Milei ganó Córdoba, despistó a Bullrich, y va al balotaje

Por Felipe Osman

“Hace dos años, si nos hubieran dicho que íbamos a estar disputando la elección en un balotaje con el kirchnerismo, no lo hubiéramos creído. Esto es un logro histórico”. Así dimensionó Milei, ayer, el resultado de las Generales, donde cosechó el 34,04 por ciento de los votos. El número exacto que cosechó en las PASO.

Es un diagnóstico justo. Pero sólo si atiende a las expectativas de hace dos años. El miércoles de la semana pasada, en su cierre de campaña, Milei hablaba de un triunfo en primera vuelta.

Es difícil saber si entonces el libertario hablaba desde las expectativas que le generaban las siempre sinuosas encuestas, y si se trataba de una mera expresión de deseo. Del deseo de esquivar el balotaje. Instancia en la que las identidades deben disolverse para ampliar el espectro de electores a los que necesitan interpelar.

A ese juego, Massa no sólo llega con seis puntos de ventaja. También llega con un discurso más laxo, menos categórico. Más maleable.

Después de haber definido a la casta como su némesis y, solo a partir de ahí, haber construido su identidad, el libertario ahora debe deglutir toda la casta posible para sumar los 20 puntos que le faltan. Y no le fallaron los reflejos.

Después de quedar segundo, Milei aprovechó para saludar a Jorge Macri, que se quedó a medio punto de la Jefatura de Gobierno de CABA, y resaltó: “Tiene un balotaje con el kirchnerismo… igual que nosotros”. Luego, hizo extensivo el saludo a Rogelio Frigerio.

“Hoy es un día histórico porque dos tercios de los argentinos votaron por un cambio (...) Durante estos últimos meses, la campaña hizo que muchos de los que queríamos un cambio nos vieramos enfrentados. Vengo a decir que estoy dispuesto a hacer tabula rasa y dejar de lado nuestras diferencias”, apuntó después, en una convocatoria directa al PRO.

Se trató de una jugada obligada. Milei ya no puede sostener la dicotomía casta-anticasta, y necesita volver al habitual trazado de la grieta, kirchnerismo-antikirchnerismo. Ayer le robó esa bandera a Juntos por el Cambio. El asunto ahora es ver con qué destreza consigue interpretar ese papel, después de haberse condicionado tanto a sí mismo durante el devenir de una campaña que, para el economista, se trató de un continuo de dos años.

Córdoba  

En la provincia, Milei también repitió su desempeño de agosto: 33,61 en las Primarias; 33,54 en las Generales. Con esos números se sostuvo como primera fuerza, relegando al oficialismo provincial al segundo puesto, y quedándose con tres escaños en la Cámara de Diputados, para María Celeste Ponce, Gabriel Bornoroni y Cecilia Ibáñez.

En cuanto a la distribución territorial, el desempeño de Milei en la provincial volvió a ser homogéneo, aunque retrocedió en dos departamentos, quedándose con 18 de los 20 que conquistó en las PASO. Hacemos por Nuestro País recuperó Ischilín y Río Seco, y mantuvo San Alberto, Pocho, Minas, Cruz del Eje, Tulumba y Sobremonte.

La fiscalización de La Libertad Avanza, que quedó bajó la mira del propio Milei en las PASO, mejoró, aunque no alcanzó a cubrir todas las mesas, sino que se valió, principalmente, de fiscales generales por establecimiento, y necesitará seguir perfeccionándose hacia el balotaje.

En el análisis de lo que viene, los libertarios cordobeses son optimistas. Están convencidos de que el antikirchnerismo cordobés convierte a la provincia en un distrito propicio para que La Libertad Avanza crezca no sólo a costa de los votos de Patricia Bullrich, sino también sobre la cosecha de Juan Schiaretti.

Recalcan, además, la buena sintonía que el libertario mantiene con Mauricio Macri, de quien están convencidos sigue siendo una figura taquillera en estas latitudes.

Es una aseveración que deberán sustentar en las urnas el 19 de noviembre. Nadie duda de que el kirchnerismo jamás encontró tierra fértil en Córdoba. El asunto es si sigue siendo una entelequia vigente en contra de la cual articular toda una campaña.