Por Javier Boher
Hay un tipo específico de meme que hace reír porque compara distintas perspectivas respecto al mismo fenómeno. Por ejemplo, si lo titulamos “sociólogo” podríamos decir:
Como vos te ves: una foto de Marx
Como te ven tus amigos: una foto de un hippie
Como te ve tu madre: una foto de Esteche
Como te ve tu novia: la foto del abuelo Simpson discutiendo con una nube
Como te ven los de derecha: una foto de un linyera
Como realmente te ves: un gordo comentando en Twitter
El género es aplicable a cualquier cosa. De hecho recuerdo uno de Alberto Fernández en el que decía “como lo ve tu tía” y una foto de Aníbal Fernández. Esta vez nos vamos a tomar el trabajo de imaginarnos ese meme con las mujeres del presidente, ya que siempre son noticia.
Vamos a empezar por “la primera novia”: Victoria Villarruel. Fue la primera que apostó por él, la que lo eligió cuando no era nadie. Es el caso de la novia adolescente de los futbolistas, abandonada cuando llega el momento del estrellato en Europa. Se necesitaban y se ayudaron, pero ahora todo parece haberse enfriado.
No hay dudas de que Villarruel quiere ser presidenta y hace su trabajo para erosionar de a poco el poder legislativo del presidente. La historia está en su contra: no hubo ninguna conspiración vicepresidencial exitosa, salvo -un poco tirada de los pelos- la experiencia de Carlos Pellegrini con Juárez Celman (porque la gestión juarista fue bastante mala y Pellegrini no debió hacer un gran esfuerzo conspirativo para llegar a la presidencia).
El presidente ya demostró que se cansó de aquel romance y la mandó al freezer, acusándola de ser cercana a la casta. No le falta razón: es la que mejor representa el nacionalismo conservador del primer peronismo, ese que sobrevive en algunas provincias y que le valió elogios de algunos dirigentes “puros de doctrina”. Quizás no tenga experiencia política y su carrera sea la de una outsider, pero su conocimiento y uso de ciertas redes de lealtad la ponen en el grupo de gente que practica la política como siempre se hizo.
Una vez que se termina el amor es difícil remontar las cosas, pero está claro que las sociedades políticas pueden ser exitosas a pesar de haberse extinguido el amor, con Néstor y Cristina como el punto más alto de dichas relaciones.
Seguimos por “La chica que me da bola”: Lilia Lemoine. La diputada es la que más defiende públicamente al presidente. Algunos dicen que fueron pareja y él terminó la relación, pero nunca la abandonó. Este sería el caso de la ex novia que sigue velando por el bienestar del ser amado, esperando volver. Hace rato viene advirtiendo que Villarruel no es parte del gobierno y que solo quiere perjudicarlos. Incluso en su locura Milei está algo cuerdo, porque dejó a una diputada que muchas veces parece cruzar todos los límites de la cordura. Igual, así son esas relaciones tóxicas, donde no se puede abandonar a alguien que es tan fiel en un contexto donde hay tantos dispuestos a traicionar.
“La chica que me gusta” sería Giorgia Meloni. La primer ministra italiana es el deseo más profundo del presidente Milei y de todos sus seguidores dizque libertarios. Algunos sueñan con una especie de Imperio Romano Argento que una la gran comunidad Latina de Argentina con aquel centro histórico que es Italia, origen de millones de argentinos.
Sin embargo el presidente es su primer enemigo. Víctima de su extendida pubertad le regaló a la Italiana una figura de él mismo portando una motosierra, quizás una de las acciones más eficaces para repeler el apareamiento. Esto no parece importar a las huestes libertarias, que parecen desconocer el concepto de amor platónico.
La que le gusta a mí mamá: Yuyito González. A la pobre novia del presidente hay que ponerla en el lugar de la candidata que le gustaría a la madre de un soltero cincuentón. Es normal que una señora así viva en negación respecto a su hijo, creyendo que son reales los noviazgos con mujeres famosas o de la farándula. No importa qué verdades conozca a una madre de sus hijos, siempre mira con los ojos del corazón, muy lejos de los ojos de la razón.
La que me manda como si fuese mi esposa: Karina Milei. No vamos a caer en el chiste fácil del incesto, pero reconozcamos que hay algo de verosímil porque en el gobierno la que manda es la hermana. No en vano es “el jefe”, así que lo debe tener zumbando de un lado para el otro. Afortunadamente mi padre me enseñó que la clave de un matrimonio exitoso es la obediencia, así que ese matrimonio político quizás tenga más futuro que el que tiene con la vicepresidenta.