Nacional Por: Javier Boher18 de agosto de 2023

Llegó la hora de redefinir estrategias

Después de una semana agitada, nuevos números van dejando a la vista de dónde se puede pescar algún voto que apuntale el tramo más importante de la campaña.

Por Javier Boher

rjboher@gmail.com


Se va cerrando la semana de la gran sorpresa electoral. Poco a poco se irá asentando el polvo del revuelo y será más fácil ver dónde está parado cada uno. Progresivamente se irán revelando las intenciones y estrategias de cada uno, a la vez que los ciudadanos estarán más atentos a lo que ocurra con los candidatos.

A medida que van pasando los días vamos encontrando nuevos datos para tratar de dilucidar qué puede pasar en los próximos meses, aunque todo queda un tanto opacado por la convulsión económica. La devaluación oficial, la disparada del dólar blue, el incremento del costo de vida y las dos remarcaciones diarias en las góndolas ocupan la reflexión de los que viven con un sueldo fijo. El kirchnerismo trató por todas las vías de no ser el Duhalde de Kirchner, sin darse cuenta de que se estaba convirtiendo en el Alfonsín de Menem.

En ese escenario de incertidumbre va creciendo la imagen del libertario Milei, que va exponiendo algunas de sus ideas, tratando de fidelizar a los propios y conseguir antagonizar con los otros. Sus jugadas han sido de manual.

Primero se plantó contra el aborto, una posición que sostiene desde siempre y que ha servido para acercar el voto más conservador. Desde el otro lado plantearon nuevamente la discusión en términos morales, en la injusticia de la penalización y todas esas cosas.

Después atacó a otro nicho, al Conicet. Dijo que lo iba a cerrar y que los científicos deberían buscar trabajo en el sector privado. El kirchnerismo reaccionó enfurecido, ya que se trata de uno de sus caballitos de batalla, un nicho identitario. No importa ahora la discusión sobre la inversión pública en ciencia -que es fundamental para el desarrollo-, sino lo fácil que el kirchnerismo pisó el palito.

Ninguna de las dos discusiones planteadas en la primera semana tras la victoria son fundamentales para resolver la crisis del país. Los 30.000 empleados del Conicet son un poco más que los de Trenes Argentinos, cuesta la tercera parte y genera más valor que el que genera la administración de trenes obsoletos. Si un espacio necesita de inversión privada es el de los ferrocarriles, pero la clave es otra: en el Conicet no lo vota nadie; la discusión no es por la plata.

Con estas dos jugadas Milei está tratando de polarizar con el kirchnerismo. Desde su entorno saben que si consolida ese voto en Massa, es más factible la migración de votos desde Bullrich -en el centro de las opciones electorales competitivas- hacia su espacio.

Tal vez por eso desde Juntos por el Cambio no salieron a golpear al economista. No es tiempo de tratar de ganarle, sino de dejarlo hablar. A fin de cuentas, en dos meses pueden pasar muchas cosas como para que Massa no pueda canalizar el voto del kirchnerismo.

De hecho, algunos relevamientos que se conocieron esta semana son interesantes para entender el voto del domingo. Un sondeo de Opinaia sobre los motivos del voto dejó algo revelador: 24% del voto a Massa fue por descarte y 24% fue por su manejo de la economía. Esto significa, en otras palabras, que casi la mitad de su voto es un voto “blando”. No parece haber ahí mucho compromiso electoral.

En la vereda opuesta está Milei, de quién el 30% de los votantes dijo haberlo elegido por el manejo de la economía y el 29% por renovación y cambio. Apenas el 5% lo votó por descarte, lo que hace difícil pensar que pueda perder sus votos. Bullrich es la única que no tuvo votos en esa categoría de elegir la opción que es menos mala a los ojos del votante. El 29% la eligió por su gestión contra la inseguridad, mientras que el 19% la eligió por renovación y cambio. La luz de esperanza está en que no parece representar a “la casta” como el resto, a la vez que empareja con el tema de la inseguridad, otro aspecto importante de la campaña.

Otro sondeo, de trespuntozero, se concentró en el momento en el que los votantes definieron su voto. 76% del voto de Bullrich y 70% del Voto de Milei se definió más de un mes antes de la elección. En el otro extremo, el 25% del voto de Grabois, el 12% del voto a Massa y el 30% del voto en blanco se decidieron el mismo día de la elección. Ese mismo día también definió su voto el 17% de los votantes de Larreta. Puesto en esos términos, sin contar los votos de Larreta, hay alrededor de 1,2 millones de votos que se definieron el último día y mayormente por descarte. Definitivamente hay ahí un voto que se puede tratar de conquistar. No se trata de virar en el discurso para representarlos. Ningún votante de Bullrich la quiere ver con el pelo pintado de verde y hablando con la E, pero eso no significa que deba asemejarse a un candidato al que quizás le cueste robarle los votos, sino más bien que calle ciertas cosas a los fines de hacer más sabroso el sapo que le quiere hacer tragar a los kirchneristas que votaron a Massa por descarte.

Desde el entorno de Milei se han dado cuenta de eso, por tal motivo arrojaron esas dos consignas sobre aborto y Conicet, las que pueden servir para nuclear el voto kirchnerista detrás de Massa. La única forma de que Massa no se los quede es si empieza a hacerse evidente que es un candidato totalmente fuera de carrera.

Seguramente el fin de semana largo será uno de descanso y reflexión. Después de tanto ajetreo, hace falta frenar un poco, salir de la vorágine, recalibrar los instrumentos y definir el nuevo rumbo, ese que los acerque al objetivo de llegar a la Casa Rosada.

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