Por Javier Boher
Cada vez que hay alguna crisis aparecen los amantes de la antigua Grecia a decir que para los helénicos una crisis era sinónimo de oportunidad. Según la forma en la que el gobierno está manejando el cripto-gate, parece que la única oportunidad es la que ha avizorado la oposición para hacerle daño a la imagen de Milei.
Desde que se conoció el escándalo el gobierno ha hecho pésimamente mal todas las cosas, no pudiendo resolver el problema y metiéndose en una trampa cada vez más intrincada. La falta de experiencia, el mal asesoramiento y la soberbia han sido los rasgos característicos de este papelón que no se sabe hasta dónde terminará escalando. Los incontables frentes de conflicto abiertos por el gobierno generaron las condiciones para que todos quieran un pedazo de ese león herido.
El enfrentamiento de Milei con el periodismo era posible gracias a la credibilidad de su imagen, la que le permitía un diálogo directo con la gente. Eso cambió desde el sábado y se sigue profundizando por el accionar de una corporación herida por el maltrato recibido de los trolls libertarios. Llegó el momento de cobrarse esas gentilezas escarbando hasta en el último cajón de internet para exponer al gobierno. La exposición de que hay periodistas sometidos al poder y haciendo propaganda solamente agrega más nafta al fuego de la venganza.
Los libertarios, algo atontados, no pueden desarmar el problema que significó ese video sin editar de la entrevista, a lo que se suman supuestos chats y afirmaciones de coimas para llegar al presidente. Heridos en su credibilidad, apuntan en todas direcciones tratando de demostrar que los otros son igual de malos y poco éticos que ellos.
Lo verdaderamente inentendible es la forma en la que el dogmatismo de los que mandan y el fanatismo de los que siguen los lleva a seguir atacando a todos, pero particularmente a los que más necesitan para salir de este entuerto.
El ex presidente Macri salió a opinar sobre el asunto dejando claro (para los que saben leer entre líneas) que va a vender bien caro su apoyo. Las de los guardianes de la revolución Karina y Santiago Caputo son las cabezas que tienen que rodar, del mismo modo que hasta el guillotinador Robespierre perdió la cabeza en la experiencia francesa. Si se pone tan alta la vara de la intransigencia lo que se pone en juego es la propia supervivencia.
Lo increíble es que los libertarios trataron de golpear a Macri por su visita al gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Sin ningún tipo de racionalidad, ahora cuando más necesitan el apoyo del Pro y del radicalismo siguen con su estrategia de decir que son todos unos degenerados fiscales y parte de la casta. Se aíslan de los que pueden salvarlos creyendo que por sí solos van a tener la capacidad de salir de un escándalo que todavía no logra ser opacado por ninguna otra cosa. La soberbia es mala consejera.
La comunicación de crisis es una rama específica de la comunicación política, una que en tiempos de internet parece hacerse cada vez más importante, porque las crisis políticas son cada vez más recurrentes. El gobierno no ha seguido ninguna de las reglas escritas para contener el escándalo, apelando a esfuerzos amateur de un entorno muy poco preparado para lidiar con los malos tiempos de la gestión. Siguen todos convencidos de que ellos pueden solos, sin ayuda de nadie. Mientras tanto, se profundiza la crisis del oficialismo y florecen las oportunidades para la oposición. Toda una tragedia griega.
