De Loredo y la (¿inevitable?) obligación de ser y parecer
Con una campaña municipal que en el tramo final entró en el barro, el radical tiene la oportunidad de reaccionar como un verdadero líder. De lo contrario, será rehén de una soberbia propia del narcisismo de las redes y las encuestas.
Por Gabriel Silva
Exactamente en dos semanas los cordobeses de la Capital sabremos el nombre del sucesor de Martín Llaryora y quién será, desde diciembre, el encargado de tomar las riendas de un Municipio que, como coinciden oficialistas y opositores, será en una situación muy distinta a la del 2019. Recta final de una campaña municipal, con una elección que amaga con polarizarse de igual forma que en los comicios provinciales y cuyo último tramo rumbo al 23J se transita por el barro. Con denuncias, acusaciones, vinculaciones de candidatos a concejales con el mundo del narcotráfico fueron los ingredientes de los últimos días para algo que podría terminar de cocinarse esta semana.
Porque la frase del reciente candidato a gobernador Luis Juez en LN+, a horas de finalizada la elección provincial, y el vínculo directo que hizo de la droga con la campaña del PJ cordobés se le volvió como un boomerang al resto de la coalición. Y, particularmente, a su socio Rodrigo de Loredo, con quien el líder del Frente Cívico atraviesa un sinsabor del que busca el momento adecuado para exponer y transparentar.
El salto al estrellato de Cristian Chesarotti, quien hasta hace unas semanas era un ignoto dirigente radical de la Capital, hoy en la mira del oficialismo no solo por ser el noveno en la lista de candidatos a concejales de Juntos, sino también por el allanamiento a su domicilio en barrio Marqués de Sobremonte fue el otro momento polémico y bisagra de la campaña municipal. Porque, después que se conociera que el operativo de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) del 8 de junio pasado derivó en la detención de un hermano de Chesarotti, secuestro de dinero en efectivo, folletos de la campaña de De Loredo, incautación de marihuana y el posterior reclamo a la Justicia de la pareja del candidato a concejal por 60 mil pesos que eran para pagarle a la militancia, el comando deloredista hace silencio. Prefiere que el tiempo pase, que los días transcurran, mientras miran cuánto puede esmerilar la carrera a la intendencia una denuncia de esas características.
Casi como subestimando la acusación y reaccionando solo frente a un PJ que tampoco es inteligente a la hora de discutir sobre esa polémica. El peronismo, por tratarse de una fuerza provincial la que hizo aquel allanamiento, debía tener el dato desde el mismo 8 de junio sobre a quién involucraba y cómo fueron los hechos, pero le faltó inteligencia y estrategia para exponerlo. Y, cuando lo hicieron, no en todos los casos eligieron los interlocutores adecuados.
Ya que la primera intervención, con el concejal oficialista Diego Casado, no fue la más lúcida. Esa descoordinación, con la lógica de vehemencia tuitera a la que recurre Casado, le permiten a la oposición endilgarle al concejal su rol y moverle el archivo como abogado defensor de Darío Cáceres, el ex líder de la barra brava de Talleres, la Fiel, en lugar de haber utilizado otros voceros. De hecho, cuando entró el intendente Martín Llaryora, primero; y el viceintendente y candidato, Daniel Passerini, luego, el impacto mediático fue distinto.
Aunque esto no se haya traducido en una autocrítica por parte de De Loredo. Por el contrario, confiado, el candidato a intendente les retrucó la acusación y sigue con Chesarotti en la boleta, avalado también por la subestimación de buena parte de la opinión pública y la eterna doble vara mediática cordobesa.
Un dirigente de años del radicalismo, definió a Alfil el vínculo entre De Loredo y Chesarotti de la siguiente manera: “cuando en Marea Radical todos eran de (Oscar) Aguad, ‘Chesa’ ya era deloredista”, como para graficar la lealtad del candidato a concejal a su líder, el hombre de Evolución. Tal vez por eso, en el entorno del actual diputado nacional crean que la acusación no hace mella. Ni esto, como así tampoco que la propia mujer de Chesarotti, actual asesora del concejal deloredista Esteban Bría, sea quien reclama en la Justicia parte del dinero incautado para pagarle a la militancia.
Cerca de De Loredo se defienden y afirman que “todos los candidatos de Rodrigo tienen ficha limpia”. Y en esto, incluyen también a la postulante al Concejo por el PRO en el 10° casillero de la boleta, Jéssica Rovetto Yapur, cuya pareja dirime una causa por narcotráfico en el fuero federal y dentro de la fiscalía que encabeza Maximiliano Hairabedián. “El de Chesarotti es medio hermano y ella ya no está con el tipo, es un ex”, simplificaron ayer desde el radicalismo a este diario.
Lo cierto, es que por más que el radicalismo pretenda blindar la boleta de De Loredo y seguir haciendo oídos sordos, en los despachos porteños tomaron nota y podría llegar a meterse la interna de Horacio Rodríguez Larreta con Patricia Bullrich, debido a que Rovetto Yapur se autopercibe halcón y hay muestras en redes de ello. Es más, un larretista que estuvo la semana pasada con el alcalde porteño en Córdoba se mostró preocupado y se acentuó ese estado cuando le dijeron que a una persona que es referente de Bullrich en Córdoba, otro integrante del PRO le había advertido la situación hace varias semanas. Incluso, antes de la elección provincial.
Por esto, liderar un espacio, sea o no con una victoria a cuestas, conlleva tener actitudes de tal. No subestimar ni pretender esconderlas debajo de la alfombra, amparado en la complicidad del establishment y en las falencias estratégicas de tu rival.
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