Federico Jelic
El fútbol argentino vuelve a regalar un episodio desopilante en su puja permanente de poder al borde del autoritarismo con un desenlace rebelde casi fuera de contexto, en tiempos de obediencia debida en AFA.
Dando la espalda a los recientes campeones por escritorio, los jugadores de Estudiantes de La Plata mostraron un grito de dignidad luego de que desde las oficinas de la calle Viamonte quisieran obligar a hacer el “pasillo” a Rosario Central, como método de castigo a un club con voz disidente. Para colmo dieron batacazo, enmudeciendo al campeón y al propio Ángel Di María en su estadio, como símbolo de resistencia ante la opresión institucional que cada vez es más frecuente en el fútbol argentino.
Pero la trama continúa. Los entretelones en la previa fueron impuestos, con los límites nunca del todo claros entre extorsión o futuro castigo, dejando en claro a un presidente como Claudio Tapia que hoy se sostiene por su proximidad con los héroes de Qatar, con una imagen pública que se cae a pedazos.
La corona a Central, con rechazo
Tapia y su séquito al final se anticiparon a una posible catástrofe. Necesitaban premiar a Di María y la foto con la Copa local. Claro, Estudiantes boicoteó esos planes en la cancha pero al menos, el título inventado tuvo su protocolo, como para darle legitimidad relativa a un título por decreto.
Lo que no imaginaban era que la foto y el video que recorrieron el mundo futbolero es el desplante icónico del plantel de Estudiantes, aceptando hacer el pasillo a los campeones virtuales, pero de espaldas a la cuestión, en un tiro por elevación para AFA. Difícil momento para la mano derecha de Tapia, el sicario en redes-secretario Pablo Toviggino, quien se burlaba en la red social X de Juan Sebastián Verón, presidente del club platense, disidente a AFA, único club que levantó la voz en contra a la premiación a Rosario Central, en la reunión de Comité del viernes pasado.
A saber: el “emperador” Tapia (o “comandante”, como lo cita Toviggino en redes) convocó a todos los dirigentes a una reunión donde había deslizado un “reconocimiento” a Rosario Central, por haber sido líder en la sumatoria anual. Pero emulando a sus homólogos Nerón y Calígula, so pena de castigo arbitral o descenso, obligó a que los clubes dieran su consentimiento, a pura pleitesía. Ya estaba la fiesta armada. Detrás del telón se encontraban Di María, el presidente del “Canalla” Gonzalo Belloso y su esposa, Carolina Cristinziano (ex miembro de la Comisión Normalizadora junto a Toviggino, comandada por ex gerenciador de Belgrano Armando Pérez allá en 2018).
La mayoría de los clubes se enteró en ese momento. El único punk rebelde fue Juan Sebastián Verón, titular de Estudiantes, quien, mediante un tweet, no aceptó esa designación retroactiva. Por eso ahora Verón figura en la mira de los cazadores de AFA, entendiendo el destrato institucional, sin medir el poder robusto que poseen, aunque ya le hincha en general dejó de aceptar esos fallos tan totalitarios como verticales de Tapia y sus adláteres. Y eso puede tener consecuencias.
Ahora Verón están sujetos a sanciones de un reglamento de cartón, flexible a los caprichos del poder. El tribunal de Disciplina, con Fernando Mitjaens (ex hombre fuerte de Angelici y del Macrismo) a la cabeza, es el encargado de juzgar el expediente abierto a la fuerza.
¿Hasta cuándo se naturalizará las modificaciones espontáneas con torneo terminado, con descensos anulados sobre la marcha, premios por obediencia, prerrogativas arbitrales, prebendas múltiples a cambio de adhesión?
El presidente de Talleres Andrés Fassi ya dejó atrás su papel opositor, más por necesidad que por vocación propia, en pos de evitar el descenso de su equipo. Verón en su momento lo apoyo más tras las sombras que dando la cara en su cruzada anti AFA, procurando de fondo la inserción de las Sociedades Anónimas en el fútbol argentino, con explicito apoyo del Gobierno Nacional. He ahí parte del quid de la cuestión.
¿Se viene sanción a Estudiantes? ¿O a Verón? ¿Hay de fondo una intención de inhabilitarlo de su cargo? Por lo pronto, el árbitro Pablo Dóvalo declaró en su informe que “el protocolo de festejo no fue respetado” y que “AFA debe decidir si hay sanción o no”.
La historieta de suspenso continuará, con Verón en el ojo de la tormenta, hoy catalogado como único opositor al régimen de AFA, luego de la “conversión” de Fassi. Igual, la bala entró y el hincha ya no banca más el sistema corrupto y de prebendas selectivas que hoy salpican al fútbol argentino.