Massa remontó y ganó pero hay balotaje con Milei
El candidato del oficialismo mejoró diez puntos respecto a agosto y quedó 6,5 arriba del diputado de extrema derecha, que se estancó en el 30%. Massa llamó al votante de Schiaretti, el primero que buscará para la segunda vuelta y cuyos 30 puntos en Córdoba valen oro. Efecto temor a la distopía y a la motosierra, más participación y menos votos en blanco, algunas de las claves.
Por Bettina Marengo
En una remontada inesperada y contra casi todos los pronósticos, el candidato presidencial del oficialismo, Sergio Massa, ganó las elecciones generales con el 36,65% de los votos y enfrentará a Javier Milei en el balotaje que se realizará el 19 de noviembre. Lejos del huracán que se avizoraba, el ultraderechista de La Libertad Avanza se mantuvo en los 30 puntos que obtuvo en las PASO de agosto, quedó 6,5 puntos debajo del ministro de Economía y tendrá que salir a buscar apoyo en fuerzas a las que descalificó durante la campaña, como Juntos por el Cambio. La candidata del espacio macrista, Patricia Bullrich, quedó tercera con el 23,83, retrocedió cinco puntos desde las primarias y está fuera de juego. Una primera lectura indica que no la acompañó parte del votante radical ni el de Horacio Rodríguez Larreta y que no pudo impedir que la bandera del cambio quedara en el terreno de Milei. Sin embargo, el estancamiento porcentual del libertario indica que al menos parte del voto perdido por Bullrich migró al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que duplicó su performance, al pasar del 3,7 al 6,8%.
Massa creció casi diez puntos desde el tercer lugar y el 27,2% de hace dos meses. Algunos analistas explicaron el resultado, en un contexto de altísima inflación, con ciudadanos huyendo del peso, el dólar paralelo arriba de los mil pesos y el 40% de la población en situación de pobreza, como una reacción al temor que provocaron algunas propuestas extremas e incluso distópicas de Milei o sus segundas líneas, y al pánico a la figura de la motosierra que el diputado de ultraderecha usa para anunciar un fuerte ajuste del gasto. La campaña del transporte urbano en AMBA, con y sin subsidios, puede ser un ejemplo de ello.
El tigrense desandó el camino de la derrota y logró el batacazo con un mensaje de “país normal” y la promesa de un gobierno de unidad nacional para terminar con la grieta, punto que también estuvo dirigido al interior del espacio oficialista. Sin la figura de Cristina Kirchner ni del presidente Alberto Fernández durante la campaña, el peronismo se adentra ahora en una etapa nueva con Massa en el vértice, aunque el contundente triunfo del cristinista Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires indica que el liderazgo no será exclusivo. Anoche mismo comenzó la búsqueda de votos para la segunda vuelta electoral que será en cuatro semanas. Parado solo en el escenario del búnker de Unión por la Patria de CABA, todo un dato político, un emocionado Massa convocó al votante de Mirian Bregman, que se quedó con 2,68%, a los “miles y miles radicales que a la largo y ancho del país apuestan a la educación pública” y, de cajón, al votante de Schiaretti, con su sabrosos 6,84 puntos nacionales y 30 en la provincia de Córdoba. Oro puro para el candidato de Unión por la Patria.
Sin dudas, el escrutinio provisorio ubicó en el centro de la atención al oficialismo y al PJ cordobés, que esperaba un triunfo de Milei en primera vuelta, o al menos un primer lugar con el camino allanado al triunfo en balotaje. Un resultado a la medida del juego de Schiaretti y de las necesidades políticas del gobernador electo, Martin Llaryora, que especulaba con una derrota completa del peronismo nacional y el inicio de un proceso de renovación partidaria donde él tendría un rol protagónico. Ahora tendrá que definir sin muchas redes y en mares desconocidos: está un Schiaretti que anoche ya pareció definirse en contra de Massa (lo criticó fuerte en su discurso), está la tensión de un peronismo provincial que entrará en ebullición y presionará para “peronizarse” y tiene al frente el posible escenario de un triunfo de Unión por la Patria en noviembre. Estratégicamente, el gobernador electo y el saliente, parten juntos a Medio Oriente en algunos días, toman distancia, y regresan el 9 de noviembre.
Numéricamente, el triunfo del ministro de Economía se explica por el resultado en la provincia de Buenos Aires, donde vota el 38% de los 35 millones de argentinos en condiciones de votar. Pese al escándalo del yate de Martin Insaurralde, el dirigente de Lomas de Zamora, que puso en jaque el voto en la trascendental tercera sección electoral de la provincial, no solo Kicillof mejoró diez puntos respecto a las Paso, sino que a nivel presidencial Massa obtuvo el 42,8% de los votos, diez puntos por encima de las primarias. No solo el primer distrito electoral creció el oficialista: mejoró prácticamente en todas las provincias, incluidas aquellas más duras y donde peor le había ido en agosto. En ese sentido, lo favoreció la mayor participación del electorado y el menor voto en blanco. El 77,5 por ciento de los argentinos en condiciones de votar fue a las urnas, mejorando ocho puntos en relación a agosto. El voto en blanco se redujo de 5 a 2 puntos, lo que constituye más de tres millones de votantes nuevos.
En Córdoba, la más anti K de todas las provincias, pasó del 8,6 al 13,4 (retuvo uno de los dos diputados en juego). En Santa Fe, donde hace dos meses Juntos por el Cambio ganó la Gobernación, Unión por la Patria pasó del tercer lugar de las PASO, con 21 puntos, al segundo lugar y 29% ayer. En Entre Ríos, donde Rogelio Frigerio destronó al PJ en la Provincia, Massa ganó a nivel presidencial tras subir cuatro puntos desde las primarias.
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