Cultura Por: Gabriel Ábalos14 de agosto de 2023

Nuevos recortes de los días de papel Córdoba, 1896

Contar con tres diarios del año que visitamos le da amplitud a la mirada que estas publicaciones reflejan sobre la pantalla de los años, como estas facetas de lo cotidiano que nos atraen: lo político, los imaginarios, la prensa rival.

Sobre una lámina de "Uniformes de la patria", de Eleodoro Marenco: 1865 - Infantería de Línea 1870, Infantería Guardia N

Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com

El nombre de “diarios” señala el don que ejercen las publicaciones al ir recreando los hechos, día por día. Lo mismo ocurría en 1896, y desde aproximadamente 1852, en que la prensa de Córdoba se acercó a lo cotidiano para elaborar su versión del correr de las jornadas. Los diarios mismos fueron, también, objeto preciado de la vida cotidiana. Para dedicarnos al año en que nos hemos detenido, contamos con tres representantes de la prensa, de signos bien diferenciados: el jocoso La Carcajada, el católico y conservador Los Principios, y el oficialista La Patria. 

Dos de esas publicaciones contienen, en distintos meses, menciones a la Guardia Nacional, que era el servicio militar de fines del siglo XIX, adonde hacían su experiencia de armas los muchachos veinteañeros. Exploramos las mentalidades que circulaban en el imaginario cotidiano de aquel 1896.
En junio 14, el semanario La Carcajada daba una versión romantizada y emotiva del regreso de la formación militar a la ciudad, tras los meses de adiestramiento:
REGRESO DE LA MILICIA CIUDADANA
Hoy deben aportar a los patrios lares los hijos de este pueblo que con tanto entusiasmo y buena voluntad se desprendieron del hogar para ir a llenar los deberes que el ciudadano tiene cuando se trata de levantar en alto el honor y la dignidad de la madre, es decir, de la Patria.
Han cumplido como leales y buenos hijos, y si bien no regresan sahumados por el humo de los combates, en cambio vuelven satisfechos del deber cumplido y con la convicción íntima de haber dado un ejemplo de civismo.
Razón hay, pues, para que el pueblo los reciba alborozado y dispuesto a demostrarles las simpatías que le merecen.”
Proyectando hacia el pasado el simbolismo de la milicia cordobesa, decía también La Carcajada:
“Se han sabido conducir a la altura que les correspondía como dignos sucesores de los «Cívicos» de Paz y de los que en los esteros del Paraguay supieron dejar bien sentado el nombre de Córdoba.
Al recibirlos, pues, en nuestro seno, nos congratulamos en darles la bienvenida y saludarlos con un estrepitoso – ¡Viva la Guardia Nacional de Córdoba!”

El diario La Patria se exasperaba contra otra publicación, una revista, por desmerecer al cuerpo militar:
Despecho
El periódico local intitulado Revista de Córdoba, que no hace mucho tiempo obsequió a esta sociedad con unos versos pornográficos de la peor especie, registra en su último número, una crónica de los que llama los doce primeros días de campamento en Santa Catalina,-narración que es en su fondo toda una colección de injurias para nuestra Guardia Nacional.
No nos proponemos rebatir ese escrito que se arguye a sí mismo de falsedad, basta a nuestro propósito recordar que a los guardias nacionales de 20 años de la Brigada cordobesa los llama «guasos brutos», que al distinguidísimo Jefe de esa Brigada le tilda con el mote de «héroe famoso de Tortugas», y que criticando rudamente al pueblo de Córdoba porque no concurrió en masa a despedir a los guardias nacionales, denomina «muchedumbre estúpida» a las pobres madres que lloraron en la Estación del Central Argentino al despedir a sus hijos.
Ni la Brigada de Córdoba, ni el General Fotheringham, ni el pueblo cordobés, necesitan ser defendidos de esta clase de diatribas que se comentan por sí solas.”

Cambiando de ángulo, leemos a un redactor de Los Principios, autor de una columna titulada Dimes y diretes. Su nombre era José Menéndez Novella y firmaba con seudónimos. Este escriba se medía y se desafiaba con uno de La Patria, que firmaba como Gil Paz y no era otro que Leopoldo Lugones. El del diario católico se llamaba a sí mismo, con ironía, Gil Guerra. Mencionaba a su rival en cualquier ocasión, incluso cuando disputaba contra un tercer diario, el radical La Libertad:
“DIMES Y DIRETES
No hay como ser redactor de La Libertad para fallar solemnemente, en cualquier cuestión, sobre todo si es de cocheros.
Ahí está el número de ayer del ex diario radical que no me dejará mentir.
Ya saben V. V. lo ocurrido entre los dueños de cocherías y la intendencia.
Cualquier ciudadano o extranjero de vulgar inteligencia creyó, bien estudiado el asunto, que tanta culpa cabía al intendente de la huelga cocheril, como puede caber a Bianco de la insurrección cubana o a Gil Paz del conflicto anglo-americano.
Pero vienen los chicos del diario otrora radical, que es liberal hasta por el rótulo, y nos asegura formalmente, con toda solemnidad, que el señor intendente es el culpable de que no haya coches.
El colega cree que el señor Acosta es un inepto porque los cocheros no quieren pagar este año lo que el año pasado ofrecieron ellos espontáneamente.
Cualquiera creería que los cocheros tienen ganas de broma o no tienen ganas de pagar, lo cual viene a ser lo mismo por que el no pagar ya sabemos todos que es una broma para los acreedores. ¡Pero que se embromen!”

Cerramos con La Carcajada, ya que apareció el nombre del intendente Acosta. Tres menciones de un domingo, sobre el mismo personaje:
“Puede que me equivoque, porque al fin errare humanum est; pero soy capaz de poner la nariz de José Echenique y la del doctor Bustamante contra la mononita de José Viso a que no pasan muchos días sin que por esas regiones municipales tengamos tempestad.
Y lo menos que ocurrirá será que el intendente Acosta se venga abajo y en su caída lo envuelva a su predilecto secretario.
¡Cuan cierto es aquello de que todo es perecedero bajo el sol!”

Que no vuelve-Siguen circulando versiones apropósito de la no vuelta a la intendencia del señor Acosta, agregando que el hombre enviará de Buenos Aires su renuncia.
Todo puede ser y no ser, decimos nosotros; pero si el señor Acosta renuncia, será una prueba de que el hombre no ha perdido el buen sentido, como algunos lo suponen.”

“Según hemos oído decir, parece que el Intendente Acosta no renunciará la intendencia como se aseguraba que lo haría.
Si esto es cierto, el intendente Acosta demuestra que no es hombre que se preocupa del que dirán, que no deja de ser una cualidad.”

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