Cambios en el triunvirato de la CGT-RC: reclamos y licencia
En el último plenario de la delegación local, Ariel Peralta informó que se toma licencia por cuestiones de agenda: el titular de Panaderos también es el secretario de Trabajo de la gestión De Rivas. Desde algunos sectores del sindicalismo local afirman que la decisión fue tomada en medio de cruces por su doble rol.
Por Gabriel Marclé
Tras meses de rumores, en los últimos días se confirmó una noticia que Alfil ya venía anticipando desde fines de 2024: Ariel Peralta, secretario general del gremio de Panaderos, se apartó momentáneamente del triunvirato de la Confederación General del Trabajo (CGT) Regional Río Cuarto. Lo oficializó durante el último plenario local, en medio de especulaciones por la posible incompatibilidad entre su rol sindical y su cargo al frente de la Secretaría de Trabajo del Gobierno de Río Cuarto. En su lugar asumió Sergio Bravo (Camioneros, hasta entonces adjunto), quien acompañará a Ricardo Tosto (Obras Sanitarias) y Julio Chávez (Luz y Fuerza) en el triple comando.
No se trata de una renuncia, sino de una licencia por tiempo indeterminado, motivada “por cuestiones de agenda”, según informaron desde la delegación local de la CGT. En otras palabras, Peralta ya no podía compatibilizar sus múltiples responsabilidades, especialmente por lo exigente de su función como funcionario municipal, cargo para el que fue designado por el intendente Guillermo De Rivas en julio del año pasado.
El dirigente de Panaderos ya le había cedido la cinta de cosecretario general de la CGT-RC a Bravo antes del paro nacional del 10 de abril. La “novedad” radica en lo ocurrido previamente. Según fuentes de la propia CGT, hubo un pedido impulsado por distintos sectores —entre ellos, sindicatos de anclaje nacional como UOM, ATRAAC, ATSA, SIVENDIA, AEFIP, SMATA, APOPS, SADOP y Comercio, entre otros— para que el funcionario municipal se alejara del triunvirato. Luz y Fuerza, e incluso Camioneros (de donde proviene su reemplazante), respaldaron la moción.
La razón era sencilla: Peralta aparecía más vinculado a la gestión municipal que a la central obrera. Si bien no hay tensiones visibles entre el "Mójica" de Guillermo De Rivas y la CGT —de hecho, colaboran estrechamente en la campaña que llevó a la elección del actual intendente—, esta dinámica incomodaba a gremios que exigían “poner a los trabajadores por encima de los dirigentes”.
Eso sí, el paso debía darse con el menor ruido posible. Así se optó por la fórmula de la licencia, tomando como antecedente el caso de Sergio Palazzo y su “pausa” en la CGT tras asumir como diputado nacional. “Si el día de mañana deja de ser funcionario, puede retornar a su lugar”, afirman desde la conducción local. Una salida que no es salida, para cuidar las formas y evitar especulaciones. Difícil.
Antecedentes
Aunque este resonante cambio en la CGT comenzó a tomar fuerza recientemente, dentro del sindicalismo local se hablaba del tema desde hace tiempo. Alfil ya lo había señalado en agosto del año pasado, cuando se mencionaba una “mesa partida” en la conducción regional.
Cuando la gestión de De Rivas cumplía apenas un mes, el Ejecutivo anunció la desvinculación de 48 contratos, lo que provocó fricciones dentro del universo sindical de Río Cuarto, que en su mayoría había apoyado la llegada del Intendente peronista al poder. El pedido del Sindicato de Trabajadores Municipales (STM/SUOEM-RC) para que la CGT se posicionara firmemente en defensa de los despedidos dejó a Peralta en una situación incómoda: debía elegir entre alinearse con los sindicatos o con su jefe político.
Aunque ese episodio se resolvió con gestiones para morigerar el impacto —se revirtieron muchas de las desvinculaciones—, el funcionario quedó golpeado por las críticas, tanto directas como veladas.
“Algunos piensan en su quintita”, disparó Jorgelina Fernández, titular del gremio de municipales, en pleno conflicto. A partir de esa frase, algo cambió en la comunicación entre ciertos gremios y Peralta, a quien comenzaron a acusar de haber elegido el bando de la patronal.
A pesar de estas versiones, desde la conducción actual niegan tensiones y aseguran que la licencia fue una decisión personal del dirigente. No hubo, dicen, reclamos formales de otros sindicatos, y su salida del triunvirato sería solo una postergación.
A poco más de un año de su conformación, el triunvirato de la CGT-RC sigue navegando en aguas agitadas, con tensiones, alianzas y disputas internas. Pero —afirman desde adentro— “unidos por un mismo objetivo: el bienestar de los trabajadores”.
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