Universidad Por: Francisco Lopez Giorcelli11 de junio de 2025

El radicalismo, con un fuerte apoyo del kirchnerismo, logró retener el decanato de Psicología

En el balotaje disputado sobre el final de la semana pasada, la fórmula oficialista encabezada por Pereno finalmente retuvo el decanato en la Facultad de Psicología de la UNC. La alianza entre Franja Morada, la UCR y sectores kirchneristas docentes y no docentes fue clave para mantener la continuidad, aunque la oposición de Nueva Concertación arrasó en los claustros estudiantil y de egresados.

Por Francisco López Giorcelli 
Con el balotaje realizado los días 5 y 6 de junio, la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba cerró su calendario electoral. La fórmula oficialista encabezada por Germán Pereno, actual decano y referente del espacio Synthesis (Franja Morada), logró imponerse nuevamente y continuará al frente de la gestión durante los próximos tres años.
Sin embargo, detrás de ese resultado aparente de continuidad, se esconde un mensaje complejo. El triunfo no fue contundente, ni mucho menos. Se dio en un escenario ajustado, con un oficialismo que necesitó alianzas transversales para sostener su proyecto, y con una oposición —representada por la fórmula de Paula Irueste y Silvina Brussino, del frente Nueva Concertación— que consiguió un respaldo muy significativo en los claustros estudiantil y de egresados.
El oficialismo logró sostener la conducción gracias a un armado político heterogéneo que incluyó, además de los sectores tradicionales de Franja Morada y la UCR universitaria, al kirchnerismo docente y no docente. Ese sector, que en la primera vuelta había sido parte de la tercera lista encabezada por Andrés Urrutia, quedó fuera del balotaje pero terminó inclinando la balanza a favor de Pereno.
Aunque la lista de Urrutia no hizo un pronunciamiento público de apoyo, los movimientos internos fueron claros: buena parte de su estructura, especialmente en los claustros de mayor peso relativo como el docente, decidió acompañar al oficialismo en segunda vuelta. Algunas voces cercanas a Pereno y Urrutia dejaron entrever que el arreglo también fue por lugares claves de gestión, básicamente Pereno cede lugares muy claves como la Secretaria de Asuntos Estudiantiles, Secretaría de Graduados, Secretaría Académica y Secretaría de Consejo. 
Se trató de un pacto de conveniencia más que de convicción, que permitió a Pereno reforzar su base electoral docente en un momento en el que parecía no alcanzar con sus propios votos.
En ese sentido, el triunfo no fue solo una victoria electoral, sino también una muestra de fragilidad política. La alianza con el kirchnerismo universitario (históricamente antagónico a Franja Morada) confirma que, para retener el poder, el oficialismo tuvo que abrirse a sectores con los que no comparte ni estilos de gestión ni líneas ideológicas, hasta hora que les cedieron lo que puede considerarse los pilares fundamentales de una gestión decanal.
En donde la fórmula oficialista no logró revertir su performance fue en el claustro estudiantil, en dónde Franja Morada, a pesar de sacar menos votos año a año, no logró replicar lo realizado en las elecciones estudiantiles.
La derrota fue categórica: Nueva Concertación se impuso con el 63,5% de los votos, mientras que el oficialismo solo alcanzó el 36,4%. Se trata de un resultado que deja una huella profunda, no solo porque evidencia el descontento de la base estudiantil con la actual conducción, sino también porque marca el inicio de un quiebre en la hegemonía radical en ese claustro.
Durante los últimos años Franja Morada había logrado construir una mayoría estudiantil. Pero esta vez, ni su trayectoria ni su aparato pudieron frenar el envión opositor. El estudiantado no sólo optó por el cambio, sino que lo hizo con una diferencia tan amplia que su lectura trasciende el resultado numérico: la comunidad estudiantil rechazó de forma contundente la continuidad del proyecto de Germán Pereno.
Parte de ese voto negativo se explica en las percepciones que dejó la gestión oficialista durante los últimos cuatro años. En el plano estudiantil, se percibieron retrocesos en materia de derechos, escasa participación real y una distancia cada vez más marcada entre el decanato y las demandas cotidianas del alumnado. A eso se sumó una campaña que, lejos de hacer eje en los logros de gestión, pareció estar más enfocada en advertir sobre los peligros de una posible llegada de la oposición al poder.
El panorama se repitió entre los egresados, donde Nueva Concertación volvió a imponerse, logrando una diferencia importante de votos. Según estimaciones no oficiales, la lista opositora alcanzó aproximadamente 420 votos, confirmando que el malestar con la gestión no es exclusivo del sector estudiantil.
Graduados y graduadas, que muchas veces quedan en un lugar secundario dentro de la vida política universitaria, se expresaron de forma clara a favor de un recambio. Lo hicieron desde una mirada crítica hacia el rumbo que tomó la facultad en los últimos años, señalando la falta de oportunidades reales para la participación del claustro y el poco reconocimiento a su papel en los debates institucionales.
Docentes y nodocentes, los que sostuvieron la continuidad
El sostén de la victoria oficialista estuvo en el voto de los docentes y de los trabajadores no docentes. Ambos claustros, donde la estructura del oficialismo es más sólida, cerraron filas en torno a la continuidad. Además, en el caso de los docentes, el acompañamiento del sector de Bianchetti fue clave para inclinar la balanza.
No obstante, incluso en estos claustros, los márgenes fueron más estrechos que en procesos anteriores. La oposición, aunque sin lograr la mayoría, consiguió instalarse como una opción viable, con presencia y discurso propio. La competencia fue real y eso también es novedoso en una facultad donde, hasta hace pocos años, la reelección del oficialismo parecía casi garantizada.
Con este resultado, Germán Pereno continuará en el decanato, pero lo hará en un escenario político mucho más fragmentado. El Consejo Directivo será más diverso, y la oposición aparece fortalecida, con una legitimidad que se desprende del amplio respaldo social que logró en estudiantes y egresados.
Nueva Concertación, por su parte, queda muy bien posicionado para disputar el poder en los próximos años. Su crecimiento fue exponencial, no sólo en votos sino en instalación como espacio político. Con una campaña austera y apoyándose en el trabajo cotidiano de referentes como Irueste y Brussino, logró capitalizar el malestar con el oficialismo y construir un mensaje de renovación que prendió en los claustros más numerosos.
A diferencia del oficialismo, que necesitó sumar aliados para sostenerse, la oposición mostró cohesión interna y una lectura precisa del humor social en la facultad. De cara al futuro, ese capital político puede ser decisivo.
El balotaje en Psicología deja un sabor agridulce para el oficialismo: retiene el poder, pero lo hace a costa de alianzas polémicas y con una base social claramente erosionada. Mientras tanto, la oposición aparece como la gran ganadora simbólica del proceso, mostrando que una alternativa real es posible, y que esa alternativa interpela con fuerza a quienes sienten que la gestión actual dejó promesas incumplidas.
Lo que viene no será fácil para Pereno. La continuidad del decanato no garantiza gobernabilidad plena. Tendrá que administrar en un escenario de mayor control, con oposición activa y con la necesidad de demostrar que aún tiene capacidad para gestionar sin caer en prácticas poco claras o, en su defecto, poco transparentes. 

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