Entre el policial y la psicología
En “Task”, la serie que hace poco estrenó HBO Max, encontramos de un lado a un veterano agente del FBI encarnado por Mark Ruffalo, que de estar casi a punto de retirarse pasa a encabezar un equipo con una misión harto complicada. En el otro rincón, se nos presenta una pandilla dedicada a mejicanear narcos.
Por J.C. Maraddón
La frecuencia con que los relatos policiales se convierten en fenómenos masivos da cuenta del interés del público por esta categoría de tramas, vinculadas generalmente a crímenes que deben ser investigados y que enfrentan a los representantes de la ley con aquellos que no trepidan en transgredirla. Tanto en la literatura como en el cine, esas historias han contado desde siempre con una legión de seguidores, que ahora también tienen acceso a productos de su preferencia a través de los servicios de streaming, donde el catálogo de series de esta temática no sólo es abundante, sino que se renueva con frecuencia.
Por supuesto, muchas de esas realizaciones parten de un esquema simple, que va al hueso en cuanto al seguimiento que hace de los hechos y que supone una predilección por escenas de persecuciones y de violencia explícita, que son algo así como el atractivo principal que lleva a muchas personas a consumirlas. Cierta cantidad de fans, que no pide mucho más que puro entretenimiento, se solaza con esas narraciones minimalistas donde los malos son malos, los buenos son buenos y las idas y vueltas entre ellos cobran un alto voltaje que siempre terminará con el triunfo de la legalidad.
De igual modo, para espectadores más exigentes existen infinitas variantes en las que las cosas comienzan a complicarse porque ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, lo que genera una polémica que obliga a pensar más allá de lo que muestran las imágenes. Aparecen así subgéneros que enriquecen el panorama y que despiertan otra clase de fidelidades, porque parecieran otorgar prestigio a quien gusta de la exquisitez de rebuscar los personajes para dotarlos de mayor catadura. Ni qué hablar si, además, esas producciones ofrecen un mensaje político o social que complementa el contenido en pantalla.
Ahondar en la psicología de los delincuentes propone no una justificación pero sí una explicación de su conducta, del mismo modo que auscultar la mente de los guardianes del orden nos induce a entender por qué cumplen esa tarea de la manera en que lo hacen. Este tratamiento requiere de una predisposición a resignar un tiempo prudencial para exponer las manifestaciones de estos comportamientos, en desmedro de las secuencias más dinámicas que todos están esperando. Contrapesar unas y otras queda en manos del responsable de la tira, para que su propuesta no pierda agilidad ni tampoco eluda escarbar en lo profundo.
En “Task”, la serie que hace poco estrenó HBO Max, encontramos plasmados estos prototipos. De un lado, un veterano agente del FBI encarnado por Mark Ruffalo, que de estar casi a punto de retirarse pasa a encabezar un equipo con una misión harto complicada. En el otro rincón, se nos presenta una pandilla dedicada a mejicanear narcos: con un método bastante particular, se enteran de cuándo y dónde habrá plata mal habida, y planifican un ataque furioso, escondidos detrás de máscaras de Halloween. Puestos frente a frente ambos bandos, queda servido un plato que puede hacer las delicias de los amantes del policial.
El detenimiento que asume el creador Brad Ingelsby para exponer el contexto familiar del que proviene cada uno de los individuos intervinientes, transforma a los primeros tres episodios vistos hasta ahora en una montaña rusa, donde a diálogos que revelan intimidades se le contraponen tramos sobrecargados de acción y suspenso. En vez de complementarse, estas dos facetas de “Task” se intercalan sin descanso, provocando un efecto que agobia. Las brillantes actuaciones y la perspectiva de cuatro capítulos más que completen la saga, alimentan las expectativas que sigue despertando esta tira, más allá incluso de encuadrarse en un género determinado.
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