Milei, el enemigo de todos, eludió la celada
Massa, Bullrich, Schiaretti y Bregman eligieron al libertario como contendiente, en un debate centrado casi privativamente en Economía. Milei sorteó la instancia sin pasos en falso. Sin sorprender ni ser sorprendido, se mostró relativamente moderado y avanzó un casillero. Evitó hablar de la dolarización. Negó los 30.000 desaparecidos.
Por Felipe Osman
Javier Milei fue, anoche, el candidato más buscado. Dentro de los márgenes de un debate minuciosamente reglado en las formas -lo que evitó acentuar todavía más dicho aspecto-, todos apuntaron sus cañones contra del libertario al momento de utilizar sus “derechos a réplica”, intervenciones de 45 segundos que les permitían rebatir los argumentos de quien los antecedía en el uso de la palabra
Al libertario le jugó a favor que el debate se centrara en Economía, y que el resto de los participantes consumiera casi por completo sus oportunidades de réplica en ese primer eje temático.
Durante la ronda de presentación, Milei habló de “exterminar” la inflación, y aseguró que su fuerza es la única capaz de enderezar la economía y resolver la inseguridad. Pisando el guión de Bullrich, aseguró: “tenemos el coraje para hacerlo”.
La líder del PRO no tardó en responder, y a su turno recalcó que el libertario “está solo”, y que Juntos por el Cambio tiene “los gobernadores, intendentes y dirigentes”.
Cuando empezó el bloque dedicado a Economía, Milei comenzó advirtiendo que el país está en decadencia y que, “por culpa de esta maldita casta, en 50 años vamos a ser la villa miseria más grande del mundo”. Aseguró que la Argentina marcha camino a la peor crisis de su historia, y achacó la responsabilidad de esto a la máxima justicialista que reza “donde hay una necesidad, nace un derecho”. Luego, propuso una “reforma del Estado” con una drástica reducción del gasto público, rebaja de impuestos, desregulación y mayor apertura económica, privatización de empresas públicas y cierre del Banco Central.
La primera curiosidad: el libertario casi borró de su repertorio la idea de la dolarización, y sólo abordó el tema cuando las intervenciones del resto de los participantes lo obligaron a hacerlo.
Mientras presentaba su propuesta económica, se acumularon los primeros pedidos de réplica de Massa y Bullrich. El libertario cuestionó la gestión económica del ministro y trató de dejar en evidencia la falta de conocimientos técnicos de Bullrich en la materia. Se sucedieron las interrupciones y, al término de ese primer bloque temático, los candidatos ya habían consumido la mayor parte de sus “derechos a réplica”.
Al bloque económico sobrevino Educación. Y luego, Derechos Humanos y Convivencia Democrática.
En el primero Milei criticó a sus competidores por el estado actual del sistema educativo, abordó su propuesta de vouchers, y defendió su posición frente a los ataques de Bullrich y Schiaretti, asegurando que no implica eliminar los “subsidios” a la educación, sino dirigirlos de otra manera, no hacia los oferentes, sino hacia quienes demandan el servicio educativo. Trastabilló cuando Schiaretti le recordó que la Constitución Nacional fija la Educación como competencia primordial de las provincias, y no del gobierno central.
En el bloque de Derechos Humanos y Convivencia Democrática Milei aseguró: “los liberales en Argentina hemos sido acusados de cosas aberrantes. Nos han llamado fascistas y nazis, cosas que no tienen nada que ver con nosotros”. Luego, recordó la definición de liberalismo de Alberto Banegas Lynch, como “el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”.
Después señaló que las organizaciones guerrilleras también habían cometido delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar, y habló del “curro” de los derechos humanos. Recordó el caso de la fundación Sueños Compartidos. Negó que los desaparecidos fueran 30.000. “Empecemos por decir la verdad. Son 8.753”, aseguró.
Al momento de las preguntas cruzadas, interpelado por Massa, dijo que ya había pedido disculpas al Papa Francisco por sus declaraciones pasadas, y que no tenía problema en volver a hacerlo. Le dijo al tigrense que no contara con el liberalismo para llevar adelante el Gobierno de Unidad que propone. Preguntó a Bergman por qué quería instalar en Argentina el socialismo, si ese modelo no había resultado exitoso en donde se lo había probado. Incomodó a Bullrich preguntándole cómo abordaría el problema de las Leliqs, pregunta que la candidata esquivó sin demasiada elegancia. Le respondió a Bullrich que todos los que quisieran cambiar serían bienvenidos en su espacio cuando la candidata del PRO le preguntó por qué acordaba con Luis Barrionuevo. Negó, ante la pregunta de Bregman, que existiera brecha salarial entre hombres y mujeres. Y preguntó a Schiaretti si daría gobernabilidad a un hipotético gobierno suyo.
Para su última intervención, apuntó “A lo largo del debate hemos escuchado la posición de algunos candidatos que parece que son marcianos, como si no tuvieran nada que ver con la debacle que venimos sufriendo hace 40 años”. Para cerrar, eligió uno de sus clásicos de siempre: “una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre”.
Siempre, ineludiblemente, el debate implica un riesgo mayor para quien lidera en las encuestas. Milei era quien tenía más que perder anoche, y no pareció hacerlo. Por el contrario, nadie logró incomodarlo de sobremanera, ni muchos menos arrinconarlo hacia una contradicción. De hecho, Milei arrojó de motu propio las frases más polémicas de la noche. Nadie lo forzó al error.
Para los propios, al libertario se lo vio aplomado sin dejar de ser controversial. Conservó su impronta y se mostró, a la vez, moderado. Dio un paso más.
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