Nadie quiere sacar las retenciones
Los gobernadores de la Región Centro se expresaron contra el tributo, que se sostiene con excusas inverosímiles
Por Javier Boher
Ayer hubo reunión de gobernadores de la Región Centro y el tema del campo apareció con fuerza. Llaryora, Pullaro y Frigerio son tres de las cuatro cabezas de la principal región agropecuaria del país (con Axel Kicillof gobernando la provincia más importante, por fuera de este esquema). El campo no está atravesando un buen momento, con caída de precios internacionales y una sequía que amenaza con una tercera edición después de dos veranos devastadores.
La franja central del país (que ha recibido muchos apodos distintos a lo largo de los años) es fundamental en términos económicos, pero falla en determinar (o, al menos, influir fuertemente) la agenda política del país. Representa casi el 20% de la actividad económica y concentra buena parte de las exportaciones, pero aún así no consigue proyectar su modelo político hacia el resto del país.
Llaryora, Pullaro y Frigerio están en condiciones de intentar algo propio, debido a que representan tres expresiones políticas unidas en algunos puntos. Primero, que no son kirchneristas (aunque algunos de ellos tengan un corazoncito progre demodé). Segundo, que no son libertarios (aunque entiendan que la economía tiene que abrirse respecto a los tiempos de los Fernández y Massa). Tercero, que son jóvenes. Cuarto, que no tienen una expresión nacional que los aglutine.
En todo eso hay una oportunidad, aunque para aprovecharla hay que animarse a armar algo. Si no existe una fuerza federal que represente a sus provincias, esperar a que lo hagan otros es un error bastante grande.
Los libertarios ya han percibido algo de esto y saben que allí puede haber un proyecto político en potencia, aunque todavía no se lo pueda ver con claridad. Por eso es que no pierden oportunidad de golpear a Pullaro y Llaryora, aunque más al primero por su condición de radical. Ante cada reclamo de un gobernador respecto a las retenciones, la respuesta termina siendo que en las provincias se incrementaron otros impuestos que afectan al campo (lo cual es real, aunque los gobernadores miren lejos y se hagan los zonzos). Ayer, sin embargo, me tocó leer una justificación nueva a la razón por la cual el gobierno libertario no debería bajar los derechos a la exportación: sacar retenciones implica que aumenta la recaudación por ganancias, que es un impuesto coparticipable. Por lo tanto, como los gobernadores no quieren bajar el gasto público lo que hay que hacer es obligarlos a que lo hagan. ¿Cómo? Manteniendo las retenciones, que achican la coparticipación, lo que les deja menos dinero para gastar. Es delirante.
La discusión sobre la coparticipación es toda una discusión aparte, en la que tiene mucha lógica la postura que dice que directamente no debería existir. Sin profundizar en eso, la realidad es que la coparticipación sí existe, lo que la convierte en un derecho de las provincias y una obligación para el Estado nacional. Pedir que las provincias asuman todas las responsabilidades que les corresponden por ley, pero negando la posibilidad de obtener recursos para hacerlo, es una receta conocida que lleva a problemas más graves. Es de un elevado nivel de cinismo pedir que viva el federalismo cuando al mismo tiempo se celebra cualquier reducción de la autonomía que tienen las provincias para financiarse. Suena a algo que podría haber dicho Rosas en su peor momento de tirano centralista.
Si Caputo no quiere bajar las retenciones, Milei no quiere bajar las retenciones. Si Milei no quiere bajar las retenciones, ningún libertario quiere bajar las retenciones. Todos van a encontrar la forma de justificar su existencia, por más ridículos que sean sus argumentos. Hasta que al gobierno nacional no le cierren los números la cosa no va a cambiar. No hay tanta diferencia con el kirchnerismo: todos necesitan que el verdadero sector productivo les pague la pasantía que hacen como gobernantes. Algún día van a terminar matando la gallina de los huevos de oro.
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