Esquirlas de un pasado glorioso
La prensa musical ha salido a la búsqueda de figuras alternativas y parece haber hallado algo novedoso en los Estados Unidos, donde un grupo llamado Brigitte Calls Me Baby, lanzado desde Chicago, carga ahora sobre sus hombros el mote de ser la revelación rockera del momento.
J.C. Maraddón
Unos veinte años atrás, el panorama de la música internacional albergaba dos estilos con pocas similitudes entre sí, pero que compartían cierto segmento de público. Por un lado, la electrónica atravesaba su etapa más gloriosa y dominaba las pistas de baile bajo el imperio de los deejays ante los que se prosternaban los bailarines. Y en el otro rincón se engrosaban las filas del retro rock, con bandas como The Strokes, Franz Ferdinand y White Stripes, cultores de una furia nuevaolera que volvía a poner las guitarras al frente. Ambas captaban la atención juvenil según el ámbito en que el que se movieran sus seguidores.
Apenas a un lustro de iniciado el nuevo siglo, desde Inglaterra llegó la noticia de que había nacido un grupo emperrado en reverdecer los laureles del rock alternativo, cuyas luces se habían ido oscureciendo hacia fines de los noventa, cuando las estrellas de la movida electro parecían no dejar resquicio para que asomaran promesas rockeras. Los Arctic Monkeys, que iban a lanzar su disco debut en 2006, se hacían notar en el circuito indie británico y cosechaban elogiosos comentarios de parte de los periodistas que soñaban con un resurgimiento de esa usina que tanta energía había generado alguna vez.
A la formación encabezada por Alex Turner no le pesaron tantas expectativas depositadas en su proyecto artístico y, haciéndose cargo de la representación de una escuela musical que contaba con una rica historia en Gran Bretaña, fue desgranando su discografía sin ceder a la tentación de regalar hits de moda. Eran algo así como el último eslabón de una cadena que había entregado referentes de fuste y un repertorio inolvidable, pero que en aquel entonces empezaba a mirar el pasado con demasiada melancolía y comenzaba a otear hacia el futuro con una alta dosis de pesimismo.
En el camino hacia el presente, voces más cercanas al pop y al r&b fueron ganando el centro de la escena musical y esos Arctic Monkeys que habían despertado esperanzas de un renacimiento rockero, atravesaron periodos de experimentación que los alejaron del foco del gran público. Hubo también algunas pausas prolongadas en su carrera que alentaron los rumores de una posible separación, aunque ellos mismos se encargaron de desmentir las versiones derrotistas con la salida de sucesivos discos. Sin embargo, como ya ocupan un sitial entre los nombres establecidos, hay quienes afirman que se les ha mojado la pólvora.
Frente a ese supuesto estancamiento, la prensa del rocanrol ha salido a la búsqueda de otras figuras que emerjan de la alternatividad; y aparentemente ha hallado algo novedoso en los Estados Unidos, donde un grupo llamado Brigitte Calls Me Baby, lanzado desde Chicago, carga ahora sobre sus hombros el mote de ser la revelación rockera del momento. El año pasado dieron a conocer un EP llamado “This House Is Made Of Corners”, con cinco canciones que asumen un sonido ochentoso y que sitúan en primer plano la vocalización de Wes Leavins, cuya tonalidad es comparada con la de Morrissey y la de Robert Smith.
A través de esas composiciones refinadas que han cautivado a los expertos, aceptaron el desafío de representar la avanzada del rock en esta era en que ese género ya no goza de la vitalidad que tenía hace dos décadas, cuando los Arctic Monkeys acudieron a reanimarlo. Hace tres meses, la publicación de su primer disco, “The Future Is Our Way Out”, volvió a levantar la temperatura de la afición rocanrolera, que ahora dispone de un motivo para ilusionarse, aunque la fórmula que Brigitte Calls Me Baby utiliza para hacer lo suyo, más que tirar hacia adelante, no hace otra cosa que rebuscar entre las esquirlas del pasado.
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