Provincial Por: Gabriel Silva23 de agosto de 2023

Urge un nuevo acuerdo social

Es necesaria la reconstrucción completa del tejido social, el respeto por las instituciones y una clase dirigente que plantee, aunque sea, algunos puntos de concordancia.

Por Gabriel Silva

Las últimas 48 horas en la provincia fueron complejas para un distrito cuyo gobernador está en competencia nacional y observado con atención por varios aspectos. Pero, también fueron jornadas de zozobra, sin duda y mucho más para los vecinos y comerciantes que debieron soportar hordas de delincuentes en moto, intentos de saqueos en negocios de todo tipo, el pánico ocasionado por los mensajes ‘reenviados varias veces’ en los grupos de WhatsApp y una clase política que sigue modulando en otra sintonía. Tanto en el plano nacional, como en el ámbito local.

Hay dirigentes que no entendieron nada de lo ocurrido hace 10 días en las urnas y que siguen aferrados a una rosca que, en muchos casos ya los dejó afuera y los tendrá muy probablemente engrosando el índice de desocupación después de diciembre. Aun así, siguen pendientes de lo viral de un tweet o de la remoción de un archivo que en ninguna de las últimas dos paradas electorales cordobesas les rindió sus frutos.

Entre el domingo por la noche y la tarde de ayer se contabilizaron decenas de intentos de robos y saqueos –al margen de la cuestión semántica que preocupa al Panal- en toda la provincia. Con delincuentes que en las últimas décadas se profesionalizaron en la materia, tal cual reconoció a Alfil un alto funcionario provincial con conocimiento del territorio.

“Hay algunos sectores de la Capital con tipos que están organizados para todo; desde la toma de terrenos hasta la ocupación de un supermercado. Entonces, así como te toman un lote, te toman un súper”, razonó ayer un funcionario que monitorea la situación Capital.

En el sudeste capitalino, como así también en zona sur y los extremos norte y noroeste, la situación es compleja. “Hasta hoy, no sé de qué sector está viniendo. Pero no son los saqueos del 2001, acá se ve gente organizada. En moto y coordinada tipo grupo comando. Eso no es normal”, agregó un funcionario municipal que recorre la ciudad jornada completa.

Mismo panorama que advirtió otro que ayer estuvo entre la 11ª y la 14ª; desde Villa Adela y San Roque hasta Argüello Lourdes y barrio Autódromo. “Estamos viendo gente con capacidad de organización”, sostuvo.

La duda, en todos los casos, es por quién está organizada. Quién comanda, agita, siembra el caos y persigue una germinación inmediata de la tensión social en Córdoba. Esa es la duda que recorre el Panal, el Palacio 6 de Julio, el Ministerio Público Fiscal y que hace escala, como sucede en este tipo de circunstancias, en el Comipaz.

Ayer, un funcionario de diálogo permanente con el gobernador Juan Schiaretti afirmó a Alfil que la preocupación en el despacho principal del Centro Cívico está vinculada con la reconstrucción del tejido social. Una reconstrucción que implica, por ejemplo, un respeto por la institucionalidad que se degradó, de bastardeó y, muchas veces con una prensa demagoga –amerita la autocrítica-, se estropeó.

Impera una discusión por el Código de Convivencia que sea madura, no con un tratamiento express y con un consenso que no involucre únicamente al arco oficialista. Bloque que tampoco se muestra cerrando filas en torno a esto debido a que, tal como contó un legislador a este diario: “hay 49 posiciones diferentes”.

Es menester, también, que prime la concordancia entre la dirigencia. Que no crean los funcionarios nacionales que se declaran incompetentes para abordar la inseguridad en el conurbano bonaerense, que le hacen un favor a los cordobeses con una videollamada por WhatsApp a la víctima de un robo. Esa sobreactuación es la que genera dudas, y en muchos casos, aunque hayan mostrado ayer la predisposición institucional que no tuvieron en 2013, deschava los hilos de aquellos que arrastran a la población al abismo de la incertidumbre social, política y económica.  

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