Cultura Por: J.C. Maraddón 23 de mayo de 2024

Uno que sabe de deudas

La opinión de Francis Ford Coppola sobre la situación actual del cine ha sido escuchada con atención en un Festival de Cannes que no puede ser ajeno al quehacer industrial, porque gira en torno a una expresión artística que sobrevive fluyendo a través del circuito de producción, distribución y consumo.

J.C. Maraddón


Hasta el próximo sábado se está desarrollando en Francia el Festival de Cannes y, por ende, las miradas de la mayoría de quienes están vinculados al cine se dirigen hacia esa vidriera en la que muchas vanidades desfilan por la alfombra roja y otros tantos filmes son proyectados ante la crítica más exigente. Porque si la ceremonia de los Oscar representa la mirada de la industria hollywoodense sobre la producción audiovisual, esta cita europea se pavonea como la reivindicación del sentido artístico de la cinematografía, más allá de que no faltan allí las celebridades estadounidenses que, en definitiva, son las que monopolizan los flashes.

Y así como en la convocatoria anual de Los Angeles se nota una llamativa presencia del cine de autor y de realizaciones financiadas por capitales extranjeros, en el festival francés se acentúan las visitas estadounidenses, que pueden cargar gran prestigio sobre sus espaldas, pero no dejan de ser embajadores de la factoría norteamericana. Sin ir más lejos, el jurado de esta edición de Cannes es presidido por la cineasta y actriz Greta Gerwig, en cuyo currículum figura como ítem reciente su participación como directora de “Barbie”, el tanque de taquilla más resonante de la temporada 2023.

De las premiaciones de la Academia de Hollywood se practican lecturas que apuntan a desentrañar hacia dónde se encamina el negocio cinematográfico, que una vez superada la pospandemia debe definir su rumbo como rama del entretenimiento. Y del palmarés de Cannes solían extraerse conclusiones acerca de las tendencias estéticas de este género, materializadas en las películas que participan de la competencia oficial y también en aquellos títulos que no son sometidos a la votación, sino que son seleccionados para su estreno en el marco de este extraordinario encuentro donde, además de un público selecto, concurre la crema de la prensa especializada.

Es habitual que se invite a realizadores de renombre para que, dentro de la agenda, ofrezcan allí la avant premiere de su más flamante filme, como una manera de honrar a esas leyendas y de, al mismo tiempo, confirmar la valía de la convocatoria que concita la atención del mundo en cada mes de mayo. En la presente ocasión, ha sido Francis Ford Coppola quien, a sus 85 años, sometió a la consideración general su largometraje “Megalópolis”, que ha sido objeto de valoraciones disímiles, pese a contar también con un elenco de destacadas figuras, encabezado por Adam Driver.

“Megalópolis” es un proyecto que tardó una década en tomar su forma final y que debió ser financiado por su propio director, quien posee una larga (y a veces más que costosa) experiencia en eso manejarse de modo independiente, aunque haya sido el responsable de algunas de las cintas más elogiadas de la historia. Quizás por eso su opinión sobre la situación actual del cine ha sido escuchada con atención en un Festival de Cannes que no puede ser ajeno al quehacer industrial, porque gira en torno a una expresión artística que no podría sobrevivir sin fluir a través del circuito de producción, distribución y consumo.

Según Coppola, las antiguas compañías productoras están concentradas en “ganar dinero” para poder pagar las deudas que han contraído, lo que las lleva a desentenderse de la calidad de los productos que elaboran. Y según él, por el contrario, las plataformas de streaming y algunas punto com, como nuevos jugadores en el negocio, son más proclives a invertir en obras innovadoras, ya que carecen de problemas económicos. Se puede estar o no de acuerdo con esta perspectiva, pero viniendo de quien viene, merece el interés de quienes se preocupan por el estado de salud del séptimo arte.