Tercer intento del cordobesismo en la liga nacional
El gobernador buscará el domingo aquel objetivo que en dos oportunidades también había intentado José Manuel de la Sota. Los tres momentos políticos claves que visibilizaron a Schiaretti como jugador nacional.
Por Yanina Soria
Precisamente ese argumento es el que el cordobés usa como activo a su favor cuando se presenta como el único precandidato presidencial surgido fuera de los límites de Buenos Aires; todo un concepto que le permitió construir un perfil político de contrapunto al oficialismo nacional y a los precandidatos de Juntos por el Cambio. Schiaretti se apropió de la bandera del federalismo y edificó desde allí su plataforma electoral.
El gobernador del 57 por ciento de los votos en Córdoba se pondrá a prueba el próximo domingo. Es un dirigente con alta valoración entre la propia dirigencia pero ignoto para muchos argentinos de otras provincias; un flanco débil reconocido por el propio schiarettismo que tiene muy en claro que no se puede votar lo que no se conoce.
Por eso, ganar Córdoba se vuelve un elemento indispensable en su plan electoral.
El apellido Schiaretti y la foto del gobernador quedarán estampados en la lista que compartirá mesa con otras 26 boletas presidenciables, esperando precisamente que esa imagen abrumadora con la que se chocará el elector al ingresar al cuarto oscuro, le juegue a favor en Córdoba. Tan taquillera dicen desde el PJ sigue siendo su imagen en esta provincia, que apuestan a que los mediterráneos le den un nuevo apoyo, hilvanando el tercer tiempo electoral que se juega el peronismo cordobés.
Schiaretti buscará el domingo aquel objetivo nacional que en dos oportunidades intentó, sin éxito, el padre de Unión por Córdoba. José Manuel de la Sota se quedó a mitad de camino allá por el 2002 cuando finalmente Eduardo Duhalde terminó inclinándose por Néstor Kirchner, y tampoco lo logró en el 2015 cuando se alió al Frente Renovador de Sergio Massa (en el Frente UNA) y perdió la interna en las PASO. La muerte lo sorprendió en el 2018 justo cuando reeditaba su aventura presidencial.
Ahora es el turno del líder de Hacemos por Córdoba que por primera vez se medirá en las grandes ligas a donde llega envalentonado por el doble triunfo local. El infalible aparato peronista provincial y capitalino logró en sólo un mes colocar a Martín Llaryora como gobernador electo y a Daniel Passerini como su sucesor en el Palacio 6 de Julio, pisoteando así como así las expectativas que tenía la dupla Luis Juez-Rodrigo De Loredo. De hecho, el tándem Schiaretti-Llaryora exhibe como trofeo frente a otros distritos el hecho ser de los pocos gobiernos PJ que pudieron revalidar el poder en su terruño.
Schiaretti intentará surfear con la mayor dignidad electoral posible la difícil parada de las PASO apoyado en un esquema político perfeccionado con el tiempo, de trabajo territorial aceitado y sistematizado. Al cordobés, le servirá para la pulseada que se viene después del 13, contar con un capital político nacional propio. Lo mucho o poco que logre será el plafón desde el que podrá negociar sea a nivel parlamentario o de coalición de gobierno que es a lo que verdaderamente le apunta esperando que sea Horacio Rodríguez Larreta quien se imponga en la interna nacional de Juntos.
La boleta de Hacemos por Nuestro País estará en todas las provincias, y en 16 de ellas con candidatos propios a diputados, senadores y al Parlasur. Incluso, logró colgar candidaturas a intendente en algunos distritos de la provincia de Buenos Aires.
Schiaretti cree haber desafiado ese tapón con el que se encuentran los candidatos emergidos desde el interior profundo del país: cómo jugar en primera sin hacer pie fuerte en Buenos Aires. Pues, desde su entorno ponderan el equipo armado, allí destacan al propio Florencio Randazzo, compañero de fórmula presidencial; al viejo duhaldismo y al lavagñismo que se sumaron a la construcción anti grieta. Mientras que por Capital Federal lo mencionan al ex titular de ANSES, Diego Bossio.
Esos son algunos de los nombres en los que Schiaretti se apoya fuera del distrito cordobés y en los que confió para construir donde Dios verdaderamente atiende.
Tres momentos claves
En la construcción del cordobés como figura presidenciable, hubo tres momentos políticos que fueron claves para visibilizar a Schiaretti como jugador nacional.
- Febrero de quiebre. Este año, el 22 de ese mes, la senadora por Córdoba y esposa del gobernador, Alejandra Vigo, le quebró el bloque al Frente de Todos y le complicó el quorum al oficialismo. Duro golpe contra la presidenta del Senado, Cristina Fernández de Kirchner, que puso al apellido Schiaretti en la vidriera nacional.
- Coqueteo amarillo. Aunque todavía a una porción importante del PJ Córdoba le cueste digerir el acercamiento que intentó Schiaretti con Horacio Rodríguez Larreta mientras se desarrollaba la campaña provincial, en el Panal admiten que ese momento marcó un hito en el nivel de conocimiento y posicionamiento nacional del cordobés. Evalúan como positivo ese golpe de efecto que derivó en que por semanas se hablara del cordobés en todos los medios nacionales.
- Los Pituquitos. Pero sin dudas, el último empujón nacional se lo dio ese Llaryora desenfrenado la noche del 23 de julio cuando desde el escenario del triunfo capitalino gritó contra las inequidades entre Buenos Aires y el interior del país. “Los pituquitos de recoleta” resonaron de inmediato en la provincia que concentra el mayor padrón electoral, abriendo un debate histórico como la escarapela. El mensaje que, con otro tono y por décadas buscaron instalar De la Sota y Schiaretti, se amplificó nacionalmente en cuestión de horas tras el planteo del gobernador electo.
Ahora bien, para mensurar el impacto real que tendrá toda esta movida cordobesista habrá que esperar, indefectiblemente, hasta el domingo. Mientras tanto, el peronismo cordobés que no pausó su campaña, trabajará a destajo hasta el último minuto para lograr colocar a su candidato en el máximo nivel posible.
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