Otra vez el fuego
Los incendios asolan Córdoba y no alcanzan los recursos para pararlos, pero sabemos que estamos en el distrito mejor preparado
Por Javier Boher
Hay cosas de las que uno no puede tomar dimensión hasta que no le pasan. Los incendios entran en ese grupo.
Hace un par de años habíamos decidido criar pollos. Un día tuve un problema al prender la estufa, se tumbó la garrafa y se empezó a quemar todo. Se murieron todos los pollos, que se lamentaban de una manera que recuerdo vívidamente. Ese día entendí el poder devastador del fuego.
Al año siguiente se quemó un campo al lado de mi casa. Se veían columnas de humo negrísimo que resultaron ser porque les agarró los silobolsas. La experiencia les sirvió para comprar tres cisternas para remolcar con tractores e incluso un camión de bomberos. Unos meses después estábamos luchando para evitar que el fuego avance hacia la zona de mi casa cuando aparecieron estos tipos para apagarlo. Fueron un par de horas bravas. Una vez controlado quedaron los bomberos podando ramas y tumbando árboles para que no reinicie.
A lo largo de los años a amigos o conocidos se les ha quemado parte de su terreno, han tenido que soltar sus animales o incluso han perdido la casa que habían construido con tanto esfuerzo. A algunos les tocó por negligencia de un tercero, a otros por un transformador que reventó un día de calor y a otros por algún enfermo que decidió hacer daño y prender fuego intencionalmente. Una acción así vi en persona antes de que se hiciera la obra del Tropezón, cuando dos inadaptados rociaron combustible en el cantero de la avenida, justo frente a la estación de servicios, y prendieron fuego a plena luz del día. Afortunadamente la policía llegó en el acto y los detuvo.
No importa el lugar ni la forma en la que se origine, el fuego no perdona a nadie, especialmente cuando se reúnen condiciones como las de este septiembre caluroso, seco y ventoso.
Los cordobeses lidiamos con estos incendios desde hace décadas, lo que ha llevado a que tengamos una de esas políticas de Estado que muestran cuánto más madura está Córdoba que otras provincias. Incluso en medio de una catástrofe como esta, la política de lucha contra el fuego es, quizás, lo mejor que tenemos, al punto que siempre hay bomberos cordobeses trabajando en incendios en otras partes del país. Los aviones hidrantes no son un invento de esos que usan los políticos, sino una realidad concreta que me impactó cuando vi bien desde abajo cómo caía el agua.
Ppr eso es que produce ira ver cómo hay algunas personas que cargan la responsabilidad sobre los cordobeses que decidieron castigar a Sergio Massa en el ballotage, como si ambas cosas estuviesen relacionadas o -mucho peor- como si a Córdoba le correspondiera esta desgracia por una especie de castigo divino, cual Sodoma y Gomorra. El kirchnerismo aprovechó el incendio del Pan de Azúcar en 2020 para hacer una modificación demagógica a la ley nacional de manejo del fuego. Solo una ley oportunista. Nada más.
Córdoba se las arregla sola para pelear contra el fuego, como siempre y como para tantas cosas. Pasan presidentes, partidos, ideas económicas y peleas mediocres entre gente mediocre, y Córdoba sigue sosteniendo esa política de Estado, preparando gente, aportando recursos y viendo de qué manera seguir preparándose para pelear contra el fuego. Algunas veces es muy difícil ganar, pero por lo menos sabemos que nos toca el mejor equipo para lograrlo.
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