Caras y caretas cordobesas
Concluyen en esta nota las referencias a la Escuela al Aire Libre inaugurada en el Parque Sarmiento de Córdoba, en 1919, en base a “Caras y Caretas” y a otras fuentes sobre ese proyecto educativo y sanitario.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
La escuela de los niños débiles (Segunda parte)
La cita de un artículo en Caras y Caretas del 14 de junio de 1919, que venimos leyendo se completa en esta segunda nota. Luego de referirse a la inauguración en el Parque Sarmiento de la Escuela al aire libre, y de presentar los elementos clave de esta iniciativa cordobesa, proseguía el semanario porteño desarrollando los objetivos a que respondía aquel establecimiento dirigido a “los niños débiles”:
“Pero no es sólo, en lo que respecta a métodos pedagógicos, por lo que son útiles estas escuelas, sino que persiguen un fin más alto: el de la salud del alumno. Los niños que el cuerpo médico escolar considera débiles o retardados, deben recibir una instrucción especial, y ésta en lugares sanos, donde se respire a pleno pulmón aire puro, y el sol oree ampliamente las aulas. Tal es lo que se hace en las escuelas de niños débiles; la que existe en esta ciudad, en el Parque Lezama, es notable; pero la inaugurada recientemente en Córdoba está en mejores condiciones, pues ha sido creada especialmente para este fin, y tanto las aulas como los jardines se hicieron exclusivamente para el colegio de niños débiles. Ver aquellas aulas a la hora de clase, llenas de niños encantadores que irradian alegría, atentos a la amena charla del profesor, es algo interesante; pero donde se ve la ventaja de estas escuelas y lo beneficiosas que son para la higiene de los niños, es cuando se dan las clases al aire libre. ¡Qué alegres están éstos, y con qué atención escuchan las explicaciones! Se diría que pertenecen todos a una misma familia por el espíritu fraternal que reina en todos ellos. En los recreos, sobre todo, los niños se sienten en plena libertad, e improvisan juegos en las hamacas y en los trapecios, llenando de risas los jardines y asustando con sus alegres charlas a los pajarillos quo se posan en los árboles. Después, en cómodos sillones, se están sentados durante un largo espacio de tiempo, descansando y saturando sus pulmones de aire puro, hasta la hora de volver a las clases, que como son dictadas con un deseo de agradar, son un nuevo recreo más para los niños. Córdoba puede enorgullecerse de este nuevo progreso; ello prueba que sabe velar por el porvenir de sus ciudadanos, pues cuidando de la salud de los niños, asegura el futuro de la raza. La nueva escuela al aire libre dará pronto sus frutos, y será para Córdoba un alto ejemplo de su espíritu progresista. Sus autoridades y profesores están empeñados en esta obra, que viene a llenar una sentida necesidad en la provincia, y a resolver un alto problema educativo. Las autoridades merecen plácemes por esta loable y beneficiosa iniciativa que han llevado a la práctica.”
Para dar cierre y ampliar aspectos de este hito en la educación cordobesa, es de gran utilidad un texto publicado por el investigador Fernando Desossir, junto a una fotografía de la escuela al aire libre, en las páginas de historia Córdoba de Antaño, cuyo perfil en una red social es muy visitado y está en permanente actualización.
Desossir se refiere a la escuela “más tarde conocida como Instituto Ignacio Garzón al Aire Libre, ubicada en el parque Sarmiento, en la manzana comprendida entre calles Carlos Thays, Crisol y Av. Deodoro Roca. Con excepción del viejo arco de entrada al predio, que aún subsiste en la esquina S.O., actualmente la institución y sus pabellones han desaparecido, reemplazadas por una serie de edificaciones de fines de la década de 1960 que albergan distintas reparticiones municipales.”
El autor de este aporte enmarca el proyecto haciendo referencia a los estragos de la tuberculosis, (enfermedad infecciosa que aún genera víctimas en el presente) temible epidemia que golpeaba especialmente en los sectores más empobrecidos de la población cordobesa a comienzos del siglo veinte. “Como los niños de estos sectores resultaban particularmente vulnerables a esa y otras enfermedades, durante la década de 1910 un grupo de legisladores de extracción católica, entre ellos Félix Garzón Maceda y Juan Félix Cafferata, comenzó a insistir en la creación de escuelas al aire libre organizadas de acuerdo con el modelo de las escuelas abiertas de Fröbel y Pestalozzi, donde se realizaban actividades físicas y trabajos manuales en un marco de educación moral. El objetivo de estas instituciones era el de vigorizar y estimular los cuerpos, mentes y espíritus de niños que, ya sea por su condición física o social, tenían necesidades especiales. De ahí que también se las llamara escuelas de niños débiles.” Señala Desossir como uno de los promotores de este proyecto, al médico cordobés Benito Soria, especialista en pediatría, quien se había perfeccionado con una beca en el «Hospital des Enfants Malades» de París, en 1910. Luego sería director de la Casa Cuna de Córdoba. Según el artículo en Córdoba de Antaño, Soria “había participado del Congreso Americano del Niño de 1916 realizado en Montevideo” donde conoció una escuela que la Liga Uruguaya contra la Tuberculosis mantenía con notables resultados. Fue sobre ese modelo que, en 1919, se inauguró el novedoso establecimiento en el Parque Sarmiento de Córdoba. Agrega el colaborador de la página de Internet, referido a la trayectoria del proyecto, que “sin embargo en la práctica, y a pesar de las quizás buenas intenciones de sus promotores, con el tiempo este establecimiento terminó asemejándose más a un asilo que a una escuela, convirtiéndose en un foco del mismo mal que pretendía evitar. Colaboró con ello la falta de formación específica docente, la falta de capacidad decisoria de los establecimientos escolares de la época, que dependían directamente del Poder Ejecutivo aún para la toma de la más mínima medida administrativa, la inestabilidad del magisterio, cuyos puestos no estaban garantizados, el pago malo e irregular de los maestros, y la siempre escasa disposición de fondos estatales para suplir a los proyectos de inversión educativa”.