Milei, la Manaos y la personalización del voto bronca
La gran elección del libertario ratificó lo relegado que quedó el sello Juntos por el Cambio en Córdoba y el impacto de esta ecuación en el escenario del peronismo local. La fase corpórea y electoral del “que se vayan todos”.
Por Gabriel Silva
“Juntos por el Cambio no es más ‘la coca’. Ellos ahora son la Manaos”. La frase la exteriorizó por primera vez un alto funcionario municipal después de una charla en mayo con el intendente –y en ese momento candidato a gobernador- Martín Llaryora. Al punto, que después de esa intencionalidad para que la frase se instalara a través del buen diálogo del funcionario con algunos periodistas, fue Llaryora quien salió a exponer su propia teoría de la comparación entre los sellos partidarios y las gaseosas.
En aquel momento, el objetivo era raspar a su principal adversario, el candidato de Juntos, Luis Juez, y buscar levantar al resto de la oferta electoral provincial. Sobre todo, a los referentes de Javier Milei, convertido por aquel análisis del renovador del peronismo cordobés en la primera marca de la góndola de las bebidas.
Mucho de esto se repasó anoche en el Palacio 6 de Julio y más aún en El Panal, cerca del gobernador Juan Schiaretti, a la postre, uno de los derrotados en Córdoba. El socio fundador del peronismo cordobesista no logró el objetivo de convertirse en el candidato más votado de manera individual en la provincia que gobernó por tres períodos y no pudo ratificar su liderazgo. En un resultado que, por ahora, parece más fuerte como mensaje hacia adentro que fuera de los límites provinciales; y en una campaña que, merece señalar, no tuvo la épica ni la mística de las dos elecciones anteriores. Principalmente la que transformó en intendente a Daniel Passerini hace menos de un mes.
Schiaretti fue el único candidato del interior, es cierto; pero no talló esto en el resto del país para convertirlo en la opción que representara al federalismo y mucho menos en la alternativa para salir de la grieta. Los dos grandes ejes del discurso schiarettista en la campaña nacional.
El primero quedó vacante, ganó un porteño; y el segundo, también lo acaparó precisamente el ganador de las Primarias. El León libertario encarnó, no únicamente el voto con el que se salió de la dicotomía transformada en grieta electoral desde hace más de diez años, sino que también acaparó el voto bronca. Lo personalizó. Es el ingreso a una fase corpórea del “que se vayan todos”; y a esto le agrega reclamos de estos tiempos que no son los mismos del 2001 como seguridad.
Los desafíos que se vienen para la política doméstica pasan por la serie de reclamos que se vendrán en Juntos. Sobre todo, en un larretismo que había apostado fuerte a la ramificación en Córdoba y que no contó con nada de lo que le prometieron propios y extraños. La continuidad de la coalición está puesta en duda incluso por lo que hasta ahora forman parte de la alianza y empezaron anoche a impostar unidad.
En el peronismo cordobés, que Bullrich siga en carrera le pone un tope a la discusión interna del PJ: con Larreta se conversaba; la mujer halcón, para muchos es el límite. Como así también tienen en claro en el local la confirmación de una provincia refractaria al kirchnerismo/cristinismo/albertismo/massismo y la forma que adopte el PJ nacional.
Por último, el esquema libertario necesitará mano de obra calificada para lo que se viene. No alcanzará con el entusiasmo de la antipolítica y el fenómeno Milei como principio y final de todo. Y para todo.
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