Caras y caretas cordobesas
La revista Caras y Caretas publicó necrológicas de dos hombres que condujeron diez años decisivos de la historia de Córdoba y el país: la de Marcos Juárez, en 1901, y la de Miguel Juárez Celman, en 1909.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
Dos tumbas hermanas del unicato cordobés (Primera parte)
Dos personajes notables en el elenco político de la provincia de Córdoba, hermanos entre sí, determinaron con su poder momentos claves de la penúltima década del siglo diecinueve. Sobre ellos importa el eco en Caras y Caretas, en el umbral del siglo veinte, del fallecimiento de las dos cabezas del juarismo cordobés. Las necrológicas de Marcos N. Juárez, ex gobernador de Córdoba, en 1901, y la de Miguel Juárez Celman, ex gobernador de Córdoba y ex presidente de la nación, en 1909, ayudan a girar en torno a sus figuras.
Marcos Juárez era un año mayor que Miguel, ambos pertenecían a una familia estanciera adinerada. “Don Marcos”, falleció el 25 de marzo y la noticia se publicó en “Caras” el 31 de marzo de 1900. Este hombre había hecho la carrera política clásica, a partir de jefe político del departamento Unión ascendió en el autonomismo cordobés en tareas de gestión. Llegó a un cargo clave en 1884, designado por el gobernador Gavier: Jefe de Policía de la capital de Córdoba. Allí Marcos Juárez mostró su cuño de caudillo autoritario rural imponiendo una práctica represiva violenta, a través de La Cadena, una tropa de carácter parapolicial políticamente dirigida contra los opositores. Al asumir como gobernador, en 1889, no desmintió ese juego por afuera de la moral y de las leyes, y el gobierno puso en el lugar del enemigo a los partidarios de la Unión Cívica. Limitémonos solo a una escena del acto final del poder de Marcos Juárez. El estallido que terminó con su gobierno (Miguel Juárez Celman había caído de la presidencia el año anterior) dató del 21 de mayo del 1891, dirigido por figuras políticas como Juan M. Garro, Pedro C. Molina, Manuel Vidal Peña, y un total de 350 hombres con muy escasa preparación militar. El 30 de mayo, se leía en El Porvenir:
“El Sr. Marcos N. Juárez – Antenoche partió con destino a la Capital del Paraguay, acompañado de toda su familia el Sr. Marcos N. Juárez.
Dícese que una de las causas principales del viaje del ex Gobernador ha sido la tirantez de sus relaciones con los hombres del círculo oficial y especialmente con el Gobernador Garzón. Le deseamos buen viaje.”
Ahora, para una mirada general sobre la figura y la acción de Marcos Juárez, se incluye aquí la necrológica que le dedicaba Caras y Caretas diez años más tarde, el 30 de marzo de 1901:
“Su actuación en la política, durante la década anterior, le dio una notoriedad que traspasó los límites de su provincia natal -Córdoba- y llevó su nombre a todos los ámbitos de la República. Se le conocía por don Marcos y era para él motivo de burla constante el mote con que le designaban sus adversarios y enemigos, que los tuvo tan numerosos y ardientes como pocos gobernantes los tuvieron. Su extraña personalidad, mezcla del hombre de campo y del de ciudad, comenzó a acentuarse en Córdoba antes que su hermano don Miguel ocupara la presidencia de la República, y ocurrido este hecho, no tardaron los palaciegos en rodearle, sentándole en la silla del gobierno, que nunca fue de su medida y siempre le molestó. Decididamente, no había nacido para gobernante, por más que, excelente ciudadano y honesto padre de familia, fuera de la vida política atraía con las bellas prendas que le adornaban, conquistándole buenos y leales amigos.
En el gobierno no eligió a éstos para que colaboraran en su obra, sino que dejó rodear su silla por las turbas famélicas de los cazadores de gangas, y ellos le prepararon las grandes decepciones que amargaron sus últimos años. El juicio a propósito del gobierno de don Marcos en Córdoba, así como sobre su actuación en la política nacional, no somos nosotros, ciertamente, los más habilitados para formularle, pero en cambio podemos reflejar el de la opinión pública contemporánea: excelente persona y pésimo mandatario. Después de Julio de 1890, fecha en que estalló la revolución que depuso a su hermano de la presidencia de la República, don Marcos renunció su cargo y se retiró a la vida privada, dedicándose a cuidar sus valiosos intereses. Es en esta tarea que le sorprendió la muerte el domingo anterior.”
La importancia y el poder político de los Juárez dio inicio con el ascenso de Miguel Juárez Celman a la gobernación de la provincia, en mayo de 1880. Su gobierno duró tres años y una serie de medidas patentizaron su militancia liberal y su mentalidad modernizadora del estado: “se estableció el Registro Civil y se secularizaron los cementerios; se hicieron trabajos sobre el trazado urbano y el sistema sanitario provincial; se fomentaron la educación y la colonización y aumentó considerablemente la obra pública, cuya realización más paradigmática fue el Dique San Roque”, según su Historia Biográfica en el AGN. Asumió como senador nacional hasta 1886, año en que llegó a la presidencia de la nación. Su gobierno fue caracterizado como “unicato”, y llegó a darle la espalda a su propio mentor, el ex presidente Julio A. Roca
Esto publicaba Caras y Caretas el 24 de abril de 1909, diez días después de fallecer Juárez Celman.
“El miércoles de la semana anterior, en las primeras horas de la noche, falleció en su estancia ‘La Elisa’, de Capitán Sarmiento, el ex presidente de la república doctor Miguel Juárez Celman. Difícil sería reseñar su actuación de estadista y su influencia en los destinos del país. La época en que le tocó actuar reserva a la historia y a los comentaristas del futuro el juicio imparcial y sereno que merecen las cosas pasadas y cuya crítica está vedada a los contemporáneos. (…) El doctor Miguel Juárez Celman nació en Córdoba en el año 1847. En la universidad de aquella provincia siguió los estudios de jurisprudencia, graduándose en el año 1871. En seguida entró de lleno a formar parte en las filas políticas de aquella época, apasionada y briosa.”
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