Nacional Daniel Alvarez Soza 10 de abril de 2025

La resistencia armada de los grupos armados chilenos al Poder Militar

Parte 1 / 2

Por Daniel Alvarez Soza

Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.

Doctor en Ciencia Política

 

A las siete de la mañana del 11 de septiembre, la comisión política del MIR se había reunido en San Miguel (Santiago) para decidir qué hacer luego de imponerse de las acciones militares en torno a La Moneda.

“En la noche del lunes 10 al 11 de septiembre de 1973, alrededor de 50 hombres descansan, pese a los rumores de movimientos militares y golpe de Estado que circulan. Para enmendar el error cometido durante el “tacnazo”o “tanquetazo”, cuando no alcanzaron a constituirse y destruir los tanques que se habían dado a la fuga, los muchachos permanecen acuartelados en varias casas de seguridad, en distintos barrios de la ciudad de Santiago de Chile. En las residencias habían fusiles Garant que habían pertenecido al dispositivo de seguridad del Presidente Allende (GAP) AKA 47, ametralladoras Punto 30, y armas cortas con su respectiva munición, además  explosivos. Las casas contaban con teléfonos por lo que recibían instrucciones del Jefe militar del MIR”.

“Quienes pernoctan eran integrantes de la Fuerza Central, la elite mirista. Allí esperaban las órdenes para salir de las casas, abordar automóviles y dirigirse a los puntos predeterminados”.

“Cerca de las 8 de la mañana escucharon que los militares intentaban deponer al gobierno, que Salvador Allende permanecía atrincherado en La Moneda esperando la llegada de Fuerzas leales. “Juancho” (Mario Espinoza) el responsable de la Fuerza Central MIR, dijo a sus hombres que esperarían las instrucciones del “Coño Aguilar” (Antonio Villabela Araujo), jefe militar del partido, miembro del Comité Central y de la Comisión Política” (906).

En tanto que otros dirigentes, Nelson Gutiérrez y Andrés Pascal Allende, se dirigieron presurosos a la Embajada de Cuba de donde sacaron armas que empezaron a distribuirlas con  una camioneta del Ministerio de Vivienda en los cordones industriales. “Cuando se retiraban tuvieron el primer enfrentamiento del día, que no sería el único, con civiles armados y carabineros que esa mañana comenzaban a bloquear las calles de acceso a la Embajada. A gran velocidad disparando las armas que portaban, lograron romper el cerco y escaparon por la Avenida Pedro de Valdivia hacia el sur, sin detener la marcha hasta que llegaron a la casa de seguridad donde se encontraba acuartelado el resto de la Comisión Política del MIR” (907).

Cerca de las 10 horas, en una industria del sector metalúrgico, en el Cordón Vicuña Mackenna, se encontraron los hombres más buscados por los militares:

“El Secretario general del MIR, Miguel Enríquez, acompañado por Roberto Moreno, miembro de la Comisión Política, acudía a la industria Indumet para tener una reunión con representantes de los partidos Socialista y Comunista. Allí estaban Rolando Calderón por el PS y Orlando Millas, ex senador y ministro del PC, quien manifestó que su partido no operaría hasta tener  claro si los militares iban o no a cerrar el  Congreso. La conversación duró poco y quedaron de acuerdo en reunirse más tarde”. (908). 

A esa altura de la mañana las instrucciones ya eran precisas: “Los mejores cuadros del aparato militar debían agruparse en los cordones industriales de Cerrillos, Vicuña Mackenna y Santa Rosa. Se resistiría también en la población “La Legua, en la Victoria, en la José María Caro, en Peñalolén y en El Salto”.

“Los frentes de apoyo se concentrarían en el Instituto Pedagógico y en algunos hospitales como el José Joaquín Aguirre y el San Juan de Dios”.

“Una citroneta cruzó despacio las calles céntricas intentando aproximarse a la Sede principal del Partido Socialista en la Calle San Martín, ente Moneda y Agustinas. Los dos hombres que viajaban en ella temían que los militares se apoderaran de las listas de los “compañeros” del Regional Centro, que estaba en proceso de refichaje. El cerco militar se estrechó sobre la Moneda. La citroneta enfiló hacia el Pedagógico”.

“Allí llegaría la directiva de la FECH (Federación de Estudiantes de Chile), encabezada por Alejandro “Pipo” Rojas.

Carabineros rodeo el edificio del Partido Socialista. Los hombres que estaban en su interior se rindieron. Surgió un incendio. Los dos policías ingresaron a la oficina donde estaban los archivos que comenzaban a quemarse. Apagaron las llamas y sacaron la documentación a los buses.

“No había bajas y los papeles parecían importantes”

“Tres días después, el general Nicanor Díaz Estrada recibió en su escritorio del Ministerio de Defensa varias carpetas con algunos de los contactos que el Partido Socialista tenían en las Fuerzas Armadas” (909).

Miguel Enríquez y Roberto Moreno retornaron a la casa donde permanecía el resto de la dirección del MIR. Poco después, “Coño Aguilar” y “Pituto” (Andrés Pascal Allende) son designados para acompañar a Miguel Enríquez a Indumet, donde se realizaría la segunda reunión de ese día, con representantes del Partido Socialista. Es media mañana cuando salen de la casa de seguridad. A esa hora se identifican las patrullas militares y carabineros que vigilan las calles, atentas a cualquier  conato de resistencia; pese a ello el grupo mirista no tiene mayores dificultades para llegar a la cita.

En la industria, frente a un mapa de Santiago, junto a los encargados socialistas, comienzan a discutir los planes para defender el gobierno, centrándose en las acciones, lugares y fuerzas con las que se iniciaría el contragolpe, “cuyo primer acto era movilizar una columna para sacar a Allende”.

“Incluso, se discutió por radio con las columnas que estaban cercanas a Allende, que se golpeara al Presidente y aturdirlo, ya que se negaba a abandonar la Moneda, para luego traerlo hasta la Población Lo Hermida, ya que ésta era dominada por el MIR, pero luego se desistió del plan por las consecuencias que podía provocar el golpe a Allende” (910).

Mientras se encontraban en Indumet discutiendo las acciones a seguir, “irrumpieron carabineros, que fueron repelidos por miembros del aparato militar del Partido Socialista, dirigidos por Arnaldo Camú (“Agustín”), responsable de ese grupo, y los miristas presentes” (911). “De inmediato se desató un violento enfrentamiento que tuvo bajas en ambos bandos. En medio del tiroteo, y cuando era visible que carabineros pretendían cercar al grupo que estaba dentro de la fábrica, Miguel Enríquez ordenó a sus hombres  -“Coño Aguilar”, “Pituto” y “León” – abrir una brecha para salir del lugar, pues en ese instante el objetivo no era combatir, sino volver a la casa donde se encontraba el resto de la dirección e implementar las medidas necesarias apara contrarrestar el golpe militar. En el combate tuvo destacada participación Arturo Villabela, quien demostró arrojo y valentía; León quedó encerrado en una de las industrias del lugar, donde posteriormente fue abatido por las fuerzas golpistas” (912).

Después de algunas escaramuzas con carabineros y de movilizarse por calles interiores “cerca de las 16 horas consiguieron llegar hasta la residencia donde se encontraba la plana mayor del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Pero a esa hora el combate en La Moneda había terminado con la muerte del Presidente Salvador Allende, y la revolución chilena había caído para siempre” (913).

Lo cierto es que las unidades operativas y las fuerzas centrales de los Partidos de la Unidad Popular no habían logrado constituirse a tiempo. “Los depósitos de armas estaban muy dispersos, ocultos de los allanamientos que desde hacía varias semanas venían efectuando las Fuerzas Armadas. Era imposible pensar en repartirlas a esa hora entre las masas populares”.

 

“– Ahora le toca a Miguel había dicho Allende”.

“Beatriz Allende, la hija del Presidente que a esa hora yacía muerto sobre un sillón en La Moneda, le había trasmitido el mensaje” (914).

Pero Miguel Enríquez, máximo dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, “desconocía a esa hora que las fuerzas en pugna distaban de ser equivalentes y que sólo podía disponer de unos centenares de militantes dispersos y desorientados”.

“Ignoraba también que de sus propias filas saldrían hombres y mujeres que los delatarían, que los identificarían en las calles, que colaborarían en la caza para exterminarlos” (915).

Sin duda que el despliegue militar y logístico del MIR había sido neutralizado debido a que la asonada militar fue sorpresiva para el Gobierno y para los grupos armados que constituían su vanguardia. Sobre esto el ex Presidente Pinochet en su libro “El día decisivo” nos dice: “El hecho de anticipar para el 11 de septiembre la acción prevista para el día 14, significaba un peligroso cambio en los planes y en la forma de actuar…” “En la planificación se había escogido el 14 de septiembre como fecha de acción, porque ese día era la Revista preparatoria y no llamaría la atención el hecho de efectuar un alistamiento y repartir munición. En  cambio, si se entregaban las municiones el día 11 en la mañana, o el 10 en la noche, era muy posible que los marxistas detectarán que algo anormal pasaba en las unidades…”. Sin embargo, agrega, que fue el propio Carlos Altamirano, el que facilitó la preparación de los detalles para la acción militar, ya que “con grandes titulares la Prensa decía que, “Carlos Altamirano, en una reunión en Valparaíso, hablando violentamente, según su costumbre, había proferido amenazas y tratado de producir un clima de agitación”. Frente a esto,  Pinochet pudo acuartelar a las tropas sin generar sospechas, informando al ministro de defensa, Orlando Letelier que por las declaraciones lanzadas por Altamirano “…me obliga a disponer una acuartelamiento de las tropas para mañana en la mañana en previsión de posibles disturbios….” (916).

Por este hecho la capacidad de reacción del MIR y de las otras organizaciones armadas fue estéril, de ahí que “Los miristas optaron por quedarse con armas cortas de buena calidad y metralletas livianas. El resto comenzó a ser enterrado en diversos lugares de Santiago. Cavaron fosas y sepultaron fusiles y ametralladoras…”

“Todo se entierra, nada se quema  - decía Enríquez”.

Al promediar el mes de abril de 1974, la dirigencia del MIR, decidió enviar al exterior a uno de los miembros de la Comisión política. El elegido, Edgardo Enríquez (hermano del líder de la organización). Salió cruzando la cordillera de Los Andes con destino final Paris.

Allí debía reunir fondos para la causa, convencer a todo el que pudiera de que el MIR estaba entero y con las armas en la mano. Exactamente dos años después desapareció en Buenos Aires.

Las bajas del MIR  fueron altas, pero la SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea), planteó a Enríquez a través de Laura Allende, hermana del ex presidente que “debían renunciar públicamente a toda resistencia política y sus militantes abandonar el país. De otra manera la matanza sería inevitable”. Ante lo cual el MIR anunció su rechazo definitivo a seguir negociando.

El sábado 5 de octubre de 1974, a las 13 horas, en  Calle Santa Fe en el Barrio Gran Avenida en Santiago fue acribillado Miguel Enríquez.” El golpe había sido demoledor. Los miristas se habían mantenido unidos tras Enríquez. Pero la autocrítica surgió incontenible. Unos se aventurarían años después en la Operación Retorno y seguirían tratando de lavar con su sangre las calles de Santiago” (917).

Raúl Marcos, miembro del aparato militar del PS, que participó en los combates de Indumet y La Legua, al explicar la poca resistencia de la izquierda al golpe, sostiene “que en esa coyuntura adquirió decisiva importancia la ausencia de cursos de estado mayor en sus fuerzas, por lo que ese día les resultó difícil coordinar las operaciones para realizar un contragolpe” (918). A esa explicación se debe agregar “que también fue determinante la inexistencia de una coordinación general en el plano político-militar entre el MIR y el PS.  La mañana del 11 de septiembre ese vacío no pudo ser llenado debido al arribo de carabineros a Indumet, y ambas colectividades quedaron sin objetivos comunes hacia donde movilizar sus fuerzas. La otra clave fue la escasa oposición al golpe entre los miembros de las Fuerzas Armadas; en otras palabras, ninguna unidad militar permaneció leal al Presidente de la República. Esto echó por tierra todas las expectativas del contragolpe, base de la defensa de la Unidad Popular” (919).

 

 

Bibliografía

906.- PÉREZ. Cristián: “Historia del MIR”. Estudios Políticos. Santiago- Chile. 2003. Pág. 6.   

907.-  ALLENDE. Andrés Pascal: “El MIR 35 años” (Segunda parte). Revista Punto Final Nº 480, 21 de septiembre al 5 de octubre de 2000. Pág. 13.

908.- Entrevista dada por Roberto Moreno a Cristian Pérez citado en “Historia del MIR”, Ob.cit. Pág. 7.

909.- CAVALLO, Ascanio; SALAZAR, Manuel; SEPÚLVEDA, Oscar: “La historia oculta del régimen militar”. Editorial Grijalbo Santiago de Chile. 1997. Pág. 34.

910.- Declaraciones del militante del MIR, Víctor Toro al  Programa INFORME ESPECIAL de TVN. 1992.

911.- Raúl Marcos, uno de los miembros más importantes del aparato militar del Partido Socialista. Entrevista con el autor. Citado por PEREZ. Cristián: “Historia del MIR”. Ob. cit., Pág. 8.

912.- BARAHONA, Hernán: “Como se salvaron las últimas palabras de Allende y la Resistencia en la Población la Legua”, periódico “El Siglo”, Nº 1104, 8 de septiembre de 2002. Pág. 17 y Sgts.

913.- PÉREZ. Cristián: “Historia del MIR”. Ob.cit. . Pág. 8.

914.- CAVALLO, Ascanio; SALAZAR, Manuel; SEPÚLVEDA, Oscar: “La historia oculta del régimen militar”. Ob.cit. . 1997. Pág. 49.

915.- CAVALLO, Ascanio; SALAZAR, Manuel; SEPÚLVEDA, Oscar: “La historia oculta del régimen militar”. Ob.cit. . 1997. Pág. 49.

916.- PINOCHET, Augusto: “El día decisivo: 11 de septiembre de 1973”. Ob.cit. Págs. 124-125.

917.- CAVALLO, Ascanio; SALAZAR, Manuel; SEPÚLVEDA, Oscar: “La historia oculta del régimen militar”.Ob.cit.  Págs. 50-51-53.

918.- MARCOS, Raúl. Entrevista con el autor. Santiago de Chile, mayo de 1994. Citado por PEREZ, Cristián: “La Historia del MIR”. Ob.cit. Pág. 9.

919.- PÉREZ. Cristián: “Historia del MIR”. Ob.cit. . Pág. 9.   

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