Cultura Por: Víctor Ramés27 de septiembre de 2023

Nuevos recortes de los días de papel Córdoba, 1902

Las adversidades personales, puestas en su marco social de 1902, ofrecen la posibilidad de deslindar los efectos de la desgracia, en tanto algo imprevisto y azaroso, de la cadena de hechos causales que pueden provocar algunos golpes de infortunio.

Agua contra fuego.

Por Víctor Ramés

cordobers@gmail.com

La causalidad -desaprensión, o acción criminal- es muchas veces la madre del borrego en la gestación de hechos lamentables que oscurecen el transcurrir cotidiano de un lugar. A comienzos del año 1902, la prensa informaba sobre algunos sucesos que reenviaban tanto a la desgracia como a la causalidad.
Ejemplo de esto es una desgracia casi pura: un ahogado en el río Primero, en la zona donde se extendían las aguas formando el Dique de Regatas, un lago creado entre muros en 1895. Esto ocurrió a la altura en que la calle Rivera Indarte baja al río. Así reconstruye el diario La Libertad, el 15 de enero, los hechos: “El individuo Gabino Garay salió anoche de su casa, Igualdad 71, manifestando antes el propósito que llevaba de bañarse en el rio. Eran como las 8 y 1/2 de la noche y el paraje elegido, junto à la muralla del dique, estaba completamente solo. Allí se despojó de sus ropas y se internó en el río, ignorando acaso la altura de las aguas que alcanzó en estos días a tres metros.” El relato sigue a partir de los primeros testigos de la desaparición de Garay, otros habitués a los baños a esa altura del Primero. “La media noche sería cuando los cocheros N. Buzzetti, F. Farias y D. Molina bajaron al río, también con el objeto de bañarse. Vieron las ropas de Garay junto a la orilla, pero ningún rumor acusaba la presencia de bañante alguno. Registraron minuciosamente el paraje, pero sin resultado y entonces, presintiendo lo acaecido, se encaminaron los tres a la Sección 1 de Policía y denunciaron lo que habían visto y las sospechas que abrigaban.” Allí, alertada, interviene la autoridad, trasladándose una buena dotación de agentes de la seccional quienes, debido a la oscuridad reinante, no pudieron dar con cuerpo alguno hasta el amanecer. Luego llegaron dos integrantes del Cuerpo de Bomberos, trayendo grandes varas y ganchos para buscar y extraer el cuerpo. Dice La Libertad: “Encontrósele a pocos metros de distancia, donde el rio es más profundo por las aguas que recibe, y desde luego se trabajó por extraer el cuerpo del infortunado Garay. Después de muchas tentativas y grandes esfuerzos, consiguió asirle uno de los bomberos y traerle consigo, pero antes de lograr salir le abandonaron las fuerzas, perdiéndose el cuerpo bajo el agua.” Finalmente, no son ni policías ni bomberos quienes logran sacar a la superficie al desgraciado inmigrante, sino la intervención de un fuerte mocetón de nombre femenino, según lo publica el diario: “Como a las 10 de la mañana dio con él un mozo del pueblo, María Rivera, de 19 años de edad, quien, fuerte y animoso, se zambulló por repetidas veces hasta encontrar el cadáver, oculto y encajado entre dos rocas. Finalmente logró engancharlo con uno de los instrumentos, a ese objeto llevados, y se extrajo así el cadáver, siendo las 10 de la mañana.” Gabino Garay era italiano, soltero y tenía 55 años.

El segundo caso elegido de los que publicaba La Libertad es este del 25 de febrero de 1902, bajo el título “Asaltos en la Bajada de Piedra”. Dicha bajada está ubicada en el extremo oriental de la ciudad y era un antiguo camino que atravesaba los Ejidos del Este y tomaba hacia el vado este del río Primero. La “desgracia” le toca, en este caso, a una mujer atacada por esa zona, y al parecer no era la única víctima de ese tipo de emboscadas. El subtítulo de la nota era “Mujeres estropeadas” y procedía de la carta enviada por un vecino del barrio. La Libertad la introduce expresando: “Como se verá por la carta que publicamos a continuación la Bajada de Piedra se ha convertido en guarida de los salteadores de caminos sin que nuestra Policia hasta hoy haya evitado la repetición de atentados como el que se denuncia.” Esto refería la carta del vecino: “El día 23 del corriente a las 9 a. m., más ó menos, transitaba la vecina Maria N, de la ciudad a la Bajada de Piedra, donde tiene su domicilio, y en el trayecto que media entre el Hipódromo y la Bajada, fue asaltada por dos desconocidos quienes la llevaron hasta el monte y después de estropearla malamente la dejaron abandonada.
En ese momento pasaba por allí el vecino W. Sánchez, quien la encontró a la infeliz mujer en estado tan lamentable que parecía trastornada con el rostro todo machucado y las ropas destrozadas.
Otro transeúnte que por allí pasaba la condujo a la Comisaria de General Paz.
No es este el primer caso y se sabe que en el mismo punto han corrido niños y estropeado a otra mujer.”
Puede deducirse que “estropear”, en este caso, no solo incluía la golpiza y el abuso, sino directamente la violación de la víctima. 

Un tercer caso, y tipo de hecho, se relaciona a la acción del fuego, en incendios que frecuentemente dejaban la sospecha de ser intencionales, con el objeto de cobrar un seguro:
El incendio de anoche - Como a las 11 y 15 p. m. del día de ayer algunos particulares notaron que de la casa de comisiones-consignaciones que el señor Ernesto Groppo posee en la calle San Gerónimo al lado del Hotel de Italia, salía una densa humareda, por lo cual llamaron al agente que estaba de facción en la esquina de la calle Maipú para que averiguara la causa de ello. Inmediatamente el agente tocó el silbato de ordenanza, llamando superior, lo que dio origen a la aglomeración de una enorme cantidad de curiosos de todas clases y condiciones, menos guardianes del orden público ni bomberos.” El fuego destruyó todo y por no estar la casa asegurada, no hubo sospechas.
Un mes más tarde, otro incendio devoró un almacén próximo al Paseo Sobremonte: “El Acreditado”, propiedad de don Carlos Birindelli, situado en la esquina de las calles 27 de Abril y Ayacucho. Con cierta ineptitud de los bomberos, finalmente no quedó nada en pie. El almacén “estaba asegurado en 7.000 pesos en la compañía Sud Americana”. Según el diario, fue imposible establecer la causa del siniestro, e informa que “en la madrugada de hoy la Policía capturó a Birindelli y su dependiente, quienes han sido detenidos hasta tanto disponga lo que crea conveniente el señor juez del crimen.”

 

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