emilio. Ob.cit. Pág. 326

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