Por Javier Boher
Después de anunciarse el número de inflación para el mes de junio, el vocero presidencial Manuel Adorni tuiteó una fanfarronada de las suyas: “este es el resultado de una economía manejada por economistas”. Claramente la observación no es errada, aunque es un poco exagerada, porque no siempre los economistas hicieron las cosas bien.
Siguiendo esa línea de pensamiento, quizás para ver cambios en educación el gobierno nacional debería empezar a consultar a los docentes, particularmente a los que tienen horas frente al aula, no los que ya están en el sistema como directivos, inspectores y todo el resto de la burocracia. ¿Quién mejor que alguien que está en contacto con las problemáticas diarias para dar el diagnóstico más acertado sobre qué está pasando en las escuelas? Aunque es fácil imaginarlo, es difícil que se traduzca en hechos reales.
El mismo vocero presidencial anunció ayer un nuevo proyecto de renovación curricular, con cinco ejes especiales que se pretenden abordar: matemáticas, alfabetización financiera, habilidades socioemocionales, convivencia escolar e inteligencia artificial. Me imagino a Adorni levantándose a la mañana -cansado de haber estado levantado hasta tarde jugando a los jueguitos-, preguntándole a Grok (la IA preferida de los tuiteros) qué anuncios en educación podría hacer en conferencia de prensa. La respuesta sería esa miríada de lugares comunes y frases hechas que se repiten sistemáticamente desde hace años sin resultados visibles. Mejor dicho: sin resultados positivos visibles, porque negativos hay un montón.
Vamos a tratar de desarmar uno por uno.
Primero, el Fortalecimiento de la Enseñanza de la Matemática. Los malos resultados en todas las evaluaciones estandarizadas marcan un fuerte deterioro en el nivel de saberes en matemáticas, que han valido numerosas notas en distintos medios (incluido este). Voy a tomar una frase textual para demostrar que la propuesta es más de lo mismo: “Plantea una enseñanza significativa y situada, y una resignificación del modo en que se aprende y enseña matemática”. Las cursivas fueron agregadas como marcadores de estafa educativa, parte del mismo léxico que nos trajo hasta este punto. En la actualidad parece que la educación de hace 50 años era mala, pero con un primario completo de aquella época una persona podía manejar un negocio. Hoy con el secundario completo tienen problemas para entrar a trabajar a una fábrica, ni hablar de la universidad.
Segundo, se anunció un Programa Nacional de Alfabetización Financiera. Indudablemente que es fundamental que los niños y jóvenes aprendan a manejar su plata y a proyectar su futuro, porque nadie es más libre que cuando no tiene deudas con nadie. Sin embargo, proponer una educación financiera cuando la educación a secas está fallando parece un exceso de optimismo. Hago el chiste, aunque hay un poco de verdad: si los docentes entendiéramos de manejo de la economía no elegiríamos ser docentes.
En tercer lugar aparece una nueva palabra clave con el Programa de Habilidades Socioemocionales. Es como si de golpe los libertarios se hubiesen contagiado del mindfulness macrista y el hippismo tradicional del progresismo. Aparecen expresiones como empatía, regulación emocional y convivencia saludable en un posteo de un político referenciado en un espacio que hace tres días tuvo un acto donde un orador dijo que los zurdos son sus enemigos y hay que exterminarlos. Se pretende que los docentes, que ya están emocionalmente desbordados por lo poco reconocida que es su tarea, se capaciten para ayudar a alumnos cuando en la mayoría de los colegios no hay gabinetes psicopedagógicos.
En cuarto lugar proponen un Programa de Convivencia Escolar, algo que ya se ha trabajado en las escuelas cordobesas en los últimos años, con la esperanza de que se pueda trabajar la conflictividad social en las instituciones educativas. Carente es un fracaso, porque no se le puede pedir a los padres que participen todo el tiempo en la vida interna de las escuelas ni a los docentes que pongan límites que en las casas no existen. Con esto y lo socioemocional quieren esconder el hecho de que no se respetan las normas y los docentes no tenemos herramientas para marcar límites más firmes dentro del aula: todo se resuelve en llamados de atención, acciones reparadoras y compromisos de modificación de conductas que nunca jamás se cumplen.
El último punto es PAIDEIA, acrónimo del Programa Argentino de Innovación de la Educación con Inteligencia Artificial. Esto era lo que faltaba para hacer un bingo de chamullo inservible, metiendo la IA dentro de una propuesta educativa, convencidos de que chicos que no saben leer y escribir van a poder desarrollar “pensamiento computacional” y van a poder hacer una correcta “aplicación de la IA y desarrollo de la IA”. Están totalmente escindidos de la realidad si creen que algo de todo eso puede ser viable en el estado actual de las cosas.
De hecho, paideia hace referencia a la educación integral de la persona, incluyendo el aspecto físico. Hoy no se puede trabajar porque las escuelas no tienen espacio o porque toca una maestra como la que tuvieron mis hijos, que les hacía hacer juegos de mesa con material reciclado, como si eso ayudara a aprender a llevar hábitos de vida saludables.
Todo lo básico está roto como para largarse a inventar cosas nuevas. Hay que volver al ABC.