Cultura Por: J.C. Maraddón04 de julio de 2025

Sin pasado revoltoso

Miguel Mateos se ha largado a festejar los 40 años de aquel “Rockas vivas” que, si bien ya no encabeza el ranking de los discos argentinos más vendidos de la historia, continúa figurando entre los preferidos de los consumidores. En el marco de la gira que celebra ese aniversario, actuará mañana en el Quality Arena.

J.C. Maraddón

Después de atravesar tragedias familiares, rupturas amorosas y vaivenes de la industria discográfica, en 1992 Fito Páez publicaba el disco “El amor después del amor” y alcanzaba las cumbres de su carrera, con una obra que tenía destino de clásico dentro de la historia de la música argentina. Menos de diez años antes, el rosarino se había lanzado como solista al amparo de su talento compositivo y con ese séptimo álbum (si contamos “La la la” junto a Luis Alberto Spinetta) le ponía un broche de oro a ese permanente ascenso que experimentaba su trayectoria. Su apuesta sembraba expectativas de un crecimiento todavía más pronunciado.

Pero entre los pergaminos de “El amor después del amor” no se puede obviar el hecho de que, al haber superado el millón de copias, se transformó en el disco más vendido de la música popular de nuestro país, un récord que sigue ostentando pasados más de 30 años de su aparición. Ese dato señala que, además de haber plasmado allí canciones de esmerada confección, también su olfato para el éxito estaba en su mejor momento, porque la gente hizo propias esas piezas y las interiorizó como parte de un tramo inolvidable de su vida.

Por añadidura, para la grey rockera ese título de campeón que había conseguido el álbum de Fito Páez servía para cauterizar una herida que los más fanáticos cargaban desde hacía varios años. Hasta ese entonces, el primero en ventas de todos los tiempos había sido el disco “Rockas vivas”, de Miguel Mateos con el grupo Zas, donde se compilaban ocho temas grabados durante una actuación en el Teatro Coliseo en abril de 1985, a los que se sumaba “Perdiendo el control”, una pista registrada completamente en estudios, que resultó uno de los hits más difundidos de ese LP.

Desde su sospechosa inclusión como teloneros de Queen en 1981, la banda de Miguel Mateos se había ganado cierta antipatía de los rocanroleros más recalcitrantes, que veían a este músico como alguien ajeno al movimiento, tanto por su forma de hablar como por su manera de vestirse. Pero el suceso de “Rockas vivas” se basaba justamente en eso: como no se encasillaba dentro de los parámetros que todavía reglamentaban el comportamiento de los rockers locales, la música de Zas (con sus estribillos aptos para la tribuna) tenía una llegada universal porque sonaba atractiva a un público mucho más amplio.

El paso de los años, sobre todo en lo que va de esta década, ha traído como consecuencia un proceso de lógico envejecimiento de aquellas figuras del rock ochentoso, quienes han empezado a emitir opiniones sobre la situación actual del país, que terminaron desencantado a algunos de sus más fieles seguidores. Fito Páez no se ha quedado atrás en eso, ya que con frases controvertidas que dejaron pasmado a más de uno, se sumó al lote de ídolos cuestionables, más allá de que sus presentaciones siguen teniendo una convocatoria que es la envidia de muchos de sus colegas.

Miguel Mateos, mientras tanto, como carece de un archivo revoltoso con el que se lo pueda contrastar, se ha largado a celebrar los 40 años de aquel “Rockas vivas” que, si bien ya no encabeza el ranking, continúa figurando entre los preferidos de los consumidores. En el marco de la gira con que festeja el aniversario de la salida de ese disco, actuará mañana en el Quality Arena ante esos fans de la más diversa procedencia que supo cosechar con sus canciones simples pero entradoras. Seguramente, volverán a escucharse allí esos temas que, un 11 de mayo de 1985, replicaron en el club Atenas el famoso show del Coliseo.

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