Caras y caretas cordobesas
La secuencia histórica de las bellas artes en Córdoba es relatada con puntadas hacia atrás y hacia delante de la inauguración en 1914 de las Salas de Pintura en un edificio provisorio.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
Museo Provincial, ese edificio imaginario (Segunda Parte)
La historia que aquí se relata comenzaba por el acto de apertura de varias “Salas de Pintura” de la provincia, en 1914, en un local de la avenida Colón donde ese aun pequeño patrimonio artístico (en parte adquirido por el estado provincial, en parte a préstamo por el Museo Nacional de Bellas Artes) se hallaba depositado. Ese hecho invita, a su vez, a mirar unos años atrás para entenderlo en el desarrollo de un proceso de dar identidad, impulso y actividad al movimiento artístico que el siglo veinte temprano veía despertar en Córdoba. Esa mirada, hacia fines del siglo XIX, puede reposar en el antecedente del Museo Politécnico, fundado en 1887, primera pieza oficial del coleccionismo local.
En su decreto de creación se establecía que dicho museo contendría una serie de secciones, expresando conciencia de la necesidad de clasificar las piezas reunidas en él. Allí se juntaban, entre otros, objetos geológicos, botánicos, numismáticos, manuscritos, artesanales, paleontológicos y, como una de las partes pendientes a organizar, las bellas artes. Su primer emplazamiento fue la vieja casona de esquina del siglo XVIII, donde alguna vez presidieron la vida social cordobesa el marqués y la marquesa de Sobremonte.
Una nueva estación para detenerse en esta historia es el año 1911. El padre Jerónimo Lavagna, fundador y director del Museo Politécnico, partió al encuentro del creador y hubo que reemplazarlo al frente de la terrestre institución. La responsabilidad cayó en el Dr. Jacobo Wolff, médico renano radicado en Córdoba tres lustros atrás, también anticuario y dueño de la colección más completa del país de muebles coloniales, que hoy es parte del patrimonio provincial. Puesto al frente del Museo, el Dr. Wolff permaneció en el cargo desde 1911 hasta 1916.
Fue en aquel año 1911 y como uno de los tempranos decretos de su gestión frente al museo, que Jacobo Wolff encomendó al estado provincial la creación de las salas de pintura y de la Academia de Bellas Artes. Existía ya en Córdoba, desde 1896, la “Escuela de pintura, copia del natural”, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, cuyo antecedente era la academia privada del pintor Emilio Caraffa, designado director de esa dependencia. El propio Caraffa fue una persona de consulta permanente en el encadenamiento de esas primeras señales favorables a las artes plásticas.
En lo inmediato, se daría inicio a la formación de una colección de artes plásticas referenciada al patrimonio diverso del Museo Politécnico, con un programa a cargo de Jacobo Wolff y Emilio Caraffa, quienes enunciarían en 1912 las bases del proyecto. Allí se establecía la adquisición de obras antiguas y modernas, copias de obras célebres de los museos europeos a manos de firmas conocidas; fototipias y fotografías de las obras más célebres de la historia europea, así como cuadros originales de artistas que actuaron en Córdoba desde antaño, y algunas obras selectas realizadas por las alumnas de la academia dirigida por Caraffa, algunas ya incluidas en una colección perteneciente a la Legislatura provincial.
También data de 1912 la iniciativa del gobernador Félix T. Garzón de requerir al arquitecto húngaro Juan Kronfuss un proyecto de edificio para el Museo Provincial, que finalmente no fue aprobado por su estilo reñido con la mentalidad moderna en la que, en definitiva, se encuadraba toda esa estrategia del estado.
El resultado de aquella orientación coleccionista señalada por Wolff y por Caraffa nos deposita en 1914, en ese mes de diciembre en que se inauguraron las Salas de Pintura del aún no creado Museo Provincial. Y en 1915 el gobierno de Cárcano encomendó, por segunda vez, a Johannes Kronfuss el diseño del proyectado museo destinado a albergar la sección de bellas artes. El arquitecto propuso en esta oportunidad un edificio de corte neoclásico que cayó bien a las autoridades, y que se empezó a construir en un terreno próximo a la hoy Plaza España (entonces plaza Chacabuco) a la que llegaba la diagonal de la entonces Avenida Argentina, en la pujante y moderna Nueva Córdoba.
La página digital del actual Museo Provincial de Bellas Artes incluye una noticia del diario Los Principios, referida al proyecto cuya construcción daba comienzo: “El actual proyecto constituye una parte de la construcción total y corresponde a las actuales necesidades del museo. Debajo del salón único que se construye, se ha dejado un espacio para la construcción de un sótano que será ejecutado cuando la ampliación del museo lo reclame, sótano destinado a objetos que por su peso no puedan colocarse en el salón.”
En 1916 ocurrirá una serie de hechos emparentados y en estrecho e inestable equilibrio: Ramón Cárcano, quien había calculado como último logro de su gobierno inaugurar el Museo Provincial, no pudo hacerlo porque una demora en la entrega de la obra consumió lo que le quedaba de mandato. Por su parte, la inauguración prevista debía coincidir con la del primer Salón de Arte de Córdoba. Así, debido al imprevisto, Cárcano no pudo darse el gusto y el Salón tuvo que desplegarse finalmente en el Pabellón de las Industria. El edificio estuvo listo en agosto de 1916, ya con Eufrasio Loza en el gobierno. El flamante museo fue abierto sin inauguración oficial y Deodoro Roca, quien había sido designado en relevo de Jacobo Wolff en el Museo Politécnico, quedó finalmente al frente de la nueva institución. Ni bien asumir, Deodoro llevó a cabo el traslado de la colección de arte de la Casona del Marqués a su lugar definitivo en la Nueva Córdoba.
Recién en 1950, coronando una memoria necesaria del propio trayecto de la institución desde sus proyectos, entrelazado a las artes y el coleccionismo cordobés, y reconociendo el papel de un pintor muy vinculado al desarrollo de la política de estado de las artes, se le impuso al Museo Provincial de Bellas Artes el nombre de Emilio Caraffa que hoy ostenta.
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