Nacional Por: Redacción Alfil31 de agosto de 2023

San Milei

Decía Loris Zanatta: “El futuro del peronismo es siempre el pasado. No el pasado como historia, con sus claroscuros, sino el pasado como mito, reluciente y perfecto. El peronismo es el partido del eterno retorno de los que nunca se han ido.” Se viene un peronismo libertario?

Aristóbulo González

La realización de las PASO dejó paralizada a toda la clase política - “la casta”, en palabras de Milei – descolocó una vez más a los encuestadores y asombrada a la opinión pública en general. Digamos simplemente que apareció un animal político que destapó la olla de una Argentina desconocida, ignorada y que se siente ninguneada e invisibilizada  y que se consideró representada por la prédica de los modos y gestos de Milei, quien se ha transformado en el perfecto castigo del campo nacional y popular del panperonismo como el fantasma surgido de sus ruinas. Ese es el hecho.  En el año 1972 cuando el general  Perón, hasta entonces exiliado en Madrid y bajo la protección del  dictador Francisco Franco, se disponía a regresar a la Argentina, fue entrevistado por un periodista español sobre el marco político al que iba a tener que enfrentarse a su regreso: “General, ¿cómo se divide el panorama político argentino?  “Mire, hay un 30% de radicales, lo que Uds. entienden por liberales. Un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas.  -Pero, general, ¿y dónde están los peronistas?  -¡Ah, no, peronistas son todos!  Evidentemente exageraba Perón, pero en realidad tampoco demasiado porque, al menos desde mi experiencia el peronismo lejos de ser una ideología, como tratan de colocar algunos analistas, es fundamentalmente y sobre todo una forma de ejercer el poder. Y que, aunque nos pueda parecer extraño, la trayectoria de este equívoco movimiento de raigambre populista nos dice que a lo largo de la historia ha habido peronismos de todos (sí, todos) los colores amparados por la ductilidad ideológica del fundador de un movimiento que comenzó su sorprendente viaje hacia el poder proclamando su admiración por Benito Mussolini  y Franco para más tarde dar cobijo -al mismo tiempo- tanto al marxismo arrogante y soberbio de los montoneros como al fascismo asesino de López Rega y la triple A, todos ellos por cierto igualmente autoproclamados peronistas sin pudor alguno. Posteriormente y ya en democracia, también fueron peronistas tanto el presidente Carlos Saúl Menem, un firme creyente en la doctrina neoliberal que trató de aplicar las recetas de la escuela de Chicago a la economía argentina, como los también presidentes Néstor y Cristina Kirchner, apóstoles de, bueno, exactamente de lo contrario. Y una vez eliminados los parámetros ideológicos, que como vemos no son útiles en este caso, ¿a qué podemos agarrarnos para tratar categorizar al peronismo? Pues evidentemente a sus formas de ejercer el poder, que lo recorren transversalmente independientemente de la excusa ideológica de cada líder en concreto y que incluyen caudillismo, dogmatismo, populismo, escaso respeto por la división de poderes, polarización social e ideologización extrema de las acciones de gobierno. Milei le da cuerpo a lo reprimido peronista que vuelve, que emerge, que necesita gritar como un desaforado después de 16 años de kirchnerismo residual que, del paraíso prometido solo han quedado cenizas; pero que además su propuesta atraviesa a todas las clases sociales, desde las tres grandes villas de la CABA hasta Barrio Parque, y desde San Antonio de los Cobres, a la que La Nación bautizó capital del mileismo, con el 63% de los votos, pasando, por Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Santa Cruz, Tierra del Fuego y varias provincias más. Lo reprimido que ahora exhibe su hambre de poder, su ferocidad. Que pide vía libre, que brama “¡Libertad, carajo!”. Los valores oscuros de la cultura peronista están en él; existe como un “cordón umbilical” que lo une al peronismo y que nunca terminó de cortarse. Habrá un peronismo libertario? El futuro del peronismo es siempre el pasado. No el pasado como historia, con sus claroscuros, sino el pasado como mito, reluciente y perfecto. El peronismo es el partido del eterno retorno de los que nunca se han ido.  Una descripción perfecta de Javier Milei.

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