Nacional Javier Fabre * 25 de agosto de 2023

Liderar para gobernar o ‘segundear’ por oposición

La oposición no puede admitir demora en definiciones estructurales. Por si nadie se enteró: Llaryora ya está militando su candidatura a Presidente, Juez se largó por cuarta vez a la gobernación… ¿y la UCR?

Por Javier Fabre (*)

Desde hace años que advertimos, casi en soledad, que un escenario como el de la oposición en Córdoba hoy era altamente probable dados los enormes y groseros errores políticos que se cometieron en el proceso electoral de la provincia.

Hoy se esgrime el argumento del “aparato peronista” (político, clientelar, judicial y hasta mediático). Y es singularmente curioso, ya que desde sus orígenes el peronismo siempre fue una fuerza de aparato: casualmente se fundó desde el Estado y no desde la sociedad civil (como sí lo hizo la UCR por ejemplo). Casi 80 años después, no debería sorprendernos una dinámica que no ha cambiado desde entonces. Y que, si en Córdoba no se mostraba en toda su potencia, era porque no resultaba necesario.

La pregunta es: ¿Qué tipo de herramienta necesitamos para enfrentar exitosamente a ese aparato? Anticipamos un valor innegociable: la disputa política no puede ser contradictoria de la disputa cultural.

No sirve un triunfo de la oposición a través de la lógica peronista. Es decir, además de ganarle al peronismo político, hay que ganarle al peronismo cultural. Sería un error pensar que podemos derrotarlos en su propia lógica, sólo quienes nunca ganaron una elección pueden pensar en disputar los votos de algunos sectores a fuerza de bolsones y planillas.

Hay un estilo de construcción peronista, hay un estilo electoral peronista, hay una forma de gobierno peronista y hay una concepción del poder peronista. Eso está claro, lo que falta definir es cuál es nuestro estilo, cuáles son nuestros valores, nuestras banderas, y qué tipo de acciones democráticas contribuyen a hacer realidad ese proyecto.

Estaríamos casi tentados de decir que, además, esa narrativa, no podría ser posible sin que la precediera algún tipo de propaganda.

Para ejemplificar: Red Bull es la bebida que compite de igual a igual con la Coca Cola, la misma resultó ser calificada por los consumidores como la bebida más fea en una cata a ciegas, tampoco era la más económica, Red Bull se vende en todo el mundo porque logró una construcción de marca, apalancada en una serie de valores que tienen los jóvenes en su relación con los deportes extremos.

Si quisiéramos aparentar erudición, citaríamos a Foucault para decir que sin aleturgia no hay poder; es decir, sin procesión no hay misa, y sin misa no hay religión ni seguidores. El poder no representa, en todo caso al poder “se lo representa”. Y esa proyección es la tarea por excelencia de la política.

Para salir del marketing y darle cultura de masas, podríamos decir que el peronismo sería Maradona y nosotros estaríamos necesitando la configuración de un Messi. Ambos han sido exitosos, pero el mundo simbólico, cultural y de valores que representan son totalmente diferentes, hasta podríamos decir que opuestos. Ambos jugadores han ejercido “su poder” y su influencia de manera distinta. No proponemos algo que ofenda la sensibilidad, lo que queremos poner sobre la mesa es que hay más de una forma de salir campeón. Nosotros debemos buscar la nuestra.

La oposición, hasta ahora, nunca fue un equipo; era un seleccionado. Por ser muy indulgente y no decir rejunte. Ello, porque la unidad fue forzada y porque faltó política, muchísima política, toneladas de política. Elemento que al peronismo no vamos a decir que le sobra, pero sí que algo tiene.

Por si nadie se enteró: Llaryora ya está militando su candidatura a Presidente. Juez está largando una cuarta candidatura a gobernador después de tantas fallidas… ¿y la UCR?

Tal vez no sea tiempo de definiciones personales (¿o sí?), lo que no admite demora son definiciones políticas estructurales. Nunca puede volver a repetirse la joda de tirar la moneda para elegir un candidato, ni aun en el último caserío, ni el chiste de la definición por encuestas.  

Hay que ser serios y condicionar cualquier “sociedad” política a adoptar la selección democrática de candidatos, como único método cuando no podemos llegar a un acuerdo.

Ningún partido debería esgrimir excusas para no construir musculatura electoral que lo haga competitivo en estos cuatro años.

Si queremos ganar hay que crecer y para crecer hay que competir de forma sana y transparente. Nunca más deben volver a encerrarse en un hotel, donde la suerte y destino de cientos de localidades del interior se timbeaba entre dirigentes que no dirigen a nadie y sólo se jugaban la suya en las listas legislativas.

Sin embargo, lo más importante para la UCR es comprender que el aparato político que necesitamos construir no es para las barriadas donde punteros que ya no puntean se hacen unos mangos para cambiar la moto, sino para las clases medias.

Aquí estamos haciendo un matiz: No decimos que no hay que laburar “los barrios populares”, decimos que el acento tiene que estar en los sectores que esta vez no fueron a votar.

Gramsci decía que “toda hegemonía se consolida como aparato”, pues bien: hay que consolidar la “clase media”. Lo que la Argentina perdió es el sueño de esa clase media, la certeza de que el esfuerzo era equivalente al ascenso social, de que la universidad era una aspiración simbólica pero también un reaseguro laboral.

Insisto que esto no significa que el radicalismo deba abandonar su tradición policlasista, sino que tiene que adoptar una visión que le permita construir una identidad para sobre eso construir no solo su posicionamiento político, sino su aparato de cuadros y su competitividad electoral.

Cierta vez Angeloz me preguntó: ¿qué es la política? Cuando terminé de citar autores y ensayar intelectualidad me dijo: “cometiste un error de juventud. La política es muy simple, es como el TA TE TI, para ganar no hay que descuidar el centro”.

La próxima fecha electoral será claramente una disputa sobre el centro: el social, el ideológico y el territorial: ahí estarán las claves del triunfo.

 

(*) Radical, concejal electo y dirigente Línea Córdoba. 

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