Cultura Por: J.C. Maraddón23 de septiembre de 2024

La celebridad ante todo

Tal vez lo más extraño del retorno discográfico de Paris Hilton sea que en el penúltimo tema de “Infinite Icon”, su segundo álbum, se oye la voz de la argentina María Becerra cantando algunos versos en español correspondientes a la letra de la canción “Without Love”.

J.C. Maraddón

La entronización de los influencers como auténticas celebridades de esta época, cuyas actividades públicas y privadas suscitan el interés de la gente, señala cuánta importancia se les otorga por estos días a las redes sociales, en desmedro de los medios tradicionales que alguna vez fueron la vidriera para este tipo de personajes. La televisión y las revistas de chismes de la farándula han sido durante un largo periodo el ámbito donde mayor repercusión obtenían esas personalidades a las que todos conocían, aunque muchas veces no se supiera cuál era la habilidad que poseían, más allá de hacer su aparición en los lugares indicados.

En la década del noventa fueron las modelos de alta costura las que brillaron en ese firmamento de la popularidad, para salir luego disparadas desde las pasarelas hacia las fiestas, los castings de películas y los estudios de televisión, donde su belleza física representaba todo lo deseado por el común de los mortales. Sin embargo, con el cambio de siglo las cosas empezaron a cambiar, sobre todo cuando se propagó el uso de internet y aquel viejo conglomerado mediático comenzó a perder trascendencia. Fue en ese entonces que las celebrities tuvieron que adaptarse a los nuevos formatos para hacerse ver.

Algunos, como por ejemplo el clan Kardashian, se dedicaron a ostentar sus modales de millonarios en una constante exposición que transformaba su vida en un show, algo que finalmente tuvo entidad televisiva, cuando a partir de 2007 protagonizaron el reality “Keeping Up With The Kardashians”. La difusión de un video sexual de la voluptuosa Kim en 2002 había sido el que puso a la familia en el candelero, aunque la fama ya los había alcanzado desde el momento en que su padre, el abogado Robert Kardashian, aceptó en 1995 la defensa de O.J. Simpson, de quien era un gran amigo. 

Casi al mismo tiempo que las Kardashian se volvían célebres, una chica rebelde portadora de un apellido ilustre también saltaba a la palestra a partir de la difusión de un video casero en el que se la veía teniendo sexo con su novio: Paris Hilton, bisnieta del fundador de la renombrada cadena de hoteles, daba así inicio a una extensa carrera que incluyó el modelaje, la actuación y la música, sin perjuicio del rol de empresaria que asumió al heredar el patrimonio familiar. Sin esa web en la que circularon sus intimidades, tal vez ni ella ni Kim hubiesen salido de la burbuja de ese entorno de lujo y despilfarro.

A casi dos décadas de su álbum debut y con 43 años de edad y dos hijos, Paris Hilton lanzó a comienzos de este mes su segundo disco, “Infinite Icon”, para el que ha reclutado como compinches a intérpretes de la talla de Rina Sawayama, Meghan Trainor, Sia y Megan Thee Stallion, todas bajo la producción de Benny Blanco, quien ha trabajado junto a una pléyade de estrellas pop, incluyendo entre otros a Justin Bieber, Ed Sheeran, BTS y Christina Aguilera. Fue la cantante Sia quien la animó a volver a grabar, después de una actuación en una gala de año nuevo de la NBC en la que ambas compartieron escenario con Miley Cyrus.

Pero tal vez lo más extraño de este retorno discográfico de Paris Hilton sea que en el penúltimo tema del disco, “Without Love”, se oye la voz de la argentina María Becerra cantando algunos versos en español. Becerra, que en los últimos días fue noticia por haber perdido un embarazo, es una emergente de la raza de mediáticos surgida al amparo de las redes sociales, que de este modo se asocia con alguien que la precedió en eso de darse a conocer de cualquier forma. 

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