Nacional Griselda Lassaga 12 de agosto de 2024

¡A veces es .... mejor no hablar de ciertas cosas!

Por Griselda Lassaga

Cuando dejamos que los ismos inunden nuestros pensamientos reflejan creencias y valores en las conversaciones, extremos y reduccionismos en los diferentes contextos donde vivimos, pensamos, tomamos decisiones y finalmente, terminamos nuestra ronda de existencia humana. Hoy en día, nos encontramos en el abismo de la incertidumbre, de lo volátil y desafiante de muchas creencias que fueron validadas en diferentes períodos históricos de nuestro país. Estamos ante una mezcla de entornos VUCA[1] y velocidad del cambio en entornos ágiles que tanto enseñamos en nuestras aulas.

Vayamos al tema. Esta última semana ha llevado a la palestra situaciones, que más allá de lo anecdótico y del oportunismo para algunos en desviar hacia distracciones, este hecho puso en evidencia lo que es sin lugar a dudas un necesario debate sobre el delicado planteo coyuntural de un real y verdadero cambio cultural. De ese resultado que tanto hablamos en los claustros académicos como un cambio real y profundo de formas anquilosadas que aún existen en nuestra cultura.

En el cambalache criollo, tenemos a un ex presidente autodeclarado como el 1er feminista, acusado de violencia de género, una ex primera dama que muestra su vulnerabilidad siendo víctima de violencia pero que como mujer nos deja expectantes ante la falta de su responsabilidad individual y carencia de asunción ética de los errores de un pasado próximo. Muy próximo para todos nosotros, habitantes de este suelo nacional y … argentino.  

Sin adentrarnos en la variedad de declaraciones del vasto enjambre de organizaciones argentinas, y con el debido respeto por los movimientos sociales que buscan grietas para dar un aire de democratización en los diálogos imperantes.  Se puede afirmar que rondan en las actuales conversaciones diversas ideas que van desde el feminismo, el hembrismo y el mujerismo todos muestran una veta común que es el fomento del igualitarismo, y llevan a muchos a cuestionar la legitimidad del advocacy por los derechos humanos, en especial por los derechos de las mujeres. Hemos visto pasar una falsa educación que más que equidad fomentó el pensamiento extremo y radical.

Es en este contexto, que vale la pena poner sobre esta mesa de debate, la inevitable consecuencia de la deconstrucción en nuestro país. Resuena el concepto de deconstrucción en lugar de construcción conjunta y ética en las conversaciones.

  Hay que entender este término, “deconstrucción”[2], no en el sentido de disolver o de destruir, sino en el de analizar las estructuras sedimentadas que forman el elemento discursivo, la discursividad filosófica en la que pensamos. Este analizar pasa por la lengua, por la cultura occidental, por el conjunto de lo que define nuestra pertenencia a esta historia. Llevando la idea de la deconstrucción como movimiento que lleva a una transformación que se interroga sobre todo, que moviliza al abandono de los juicios sesgados para buscar nuevas respuestas[3].

¿Adónde va esta reflexión? Somos personas humanas transitando un proceso de desarrollo, en el cual debemos elegir, al mejor estilo del conejo en Alicia en el País de las Maravillas que nos alienta a perseguir nuevos descubrimientos, cuál será el sendero que decidamos seguir.

 Quizás la próxima aventura será el ser copartícipes en equidad, según las habilidades de cada persona para lograr una cultura que valorice la real integración. Esta disciplina pone en valor y juego a las virtudes personales y las habilidades diversas y disímiles que aportan la real riqueza a la evolución de todas las personas.

 

 

 

 

 

[1] VUCA  es un modelo de gestión de entornos complejos, volátiles, impredecibles y ambiguos que persigue preparar a los gestores para una nueva realidad en la que es necesaria tener una gran capacidad de reacción

 

[2]    La palabra “deconstrucción” sirve en primer lugar para traducir un par de palabras: la primera que viene de Heidegger, quien hablaba de “destrucción”, la segunda que viene de Freud, quien hablaba de “disociación”.   Así entonces, la deconstrucción, la experiencia deconstructiva, se coloca entre la clausura y el fin, se coloca en la reafirmación de lo filosófico, pero como apertura de una cuestión sobre la filosofía misma. Desde este punto de vista, la deconstrucción no es simplemente una filosofía, ni un conjunto de tesis, ni siquiera la pregunta sobre el Ser, en el sentido heideggeriano /textos extraídos de una entrevista realizada a Jaques Derrida, filósofo francés.

 

[3]  Culler, J (1944) Sobre la deconstrucción, 2da edición, Ed. Cátedra.

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