Control de daños del Panal, protesta a reglamento de la CGT
La movilización que preludió al paro general, y que la CGT nacional hizo coincidir con la marcha de los jubilados, terminó encapsulada en un reclamo hacia el Gobierno Nacional y dejó a salvo al Centró Cívico, que mantiene frentes gremiales abiertos.
Por Felipe Osman
El centro de Córdoba atravesó un colapso momentáneo ayer, cuando, desde sus distintas sedes gremiales, los sindicatos alineados en ambas CGT, Regional y Córdoba, movilizaron sus cuerpos orgánicos en apoyo al reclamo de los jubilados, frente que el Gobierno Nacional mantiene abierto hace meses, y destinatarios de buena parte del ajuste con el que la Casa Rosada presume haber puesto fin al déficit fiscal.
Las dos centrales, que permanecieron divididas tras el fallido intento de la CGT Nacional por unificarlas detrás de sí durante el gobierno de Alberto Fernández, empezaron un camino de reconciliación desde la marcha del 24 de marzo de 2024, pero ayer no compaginaron un mismo itinerario.
La CGT Regional, conducida por Ricardo López (ATSA), Rubén Urbano (UOM) y Edgar Luján (Camioneros), se movilizó por un puñado de cuadras y detuvo su marcha en la Plaza San Martín, mientras que la Central Córdoba, continuación del armado antes conducido por José “Pepe” Pihen, siguió camino hasta las inmediaciones del Centro Cívico, donde sus titulares Federico Corteletti (Judiciales), Andrés Colazo (Empleados del Jockey) e Ilda Bustos (Gráficos) acompañaron la columna de los jubilados.
En la previa, emisarios del Centro Cívico convidaron a los gremios que no quisieran poner al gobernador en el foco de sus reclamos a no formar parte de la movilización, dando por descontado que, tal como sucedería luego, varios sindicatos aprovecharían la ocasión para cargar en contra del Gobierno Provincial.
Es que, a lo largo de las últimas semanas, distintos gremios estatales han reabierto o profundizado sus reclamos hacia el Centro Cívico, que ya había dado por cerrado su frente sindical tras la firma de la paritaria docente.
Es el caso de la delegación capitalina de UEPC, que a una semana de que la conducción provincial firmara el acuerdo convocó a una asamblea provincial, y lanzó un esquema de asambleas departamentales para definir un nuevo curso de acción, poniendo en jaque una paritaria indispensable para el Gobierno Provincial, que espera afrontar la campaña electoral previa a las Legislativas sin conflictos gremiales.
A ese foco, se suman varios otros. Uno de ellos, en Salud, y con epicentro en el Hospital Rawson, donde un recambio de delegados producido en marzo trajo consigo una intensificación de las protestas por condiciones laborales y baja de contratos en el Polo Sanitario de Bajada Pucará.
En paralelo, en el gremio de Empleados Judiciales cobra fuerza un reclamo que comenzó con airadas protestas de autoconvocados, y que fue luego canalizado por la estructura orgánica de Agepj, que viene de votar por unanimidad un intensivo ‘plan de lucha’ con jornadas de paro en las tres primeras semanas de abril, a la espera de una recomposición salarial y un reordenamiento escalafonario que lleve a los Judiciales a recuperar al menos parte del salario real perdido desde diciembre de 2024.
Para completar, el Centro Cívico acaba de recrudecer otro foco de conflicto, en este caso con el maltrecho sindicato de Luz y Fuerza, que, en las últimas elecciones, ante una oposición dividida, volvió a poner al frente del gremio a Jorge Molina Herrera, dirigente sindical debilitado por una situación judicial sumamente compleja ante la Justicia Federal. Llaryora firmó esta semana el decreto que oficializó la transformación de Epec en una Sociedad Anónima, y el gremio teme que ese decreto marque el punto de partida para una paulatina privatización de la empresa provincial.
Repárese en algo: en todos estos conflictos hay un común denominador. Las conducciones gremiales oficiales aparecen condicionadas por una oposición interna que reclama mayor beligerancia en la protesta.
Por eso, la decisión de movilizar un día antes del paro resultó cómoda tantos para el Centro Cívico como para las conducciones gremiales.
En el primer caso, porque la protesta no ganó la masividad que podría haber alcanzando si no sólo los cuerpos orgánicos se movilizaban, sino también las bases de cada uno de los gremios en conflicto. En el segundo, porque las conducciones gremiales esquivaron el encuentro con sus representados, que en más de una ocasión les han manifestado su descontento.
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