Un premio a lo prohibido
“No Other Land” es un largometraje de Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor, que se llevó la estatuilla de la Academia correspondiente al Mejor Documental por sus méritos de realización y, sin duda, también por testimoniar la realidad que se vive desde hace muchos años en Medio Oriente.
J.C. Maraddón
La semana pasada, cuando insistíamos en que “Anora” no ganó el Oscar a la Mejor Película por ser un largometraje independiente sino por tratarse de una tragicomedia de excelente factura, poníamos en consideración entre otros factores el elevado presupuesto que demanda un filme que pretenda entrar en el circuito internacional. Se entiende que esa caracterización estaba referida al caso de las producciones de ficción, las que por su propia esencia necesitan de inversores dispuestos a financiar sus costos, que por muy acotados que sean siempre superarán las posibilidades de los que pretendan hacer realidad a pulmón su sueño de elaborar una obra cinematográfica.
Pero a la par de este fenómeno, se ha venido desarrollando en las últimas décadas una pasión por el género documental, tal vez alimentada en su momento por ciertas señales de cable y ahora por los requerimientos de las plataformas de streaming que deben poblar de contenidos su grilla. Lo concreto es que esta categoría, a la que en Hollywood se solía considerar como menor a la hora de las galas de premiación, ha pasado a un primer plano y ha abandonado el anonimato, para introducirse entre los rubros a los que se les presta especial atención, tanto por parte de la crítica como del público.
En este apartado, hasta no hace mucho también había que hacer frente a múltiples gastos, como desplazar equipos de filmación a determinadas locaciones o esperar vaya saber cuánto hasta que se produzca el hecho que se pretende registrar. Es decir que, si bien el documentalista generalmente manejaba proyectos bastante menos onerosos que los de los realizadores de cintas ficcionales, de todas maneras debía reunir capitales no tan sencillos de conseguir para llevar adelante su idea. Y todavía subsiste esta clase de emprendimientos que no se miden en gastos en la consecución de su objetivo.
Pero de a poco han ido proliferando otros recursos y técnicas que, aprovechando las nuevas tecnologías y los materiales de archivo (a veces, hasta filmaciones hogareñas), reducen al mínimo los gastos y brindan mayores chances de que el efecto de autenticidad de las imágenes sea más poderoso. Acostumbrados como estamos a ver imágenes caseras en las redes sociales, que la cinematografía se apropie de ese mismo formato no solo no nos parece extraño, sino que hasta puede resultar todavía más cómodo para los espectadores jóvenes que se pasan horas mirando los reels de TikTok e Instagram, como un entretenimiento cotidiano.
Algo de eso hay en “No Other Land”, el largometraje de Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor, que se llevó la estatuilla de la Academia correspondiente al Mejor Documental, por sus méritos de realización y, sin duda, también por testimoniar la realidad que se vive desde hace años en medio Oriente. Basel enfoca con su cámara la constante lucha de una aldea palestina en Cisjordania por defender su territorio del ejército israelí que quiere establecer allí un campo de entrenamiento. Como vocero de sus vecinos, él será entrevistado por el periodista Yuval Abraham, enviado desde Israel para cubrir los acontecimientos.
La disimil situación de ambos no será obstáculo para que entre ellos se establezcan lazos de amistad, que serán relevados en tiempo real y expuestos en el filme como una manera de mostrar lo absurdo de una guerra demasiado dispar. Más allá de este trasfondo humano, es evidente que para la distribución mundial se trata de un contenido polémico y es por eso que visualizar esta obra por los canales habituales resulta imposible. Insólito que, en el colmo de la corrección política, la industria consagre una producción que no está disponible al público por razones obvias.
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