Daniele, la única invariable

Por Felipe Osman

Con las elecciones del Suoem en la mira, Rubén Daniele, líder de la lista Verde, lanzó su campaña este miércoles, en la explanada del Palacio 6 de Julio, donde reunió a una muchedumbre que clamó por su 13ra postulación a conducir los destinos del sindicato.

Si se cuentan los 36 años que acumula a lo largo de sus doce mandatos, y se computan los cuatro años de Beatriz Biolatto –la ‘candidata ficta’ que instaló en la Secretaría General para esquivar, en un solo movimiento, el veto-jubilatorio de Ramón Mestre y los costos de la avanzada de Martín Llaryora sobre el gremio-, el mandamás de los municipales superará con holgura las cuatro décadas al frente del sindicato.

Al otro lado, para validar su triunfo, estará una lista integrada por Susana Rins, del Partido Obrero, y Aldo Cabello, un dirigente sindical de extracción radical que supo formar parte de la lista Verde y alcanzar buena inserción en las áreas de Salud y los CPC.

En los hechos, los contendientes de Daniele no tienen chances de pelear la conducción, pero apuestan a capitalizar el descontento que existe en las bases por la sistemática firma de paritarias que hacen correr el salario municipal por detrás de la inflación.

Es que en la paz alcanzada con las administraciones peronistas cada parte tiene que ceder algo. La Municipalidad cedió la perspectiva de poner fin al interminable ciclo de Daniele, una oportunidad que abrió la última gestión radical con el decreto jubilatorio del “agente Daniele”, que cayó en la Justicia sin que la Asesoría Letrada del municipio hiciera mayores esfuerzos por sostenerlo. Y el cacique de los municipales cedió la tenacidad con la que, otrora, supo subyugar a cada intendente para que el estatuto y el salario de sus representados fuera la envidia de todos los demás sindicatos públicos.

En las elecciones que lo reelegirán el 10 de abril, Daniele acumula una serie de factores que le dan una ventaja indescontable.

En primer lugar, el avezado dirigente ha sabido mantener debajo de sí a sus potenciales contrincantes. El principal de ellos, Ariel Quiñone, es parte del armado liderado por Daniele, ocupando la Secretaría Gremial. El líder de las áreas Operativas, Daniel Fernández, lo secunda desde la Secretaría Adjunta.

Por fuera de este esquema, juran las malas lenguas, Daniele cuenta con el favor del propio Ejecutivo, que corta de raíz la proyección de cualquier delegado opositor desarticulando cualquier incipiente armado con oportunos traslados.

Pero, además, el líder del Suoem se ve favorecido por una actitud habitual entre las bases de todo sindicato. Al no ver masa crítica para plantear una alternativa, los municipales que no avalan al oficialismo se desafilian, y abandonan el padrón. 

Por otro lado, el gremialista ha sabido mantener su preeminencia sobre los jubilados del Suoem, que en honor a glorias pasadas siguen acompañándolo. Y ese capital se complementa con otro: la perspectiva, avalada por el municipio, de que los empleados utilicen a la Municipalidad como una suerte de bolsa de trabajo, donde los cargos públicos se convierten en mercedes hereditarias que se transmiten de generación en generación.

Ante este panorama, no queda más que contemplar como Daniele agranda su mito, tallando en piedra su nombre en la fachada del Palacio 6 de Julio, y convirtiéndose en la única constante que atraviesa gestiones exitosas o fallidas; radicales, juecistas o peronistas; auspiciosas o desesperanzadoras.