Nacional Por: Javier Boher10 de marzo de 2025

El Estado en las inundaciones

La situación en Bahía Blanca intensifica el debate sobre la planificación y ejecución de obras y políticas públicas

Por Javier Boher 
rjboher@gmail.com
Cada vez que la naturaleza castiga a alguna población con toda su fuerza las reflexiones son más o menos las mismas. Los ambientalistas dirán que es la consecuencia del maltrato al medioambiente, aunque todos sus argumentos sean en contra del campo, el capitalismo y los ricos, nunca contra tantos otros actores que hacen mal las cosas. El progresismo dirá que esto es porque faltó Estado para prevenir y falta Estado para ayudar y remediar. Maldito neoliberalismo. Los libertarios dirán que esto es porque se el Estado puso muchas trabas, se robaron la plata y corrieron a los privados que podían hacer el negocio. Malditos zurdos empobrecedores.
La situación en Bahía Blanca y otras localidades es desesperante. Hay muertos, desaparecidos, enormes pérdidas materiales y una derrota moral que se siente en todos los noticieros que entrevistan a los locales. Que en poco más de un año la situación se repita es un golpe difícil de asimilar.
Para muchos yo debo parecer un mentiroso, porque siempre cuento cosas que me pasaron alguna vez, todas de lo más variadas. Sin llegar a una situación extrema como esta, una vez se me inundó la casa por el desborde del canal de Argüello. Mi señora estaba sola en casa, embarazada de 8 meses, cuando de golpe se encontró con 30cm de agua y barro que invadían el interior de la vivienda. Entonces, como ahora, todos se tiraron la pelota y nadie se hizo cargo. El canal es de la ex Dipas, las calles y desagües son municipales y a una cuadra pasan las vías, que son nacionales. Siempre encuentran la forma de que la culpa sea del otro, como en el viejo monólogo de Tato Bores.
En Bahía Blanca pasa lo mismo. Después de hacer campaña cantando que el cemento no se come, algunos se dieron cuenta de que las obras de infraestructura sirven para que la gente no se ahogue o no pierda el fruto de su esfuerzo. Otros, que antes señalaban la insensibilidad del kirchnerismo por lo de la inundación en La Plata, hoy no pierden oportunidad de asegurar que lo que pasa no es competencia del Estado nacional y que corresponde a provincia y municipio resolver el tema. La culpa es del otro. 
El debate, en el fondo, es sobre cuál es el rol del Estado (en sus tres niveles) y cuánto de corrupción es tolerable (en cantidad de recursos desperdiciados y áreas alcanzadas). ¿Qué esperamos del Estado y de los que se postularon para ocupar cargos desde donde manejar recursos que son de -y para- todos?
Si el kirchnerismo sirvió para algo fue para que la idea de gasto público y déficit entren en el radar de la gente común. Si bien este no se convirtió en un tema realmente popular, al menos desplazó a otros de la agenda para ubicarse entre las demandas de cambio. Aunque hay fenómenos extremos para los que las obras no alcanzan, si hay buena planificación y ejecución se puede morigerar la mayor parte de las posibles consecuencias negativas de eventos por sobre la media que no llegan a ser extremos. Ahí es donde entran la política y las políticas públicas. 
¿Es prioridad evitar inundaciones?¿Es importante tener instalaciones médicas y sanitarias para hacer frente a estos eventos? Si no se llega a cambiar las instalaciones, ¿vale la pena prever places de acción, orden de prioridades y grados de responsabilidad para reducir el impacto negativo de la situación?¿Es algo que necesita de tiempo para resolverse?¿Hay que negociar con otros partidos o con organismos internacionales? Todas son preguntas que deben hacerse los involucrados en manejar recursos públicos, los representantes elegidos por la gente para que resuelvan los problemas. 
Aunque todavía no está tan claro, se puede ver que el pedido de rendición de cuentas se ha intensificado. Si bien todavía no se ve en pedidos concretos, al menos sí se lo puede ver en las dificultades de los gobiernos (de todos los niveles) para mantenerse en el poder. 
Siempre que se repitan situaciones catastróficas como las de las inundaciones (o los incendios en Córdoba, por caso) habrá gente haciendo política y tratando de sacar alguna ventaja para su causa. Cuanto menos se previó y se trabajó para resolver ese eventual conflicto, más difícil será resistir los embates opositores a los que ejercen el poder. Hacer política antes que tratar de ayudar es la reacción lógica a una situación de debilidad percibida, la que se esfuma cuando todos sienten que se lidió con el tema de la mejor manera correcta. 
En Bahía Blanca ningún político se quiere hacer cargo de la parte que le toca, todos perciben que la culpa es del otro y que, por lo tanto, se puede hacer política para perjudicarlo. Sin embargo, la gente señala a todos como responsables y espera a que alguien los ayude. Como la mayoría de las veces, es la solidaridad de la gente común la que aflora para tapar las malas gestiones de los políticos. Porque siempre la culpa es del otro, pero nunca del que sufre las consecuencias de esa inoperancia e indolencia estatal.

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