La solapada incomodidad del escenario en Córdoba después del 26-O
Juez y Natalia de la Sota preparan la ambulancia, mientras Schiaretti aguarda por un triunfo que lo catapulte al plano nacional. Mestre, con o sin banca, irá por todo en el radicalismo. Y el kirchnerismo se enfrenta a un panorama desolador y sin un anclaje a la vista.
Por Gabriel Silva
La noche del 26 de octubre asoma como el puerto de panorama incierto e inmediato en la política cordobesa. Con una campaña atravesada por la escasez de clima electoral, sin dardos ni acusaciones, e inmersa casi de manera completa en el contexto nacional, dentro de los principales armados locales saben -aunque por incomodidad no lo admitan- que el día después de los comicios no será igual. Habrá cambios.
Y casi con seguridad esos se darán en todos los espacios.
Principalmente dentro de los dos armados que en un escenario de absoluta paridad dirimirán la mayor cantidad de escaños. Tanto el exgobernador y candidato Juan Schiaretti; al igual que el presidente Javier Milei no desconocen el impacto nacional para ambos del resultado que arrojen las urnas cordobesas.
Al primero, un triunfo lo catapultará al plano nacional y lo consolidará como el líder de esa cooperativa del centro que es Provincias Unidas. Esquema que, por más que lo intenten con fuerza, no alcanza todavía a penetrar en un escenario de tercios entre el kirchnerismo y los libertarios.
Por el contrario, una derrota, por más mínima que sea frente al ignoto Gonzalo Roca probablemente ponga en jaque la aventura presidencial del socio fundador del cordobesismo y lo condicionará, tanto para su desembarco en el Congreso, como a la hora de negociar gobernabilidad. No sólo la nacional, sino también -y casi igual de importante-, la cordobesa; esa de incómoda discusión de agenda y cargos con el gobernador Martín Llaryora a partir de diciembre.
Asimismo, un triunfo cómodo de Schiaretti también se le vuelve como un búmeran a la nueva generación del cordobesismo. Los herederos del modelo saben que la emancipación quedará en pausa y que al caudillo del federalismo se le abrirán, por lo menos, dos caminos en el 2027 si la victoria en dos domingos es por más de diez puntos.
Con las ambulancias en boxes
Atentos a esa tensión están Natalia de la Sota y Luis Juez. Desde el arranque se sabe que la candidata a diputada nacional de Defendamos Córdoba saca votos de una sola canasta y es la de Schiaretti.
Por lo que, una buena cosecha que asegure su continuidad en la Cámara baja podría tener un impacto hacia adelante en una relación con intendentes desencantados -algunos se sienten maltratados y esperan diciembre para blanquearlo- y otro vínculo con el peronismo nacional. Donde ya empieza a sonar como una compañera de fórmula a nivel nacional del gobernador bonaerense Axel Kicillof en el 2027.
Una tentación difícil de argumentar en Córdoba, pero un maridaje que al PJ nacional le agrada.
Juez, por su parte, lo está dando todo en la campaña libertaria. Ahora sí, a diez días de la elección, sin grises y lejos del clinch con los tuiteros de Las Fuerzas del Cielo, algo que se demostró con el encuentro de anteayer con el influencer Iñaki Gutiérrez.
El joven amigo de Milei, además de administrador de algunas de las cuentas del oficialismo que hace unas semanas había definido el vínculo del Gobierno con Juez como “complejo”. Y lo había criticado por votar en contra del oficialismo en el Senado.
Esto parece parte del pasado, y el líder del Frente Cívico hará equilibrio en base al resultado en la foto de la noche del domingo 26.
También él, por las dudas, hace lugar para peronistas y radicales en su ambulancia y lejos está de archivar su deseo de ser, una vez más, candidato a gobernador en dos años.
La eterna interna radical
Como también lo contó este diario, el radicalismo está a las puertas de la primera foto entre el candidato y el presidente del partido a menos de dos semanas de la elección. Ramón Mestre y Marcos Ferrer se verán las caras hoy, pero los interrogantes no están en el presente, sino en el futuro no tan lejano de la UCR.
Los que hablan con Mestre cuentan que a partir del 27 de octubre irá por el control absoluto del partido, independientemente de lo que ocurra en las urnas. Motivado, aún más, si su enemigo íntimo Rodrigo de Loredo desembarca en el Gobierno nacional cuando cumpla su estadía en la Cámara baja.
Ferrer, desde ya que buscará retener su liderazgo y, sobre todo, su rol de interlocutor con El Panal.
Lo concreto es que después de las elecciones el radicalismo seguirá discutiendo.
Kirchnerismo sin palenque
Dentro del Centro Cívico les gusta a muchos la figura de la escasez de palenques para rascarse que tienen los intendentes. Similar a lo que ocurre con el kirchnerismo, al que ni siquiera la continuidad de Pablo Carro en el Congreso le asegura un calor con autonomía provincial.
Para peor, de manera bastante parecida a la pelea por la intendencia cordobesa en el 2015, los K tienen un candidato, pero apuestan por otro. Y, precisamente, el resultado de Natalia de la Sota es lo que, para terminales kirchneristas en el Amba, pone verdaderamente en jaque al alambrado del cordobesismo y a la alquimia de Provincias Unidas.
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