Cultura Por: J.C. Maraddón23 de septiembre de 2025

Ser o no ser una película

Con protagónicos a cargo de Leonardo Sbaraglia, Gustavo Bassani, Alejandra Flechner, Mónica Antonópulos y la niña jujeña Francesca Varela, la novela “Las maldiciones” de Claudia Piñeiro devino en una tira para Netflix dirigida por Daniel Burman, que consta de tres episodios con una duración total de menos de dos horas.

Por J.C. Maraddón 

Por más que las series constituyen un formato audiovisual que ha estado presente en la programación televisiva desde sus orígenes, la fulgurante aparición de las plataformas de streaming les ha dado una figuración inusitada que las posicionó casi a la misma altura de la producción cinematográfica. En un principio, estos servicios online pusieron a disposición de sus usuarios las temporadas enteras de los viejos éxitos de la TV (abierta y por cable), aunque a poco de andar empezaron a elaborar realizaciones propias o de empresas asociadas, que promovieron un progreso cualitativo en un género que hasta ese entonces era considerado menor.

Desde ese punto de inflexión, películas y series han competido por los favores de la gente. La proyección en salas apeló a recursos desesperados por sostener la afluencia del público y sufrió un golpe durísimo con la pandemia, pero logró mantenerse en equilibrio gracias a tanques de taquilla, como por ejemplo las sagas de superhéroes. Además, el streaming también operó como una vidriera atendible para los largometrajes, que así como antes iban a parar a los estantes de los videoclubes, ahora recalan en las plataformas cuando ha transcurrido un tiempo prudencial desde su estreno. Y otros debutan directamente allí sin instancias previas.

Las series, por su parte, ofrecen las ventajas de que no hace falta desplazarse del hogar para verlas y están accesibles en cualquier horario, a gusto y placer del espectador. Su distribución en un número determinado de episodios, posibilita que el público las consuma respetando esa estructura, o que se tome algún día libre para maratonear y devorarse así la serie completa. Tanta es la popularidad que han ganado, que las más exitosas de ellas son objeto de comentarios en la vida cotidiana, al igual que en otros tiempos sucedía con las telenovelas que acaparaban el rating.

Llegado este punto, cabría preguntarse qué factores inciden para decidirse por una manera u otra de contar una historia, al momento de encarar un proyecto de estas características. De seguro entran a tallar cuestiones de financiamiento, como resulta lógico en esta clase de emprendimientos que requieren de una gran inversión. Sin embargo, se puede pensar que también influyen las razones artísticas: ¿la trama admite ser subdividida en capítulos y estirada a lo largo de al menos una temporada? ¿O es imprescindible para su desarrollo que se ampare en el armazón típico de un filme, concebido para que se lo aprecie de un tirón de principio a fin?

A veces, responder a estas preguntas no es sencillo, como no lo debe haber sido para el experimentado cineasta Daniel Burman resolver cómo iba a plasmar en imágenes lo relatado por Claudia Piñeiro en “Las maldiciones”, una novela publicada en 2016. En ese thriller, un candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires que se postula como enemigo de “la vieja política”, termina envuelto en los laberintos del poder y de su vida privada. Para empezar, Burman adaptó el argumento y trasladó la acción a un lugar ficticio del norte del país, quizás tentado por la voluntad de Jujuy de mostrarse receptiva a sus necesidades.

Con protagónicos a cargo de Leonardo Sbaraglia, Gustavo Bassani, Alejandra Flechner, Mónica Antonópulos y la niña jujeña Francesca Varela, “Las maldiciones” devino en una tira para Netflix que consta de tres episodios y que en total no alcanza a sumar dos horas de duración. Filmada con detenimiento en los paisajes y con dosis bien administradas de suspenso y emotividad, en su trasfondo se vislumbra esa indefinición de no ser ni una cosa ni la otra. O de intentar unir en un único producto aquello que la industria suele vender por separado.

 

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