La celebridad de los anónimos
A finales de enero de 2022 fue estrenado el documental “Que no se acabe el show”, donde se narra la biografía del malogrado cantante Fabián Show, y dos años después ese filme de una hora y media duración, dirigido por Daro Ceballos, ya está disponible en YouTube.
J.C. Maraddón
En aquellas lejanas etapas de la evolución de la industria musical, sin el respaldo de un sello o un mánager era muy difícil que un artista llegara a trascender más allá de su ámbito cercano, aquel al que podía acceder ofreciendo una actuación que deslumbrase a sus vecinos. Ese talento que poseía se hacía evidente para aquellos que tenían la chance de verlo en acción, pero para llegar a ser conocido por públicos distantes se necesitaban otros medios que casi nunca estaban al alcance de estos músicos confinados en remotos lugares del país desde donde era complicado dar comienzo a una carrera.
La radio fue una de las vías que facilitó ese proceso, cuando las jóvenes promesas lograban desplazarse a las grandes ciudades y utilizaban los micrófonos para multiplicar su llegada, lo que podía redundar en la captación de admiradores fieles que le diesen respaldo a sus pretensiones de fama. Esa primera instancia daba paso luego, con suerte, a la grabación de un disco, cuya difusión por medio de las emisoras radiofónicas era el modo de expandir en todas las direcciones las virtudes del intérprete, que a través de giras cosechaba luego los resultados de esa popularidad montada sobre las ondas electromagnéticas.
La televisión completó el circuito, porque la transmisión de la imagen a la distancia permitió no solo oír lo que esos músicos tocaban y cantaban, sino que además la gente tenía la chance de verlos, lo que incentivó la necesidad de muchos de complementar sus cualidades con movimientos, gestos y puestas en escena que llamaran la atención. Sin embargo, no cualquiera tenía la chance de que su propuesta se reprodujera por los medios masivos y seguía siendo imprescindible un proceso industrial que transformara esas vocaciones innatas en productos masivos con aptitudes profesionales, rodeados de personal idóneo.
Mediante internet y las redes sociales, aquello que alguna vez había sido un intrincado camino hacia la consagración, pasó a ser un simple salto que se podía dar aun desde un entorno hogareño y amateur. Subir un video a YouTube o a Instagram no es algo que implique demasiados requerimientos y así fue como toda una generación de artistas globales, encabezada por Justin Bieber, se dio a conocer. Pero este flujo sin filtro de aspirantes a estrellas, que iba del anonimato a la celebridad sin escalas, deparó también el surgimiento de fenómenos fuera de todo control.
Fabián Show, el cantante oriundo de Pozo del Molle que desplegó una insólita trayectoria desde Bell Ville y que murió en 2016 en un accidente automovilístico, es un claro ejemplo de este tipo de manifestaciones tan propias de la era actual, que mezclan las ansias de gloria con el consumo irónico y la fascinación por lo bizarro. Sometido a una exposición que en otros tiempos le hubiese sido negada, este admirador del cuartetero Sebastián que buscaba repetir a su modo el estilo del ídolo, se transformó en una especie de meme viviente al que miles de personas replicaban a través de WhatsApp.
A finales de enero de 2022 fue estrenado el documental “Que no se acabe el show”, donde se narra la biografía del malogrado cantante y dos años después ese filme de una hora y media duración, dirigido por Daro Ceballos, ya está disponible en YouTube para que todos tengan acceso a ese testimonio. Entre una fecha y la otra, en marzo de 2023 la cantante española Rosalía replicó el famoso pasito de Fabián Show durante su actuación en la edición porteña del festival Lollapalooza, lo que situó post mortem a este emergente bellvillense en la cúspide de la repercusión global.
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