Nacional Daniel Alvarez Soza 09 de octubre de 2025

Flora antártica continental

Por Daniel Alvarez Soza

Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.

Doctor en Ciencia Política

 

Está representada por líquenes, musgos y, excepcionalmente, algunas gramíneas, en tanto que la fauna continental se reduce a algunos invertebrados tales como artrópodos, insectos y arácnidos. 

   Algunas de las características del ecosistema antártico caracterizado por las bajas temperaturas, la escasez hídrica, suelos salinos y pobres en nutrientes, fuertes vientos abrasivos y geográficamente aislado de otra masa de tierra. “Todas estas características determinan que la flora antártica esté limitada en sus rasgos reproductivos y que continuamente esté al límite de su capacidad fisiológica, pero con mecanismos y adaptaciones que le permiten hacer frente a estas condiciones climáticas. Dentro de estas adaptaciones es posible diferenciar las respuestas a nivel morfológico, fisiológico-bioquímico y molecular. Igualmente, las interacciones bióticas planta-planta y planta-microorganismos han sido señaladas en el último tiempo como otra estrategia exitosa para lidiar con las condiciones limitantes del ecosistema antártico. Aunque las rigurosas condiciones climáticas que caracterizan al ecosistema antártico limitan la riqueza y biodiversidad de los organismos que la habitan, a la vez han actuado como una presión de selección natural sobre individuos que presentan características únicas. Esta selección ha determinado que los organismos antárticos posean características singulares que le confieren una notable tolerancia ambiental y que, a la vez, pueden actuar como potenciales fuentes de biorrecursos para fines aplicados (1).

    Tanto en las zonas libres de hielo como en las interiores del Continente blanco, los líquenes son los organismos fotosintetizadores terrestres dominantes en riqueza y biomasa, con más de 500 especies conocidas para todo el territorio antártico e islas subantárticas, en comparación a las poco más de 150 especies de briófitas (hepáticas y musgos) y las dos plantas vasculares presentes: Colobanthus quitensis y Deschampsia antarctica.

  “Al interior del continente son pocos los organismos que se pueden encontrar. Destacan diferentes grupos de procariontes y algunos grupos de algas (algas verdes o clorofilas y diatomeas), además de la presencia de algunas briofitas (hepáticas y musgos) en latitudes tan altas como los 84° S. De estos, la mayoría, con excepción de diferentes grupos de bacterias, pueden habitar únicamente en ambientes donde en el verano austral existan áreas libres de hielo o, producto del aumento de las temperaturas, exista la presencia de agua dulce en estado líquido formando charcos o pequeños cursos de agua dulce. No obstante lo anterior, los grandes colonizadores de ambientes antárticos son los líquenes. Estos organismos se presentan en una gran cantidad de ambientes libres de hielo, alcanzando latitudes tan altas como los 86° S, siguiendo la cara oriental de la península Antártica, la Tierra Victoria y las Montañas Transantárticas” (2).

 

   Fauna de la Antártida                                                                                           

    La fauna Antártida si bien es principalmente acuática, admite la presencia de otras especies, como focas, pingüinos y aves. Además de algunos invertebrados marinos y cetáceos,  los que detallaremos a continuación:

   Pingüino emperador, Krill, Leopardo marino, Foca de Weddell, Foca cangrejera, Foca de Ross y Petrel antártico.

   Otra  fauna propia de la Antártida está ligada, de una u otra manera al océano, no existe ninguna especie puramente terrestre. Entre los animales acuáticos de la Antártica tenemos:

  Gorgonias (Tauroprimnoa austasensis y Digitogorgia kuekenthali); Pez plateado antártico (Pleuragramma antarctica); Patín estrellado antártico (Amblyraja georgiana); Charrán antártico (Sterna vittata); Pato petrel antártico (Pachyptila desolata); Rorcual austral o Minke antártico (Balaenoptera bonaerensis); Tiburón durmiente del sur (Somniosus antarcticus); Fulmar austral, petrel plateado o petrel austral (Fulmarus glacialoides); Págalo subantártico (Stercorarius antarcticus); Pez caballo espinoso (Zanclorhynchus spinifer) (3).

 

Fauna Antártica en peligro de extinción

   Según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), existen especies  en peligro de extinción, aun cuando probablemente son más de los considerados hasta ahora, no existiendo suficientes datos que faciliten su determinación.  Una de las especies en peligro crítico de extinción es la Ballena Azul Antártica (Balaenoptera musculus intermedia) (4), en donde el número de individuos ha disminuido en un 97 % desde 1926 hasta la actualidad, aun cuando se cree que la población disminuyó de forma exagerada hasta 1970 a consecuencia de la caza indiscriminada, aun cuando, desde entonces, se ha incrementado ligeramente. Además del anterior caso, existen datos de otras tres especies en peligro de extinción entre los que destacan:

Albatros ahumado​ (Phoebetria fusca). Esta especie estuvo en peligro crítico de extinción hasta el año 2012, por causas de la pesquería. Ahora se encuentra en peligro porque se cree, según los avistamientos, que el tamaño de la población es mayor (5).

Albatros Real del Norte (Diomedea sanfordi). El albatros real de norte se encontraba en peligro crítico de extinción debido a unas fuertes tormentas acontecidas en la década de los 80, provocadas por cambios en el clima. Actualmente no hay datos suficientes, su población se estabilizó y ahora vuelve a disminuir.

Albatros De Cabeza Gris (Talasarche chrysostoma). La tasa de disminución de esta especie es muy rápida durante las 3 últimas generaciones (90 años). La causa principal de la desaparición de la especie es la pesca con palangre (6).

   Existen otros animales en peligro de extinción que, aunque no viven en la Antártida, deambulan  cerca de sus costas en sus movimientos migratorios, como el petrel atlántico (Pterodroma incerta), el pingüino de Sclater o pingüino de las Antípodas (Eudyptes sclateri), el albatros de nariz amarilla índico (Thalassarche carteri) o el albatros de las Antípodas (Diomedea antipodensis).

 

Recursos Minerales

   La  superficie de terreno libre de hielo en la Antártida  es aproximadamente de entre el 1 y el 5%, la probabilidad de encontrar áreas de explotación de betas minerales en un espacio tan reducido es prácticamente inexistente (7). Durante varias generaciones diversas empresas exploradoras  peinaron las montañas antárticas, principalmente por expediciones de reconocimiento en misión científica. Después del Año Geofísico Internacional, se hizo notorio un alto grado de certeza de la existencia de yacimientos minerales, esto basado en las estrechas similitudes geológicas que se  observaron entre algunas áreas de la Antártida, y provincias ricas en mineral de América del Sur, Sudáfrica y Australia, esto gracias a un pormenorizado análisis de cómo se realizó la configuración geológica de la Antártida durante el período mesozoico. “Los estratos auríferos sudafricanos, se corresponderían con el formato de la tierra antártica occidental de Reina Maud. El cinturón de las montañas jóvenes de los Andes sudamericanos son ricos en cobre, su extensión continúa hacia el sur por la región antártica

del Mar de Scotia, en la Península Antártica, y probablemente más allá de la Tierra de Ellsworth. El hielo cubriría áreas de la Tierra de Wilkes, ricas en oro y platino(8).

    “Se ha encontrado ocasionalmente en algunas áreas antárticas, minerales como antimonio, cromo, cobre, oro, molibdeno, estaño, uranio y zinc, pero ninguno de una calidad o tamaño que garantice un interés económico. Tampoco se han considerado viables los yacimientos encontrados de carbón y hierro, a causa de los altos costos de producción polares. Pocos recursos son concebibles de ser explotados comercialmente salvo quizá el platino, oro y diamantes”.

   Los recursos de petróleo es una materia diferente. El hallazgo de hidrocarburos en prospecciones de carácter científico realizados en el Mar de Ross en 1973, despertó un considerable interés internacional. Naves de investigación de Estados Unidos realizaron estudios geofísicos en varios  reconocimientos en el margen continental del Antártico. Desde finales de 1970, la investigación oceanográfica de muchas naciones, algunas como Francia, Alemania (la del Oeste hasta 1990) o Japón, emprendieron estudios detallados de la estructura de dicho margen continental usando técnicas geofísicas sofisticadas de reflexión sísmica, gravedad y magnetismo.

  Acumulaciones regulares de petróleo existirían en áreas del margen continental de los mares  de RossAmundsenBellingshausen y Weddell, y quizás cerca de la Barrera de Hielo  de Amery. Algunas otras existirían también en cuencas interiores cubiertas por el hielo continental, particularmente en la Antártida del Oeste, aunque parece improbable no obstante que existan los volúmenes requeridos para una explotación comercial” (9).

   A pesar de que resultaría difícil, aunque no imposible, las prospecciones petrolíferas en áreas antárticas con plataformas heladas constituyen una probabilidad, tal como se han desarrollado en el Ártico, sin embargo la dificultad de tal actividad se explica porque los equipos de prospección serían afectados por los icebergs flotantes y pack´s de hielos en mayor medida que en el  Ártico. Así pues, si bien se considera que el petróleo sería el recurso con más probabilidades de ser explotado en la Antártida, sin embargo tal posibilidad de prospección de momento es  más accesibles en otras áreas del mundo, por lo que cabe estimar que el iniciar estas actividades se llevaría a cabo a largo plazo.

   Las preocupaciones medioambientales y políticas sobre la explotación comercial y desarrollo de los recursos minerales, llevaron a seis años de arduas negociaciones que dio paso a la Convención para la Reglamentación de las Actividades sobre Recursos Minerales Antárticos, (CRAMRA), conocida como Convención de Wellington de 1988, firmada por 33 naciones (10). Este era un asunto no cubierto por el Tratado Antártico en 1959 (11). Varias naciones expusieron fuertes objeciones y la convención quedó en suspenso.

  La  citada Convención  adoptada en Wellington el 2 de junio de 1988 (12),  tuvo como objetivos fundamentales  el uso pacífico de la Antártida y la protección ambiental antártica y de los ecosistemas dependientes y asociados (13). En cuanto a las actividades concernientes a la explotación de los minerales antárticos, CRAMRA permitía dicha explotación (14), mediante la exigencia de información adecuada de forma previa a la actividad y una evaluación de impacto ambiental no solo de la zona en donde se iba a realizar la actividad, sino que también de los ecosistemas dependientes y asociados, y sobre los sistemas globales o regionales climáticos o meteorológicos. Para que CRAMRA entrara en vigor se requería de un mínimo de Estados que la ratificaran entre el 25 de  noviembre de 1988 al 25 de noviembre de 1989 (15), a lo cual hubo una férrea oposición liderada por Australia y Francia, secundada por Bélgica e India, además de diversas organizaciones no gubernamentales, las más relevantes eran Antarctic and Southern Ocean Coalition y Greenpeace, y de personalidades como el oceanógrafo Jacques Cousteau (16), que argüían formalmente razones ambientales (16). Dada la importancia de los Estados opositores de CRAMRA en el STA, ésta fracasó y obligó a una nueva negociación cuyo resultado fue la adopción en su lugar del Protocolo de Madrid  . Ello porque el tratado estuvo abierto para su firma desde su celebración hasta el 25 de noviembre de 1989, pero, “nunca entró en vigencia debido a que no fue ratificado por ningún estado” (17).

   Varias reuniones del Tratado Antártico en París (1989) y Chile (1990), forzaban al CRAMRA a acordar y exigir una prohibición completa y permanente en toda actividad sobre recursos minerales en la Antártida. En octubre de 1991 la reunión de Madrid finalizó   con la derrota del CRAMRA; el artículo VII del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente declaraba simplemente: "Cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, salvo la investigación científica, estará prohibida". El Protocolo ha sido aceptado por los Estados miembros del tratado. Con la eliminación de la amenaza de explotación del recurso mineral, el régimen de la Antártida como un lugar reservado para la ciencia parece seguro, aunque muchos flecos políticos quedan todavía pendientes.

___________________________

1) Boletín Antártico Chileno, vol.36, nº2 (2017). “Especial. Investigación de la Flora Antártica”. P. 17.

2)BirdLife International 2018. Aptenodytes forsteri. The IUCN Red List of Threatened Species 2018: e.T22697752A132600319.

3) Orrego V, F. (1994) Derecho Internacional de la Antártida. Dolmen Estudio. P.73 y 74.

4) BirdLife International (2018). Aptenodytes forsteri. The IUCN Red List of Threatened Species 2018: e.T22697752A132600320

5) Zang. D.M (1991) Cornell Law Review Volume 76 Issue 3. Article 4 Frozen in Time: The Antarctic Mineral Resource Convention. P.13

6)BirdzLife International (2018). Diomedea sanfordi. The IUCN Red List of Threatened Species 2018: e.T22728323A132656392.

7) BirdLife International 2018. Phoebetria fusca. La Lista Roja de Especies Amenazadas 2018 de la UICN: e.T22698431A132645596.

8) Gonzales, F, O (1977). "El Continente Antártico: sus recursos no renovables", en: El desarrollo de la Antártica, Orrego y Salinas. Pp 228-249

9) Convención para la Reglamentación de las Actividades sobre Recursos Minerales Antárticos, (CRAMRA). Suscrita en Wellington, Nueva Zelandia, el 2 de junio de 1988.

10) El Tratado Antártico guardó silencio sobre esta materia, sin embargo, no impidió que la temática fuera tratada en reuniones consultivas. Esto es una demostración aún más clara de la interpretación dinámica de las Partes Consultivas. Este tema fue tratado, por primera vez, en la Sexta Reunión de Consulta de Tokio, en 1970, citado por Orrego V. Francisco (1994). P. 76.

11) ACTA FINAL DE LA CUARTA REUNION CONSULTIVA ESPECIAL DEL TRATADO ANTARTICO SOBRE RECURSOS MINERALES ANTARTICOS. La sesión final de la Cuarta Reunión Consultiva Especial del Tratado Antártico sobre Recursos Minerales Antárticos fue celebrada en Wellington desde el 2 de mayo al 2 de junio de 1988. Representantes de las Partes Consultivas del Tratado Antártico, a saber: Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Chile, China, Francia, Estados Unidos de América, India, Italia, Japón, Noruega, Nueva Zelandia, Polonia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, República Democrática Alemana, República Federal de Alemania, Sudáfrica, Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas y Uruguay, participaron en la Reunión. A invitación de las Partes Consultivas, Representantes de 13 Partes Contratantes del Tratado Antártico, que no son Partes Consultivas, a saber: Bulgaria, Canadá, Checoslovaquia, Dinamarca, Ecuador, Finlandia, Grecia, Países Bajos, Papua Nueva Guinea, Perú, República de Corea, Rumania y Suecia, también participaron en la Reunión. Como resultado de sus deliberaciones, las Partes Consultivas adoptaron la "Convención para la Reglamentación de las Actividades sobre Recursos Minerales Antárticos" en los idiomas oficiales del Tratado Antártico, cuyo texto se encuentra anexo a esta Acta Final, y acordaron que aquella estará abierta a la firma en Wellington, desde el 25 de noviembre de 1988. https://documents.ats.aq/SATCM4_12/fr/SATCM4_12_fr001_s.pdf

12) CRAMRA está compuesta por un preámbulo y 7 capítulos, además de un “Anexo para un Tribunal Arbitral”. En el Capítulo 1 se encuentran las disposiciones generales, en el 2 las instituciones, en el 3 se trata la prospección, en el 4 la exploración, en el 5 la explotación, en el 6 la solución de controversias y en el 7 las cláusulas finales.

13) Lo hacía en estos términos del artículo 3 CRAMRA: “No se efectuarán actividades sobre recursos minerales antárticos si no es en conformidad con esta Convención, y con las medidas en vigor en virtud de ella y, en los casos de exploración y explotación, con un Esquema de Administración aprobado conforme a los Artículos 48 ó 54.”

14) Shortis. Emma (2015) “Who can resist this guy?” Jacques Cousteau, Celebrity Diplomacy, and the Environmental Protection of the Antarctic” Australian Journal of Politics and History Vol. 61 nº 3, p. 367

15) Villamizar. F (2016). “Las necesidades mundiales de agua y la Antártida como reserva natural” Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad Vol. 11 nº 2. p. 83.

16) Hemmings. A. D (2013). ““Environmental Management” as Diplomatic Method. The advancement of strategic national interest in Antarctica” En: Daniela Ligget & Alan D. Hemmings (Eds.). Exploring Antarctic Values (Christchurch: Gateway Antarctica Special Publication, Series 1301), pp. 70-89.

17) Weber, M (2003). The Convention on the Regulation of Antarctic Mineral Resource Activity and the Continent for Politics . University of Canterbury. http://hdl.handle.net/10092/14016. P.291.

 

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