Nacional Por: Javier Boher27 de febrero de 2024

¡Ayudan a comer, Gerardo!

El affaire del exgobernador de Jujuy escaló hasta un nivel que lo dejó peor parado que si hubiese mirado para otro lado

Por Javier Boher

rjboher@gmail.com

Uno de los temas fuertes de los últimos días es el escándalo de autoritarismo que se vive en Jujuy con personas presas por tuitear o mandar mensajes de WhatsApp. Uno podría pensar que tiene que ver con la insurrección por la reforma constitucional, pero es algo muchísimo más grave: la supuesta infidelidad de la mujer del ex gobernador Gerardo Morales. 

El rumor se esparció antes de las fiestas. Aseguraba que a la mujer la detuvieron en un control policial y que allí estaba acompañada por un señor que no era su marido. Esas cosas podrían superarse rápidamente si se las tratara de ese modo, como un rumor condenado al olvido si se ignora el tema, ayudado por el ponerse a hablar de otras cosas. 

Pese al escándalo real, concreto y tangible de hace tres décadas, hoy pocos hablan de "La Turca" Sesín, en gran medida por la capacidad puntana de mirar para otro lado. Morales y el Estado jujeño eligieron otra forma de lidiar con ese runrún que podría haber quedado recluido en un nicho de gente hiperpolitizada, actuando contra gente que se dedicó a comentar el tema. Dos meses después, al rumor ya lo repiten hasta en los programas de chimentos de los canales de cable.

Como siempre, yo no soy abogado y no conozco sobre las cuestiones técnicas específicas de la materia, pero parece llamativo que hubiese habido gente detenida por comentar de modo irónico la historia de la incomprobada cornamenta del radical, una figura pública que no puede escaparse de los alcances de ese tipo de comentarios maliciosos que todos sufren en algún momento.

Los radicales alineados con el jujeño y el radicalismo orgánico del progresismo porteño salieron a defender los indefendible. No había ninguna amenaza a la integridad física de Morales, su mujer o su hija, como tampoco un riesgo institucional. No pasó nada que amerite meter preso a alguien que se ríe de la desgracia ajena, pero los leguleyos boina blanca decidieron que ahí había un delito contra la hija del dirigente en cuestión, al poner en duda su identidad -un derecho humano fundamental- con un agregado de violencia machista por tratarse de una nena. Insólito.

La peor parte de los argumentos de los ofendidos por las referencias a la supuesta cornamenta norteña parecen olvidarse de todo lo que pasó con Alberto Fernández. El expresidente podría haber usado los resortes del Estado para meter presos a los que se burlaban de la actividad cosplayer y drag queen de un hijo que se trasviste. Ni hablar de los rumores sobre el embarazo de Fabiola, supuestamente imposible por la vasectomía que había tenido Fernández, o los comentarios al nacer el hijo de ambos, con especulaciones que involucraban nombres de funcionarios. Sin embargo, el tipo se hizo el zonzo, miró para otro lado, dejó que pase el tiempo, y hoy está de tapas por los bares en España o tocando canciones de Serrat para levantar minitas. Nadie se acuerda de él, la mujer, ni los hijos.

Hace un par de años engancharon a un ex ministro kirchnerista -devenido después en presidente del radicalismo- en un affaire con una mujer embarazada y con familia. Los hijos de la señora eran más grandes que la hija de Morales, así que deben haber sufrido un poco más la falta de decoro de la pareja en cuestión. Nadie fue preso por decir barbaridades del tema, que fue tapa de una revista y se mantuvo mucho tiempo en las mesas de debate de la televisión.

Lo de Jujuy no tiene sentido por ningún lado, pero además es una clara muestra de la falta de criterio de Morales para manejar la comunicación. Cuando Macri le mojó la oreja con aquel tuit de que Morales y Milagro Sala iban a votar al mismo candidato en el ballotage, el exgobernador salió a responder en tuiter como una novia despechada que escracha en los grupos de compra y venta de Facebook a la que le robó el marido.

También reaccionó cuando Macri lo provocó con algunas frases abollando el bronce de Hipólito Yrigoyen, el primer populista del periodo posterior a la ley Sáenz Peña. En lugar de dejarlo pasar, salió como los peronistas que pidieron que levanten Los Simpson por el chiste de Perón como dictador, convirtiendo en noticia algo que debería pasar sin pena ni gloria.

Lo primero que se me ocurrió cuando decidí escribir sobre esto fue el título. Leyendo un libro me encontré una frase muy extendida, pero que no conocía: "los cuernos son como los dientes: duelen cuando salen, pero después ayudan a comer". La frase es de la época colonial, cuando las mujeres adúlteras enganchaban a algún funcionario del nuevo mundo que después les daba un buen trato que ayudaba a sostener sus hogares.

No sabemos si lo de Morales es real, pero su forma de reaccionar por el tema nos hace sospechar que puede ser que haya algo de cierto por detrás. En lugar de ver de qué manera podía hacerse el zonzo y aprovechar el tema para morder algo en algún lado (la mujer es de familia peronista, de los que mandan en el partido a nivel provincial), se dedicó a correr a la gente que, asustada, corrió contándole a todo el mundo que la perseguía el de la cornamenta. Así, no sólo no le sirvieron para comer, sino que tampoco va a conseguir que pase el dolor: cada vez que lo vean, va a tener que soportar que se le rían en la cara.

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