Cumplir 25 en el año 25
“El otro Cosquín” ya está grandecito, celebra un cuarto de siglo y se ha convertido en toda una empresa internacional. El aeródromo de Santa María de Punilla volverá a ser mañana y el domingo la capital nacional del rock.
Por Gabriel Abalos
gabrielabalos.prensa@gmail.com
Definir el rock, lo que es el rock, lo que fue, lo que representa, puede ser interesante, o acaso una discusión “sanvicentina”, como decía un viejo periodista guiñando un ojo. Por ejemplo, como ocurre con el folklore y el Festival Nacional de Cosquín, las discusiones arrecian, pero lo cierto es que, si hay una definición para dar sobre el folklore, Cosquín aporta una porción bastante amplia de los elementos históricos a tomar en cuenta. Exactamente lo mismo ocurre con Cosquín Rock. El rock tal vez no existe ya, pero ahí está Cosquín Rock, y allá van los grupos que todavía mueven porciones de públicos en la industria rockera, cuando ya tal vez sea difuso hablar de “industria”. De lo que sí se puede seguir hablando, si se quiere desempolvar un marxismo de viejo cuño, es de capital, de ganancias, de negocios. El folklore, para volverse mercancía, tuvo que desprenderse de la memoria oral. El rock, a su vez, tuvo que renunciar a su impulso contracultural, hasta que este dio ganancias y fue naturalizado -y neutralizado- por el sistema (no me pregunten cuál). Lo primero no fue una traición, fue una adaptación al perfil urbano de la industria y a las tecnologías de comienzos del siglo XX. El caso segundo supuso no diremos traicionar, porque simplemente las generaciones pasan, los hijos no son responsables de lo que sus padres hicieron, pero sí digamos que el corazón contestatario en cuyo fuego se templó el rock, le abrió la gran oportunidad al bolsillo ávido de nuevas cosquillas. ¿Vamos a llorar por ello? Es sabido que la realidad siempre arruina un buen guion. Lloremos de nostalgia por nuestras convicciones juveniles, si se quiere, pero no por el mismo paso del tiempo. Espero que haya siempre convicciones que abrazar por las mismas viejas causas.
Cosquín Rock es una fotografía actualísima del rock argentino. Algunos no salen en la foto, eso es normal. El festival de Palazzo logró, con los años, hegemonizar una serie de escenarios y de horarios que dividen en categorías a los actores del evento: están los escenarios de los exitosos perennes, el de los emergentes, el de los de aquí, el de los bluseros, el de determinadas productoras o sellos, el de la música urbana, en fin. Un paseo por el predio, como en un patio de comidas, permite con la grilla en la mano ir de uno a otro campo sonoro hasta dar con sus ídolos, con aquellos de quienes ha oído hablar, con los completos desconocidos, con sus amigos, con los alegres, con los que despiertan nostalgias.
Mas de cien artistas se encuadran en el género que designa el festival, que admite al cuarteto (¿notaron que el folklore, como el rock, le hicieron lugar al cuarteto?), el jazz, la música tropical, el tango, las vibraciones pesadas, las sutiles, el recital, el indie, la electrónica, el techno, el house, la orquesta, el ritual, los gestos. Ellos y ellas son las figuras de estos 25 años en el año 25.
Los escenarios son Norte, Sur, Montaña, Boomerang (el sábado) y Paraguay (el domingo), la Casita del Blues, Hangar Club. Y si es la hora de disparar nombres, tender la manta y mostrar los productos, estarán Airbag, Ratones Paranoicos, Los Piojos y No te va Gustar, estará Nicki Nicole (debut en el festival) Wos, Dillom, Catr7iel y Paco Amoroso, una nueva generación, y la guardia vieja: Skay y Los Fakires, Los Auténticos Decadentes, Babasónicos, Las Pelotas, Guasones, Emanuel Horvilleur, Turf, Los Tipitos, Massacre; y también los que dejaron huellas frescas en el hall de la fama, El Mató a un Policía Motorizado, Peces Raros, Bándalos Chinos, Conociendo Rusia, La Delio Valdez, El Plan de la Mariposa, Cruzando el Charco. Hilda Lizarazu cantará Charly, estarán Rosa Profunda, Winona Riders, Vapors of Morphine, Zoe Gotusso, Javiera Mena.
Son muchos más, y cada uno y una transporta su mundo, que suma moléculas de rock. Es arduo sacar la ficha de tantos artistas que llegan a Punilla. Varios de ellos defienden, y otros estrenan, actitudes contraculturales. Todos transpiran y tratan de ganar su espacio en la difusa escena argentina. Se esfuerzan por decir y por mostrar lo que tienen. Tocar y cantar en Cosquín Rock se inscribe de inmediato en los currículos, es un blasón, es una oportunidad, es un sueño. Es un momento. No mucho más. Pero con eso se escriben páginas y también se está en alguna parte. En un lugar intermitente, que cada vez se redefine, llamado rock.
Arranca mañana entre las 14.20 y las 15 en todos los escenarios, para los ansiosos y los tempraneros, y los que les hacen el aguante a las bandas de apertura.
El amor bajo un sauce
En el patio del Centro Cultural Casa de Pepino (Fructuoso Rivera 287), este viernes a las 21, se hará una velada de lecturas y música con motivo del día de San Valentín: Santo Amor. Oda al sentimiento. “Bajo un sauce y con la ciudad como testigo, el amor será leído, cantado y celebrado”. Claudia Masin, Gustavo Blázquez y Constanza Martínez Lacourt compartirán formas diferentes de expresar el amor, sentimiento de un arco prácticamente infinito que va de la exaltación al interés, del cuerpo al alma, de la intrascendencia a la tragedia. Las emociones y reflexiones contarán con intervenciones de Kike, artista callejero que le canta al amor en la peatonal. Luego la noche invitará a que el público se acerque al micrófono abierto a compartir sus propias lecturas, poemas o canciones. Entrada libre y gratuita.
Una velada chill/ambient
En La Cumbre, en la Sala Caraffa (Pasaje Tassano 55) se presenta un show musical a cargo del virtuoso violinista Víctor Renaudéau, con solo set, modo random, quien se presentará acompañado por la cantautora, artista visual y electrónica Ana Bielewicz, una reunión que promete una velada chill/ambient. A las 21.30. Anticipadas a $10000 en boletería de sala, descuentos para jubilados, 50 %.
Te puede interesar
La revolución que nunca se televisó
Sobre un escenario donde conviven rebeldes y represores, sin precisar épocas ni lugares, teje su historia “Una batalla tras otra”, la última película del siempre controvertido Paul Thomas Anderson, que está por estos días en las pantallas de los cines y que ha suscitado un debate acerca del propósito del director.
Caras y caretas cordobesas
Las clases de mayor poder económico dieron inicio a la ocupación veraniega de destinos serranos en Córdoba, afianzando la inversión en hoteles palaciegos y aristocráticos que hacían sentir a los visitantes como en Europa.
Defensores de una ética anacrónica
Ante el anuncio de un regreso de Soda Stereo, con la presencia virtual de Gustavo Cerati, toneladas de improperios han llovido sobre Zeta Bosio y Charly Alberti, a los que se sindica como supuestos explotadores post mortem de una gloria de la que no serían más que partícipes secundarios.
Dos potencias soplan sobre el martes
Las carteleras de la Feria del Libro y del Festival Internacional de Teatro alcanzan y sobran para extraer algunos momentos destacados de una jornada cultural que se muestra orgullosa.
Una figura paterna modelo 2025
El viernes pasado, al darse a conocer “The Life Of A Showgirl”, el esperado nuevo álbum de Taylor Swift, sorprendió que una de sus canciones se llamara “Father Figure”, lo mismo que aquel inolvidable acierto del malogrado George Michael, quien grabó un hit de igual título y lo publicó a fines de 1987.
Caras y caretas cordobesas
Modernización, créditos, riqueza y distinción fueron notas para que la aristocracia, primero, y luego la burguesía cordobesa, comenzaran a veranear en las sierras de Córdoba a inicios del siglo veinte.