Ningún pasatiempo exótico
En una actividad destinada a resguardar el ecosistema del libro, se ofreció una charla de capacitación en el auditorio de la Legislatura provincia sobre Literatura cordobesa Contemporánea, como parte de un ciclo organizado por la Dirección de Asuntos Culturales y Patrimoniales.
J.C. Maraddón
Detrás de cada suceso en el ámbito de la cultura protagonizado por artistas cordobeses, existe una trama de factores que nunca está de más rescatar, porque se tiende a pensar que la eclosión de estas figuras se ha producido por un hecho milagroso, lo que es una manera de invisiblizar las razones verdaderas por las que eso ha sucedido. Además, al desvelar ese contexto, se puede intentar que esos casos aislados se transformen en un colectivo, cuando se empieza a entender que su aparición no sólo responde a la emergencia de talentos individuales, sino también a un trabajo social preexistente.
Para que surja un escritor, antes tiene que haber lectores. Y para eso, también es necesario que se fomente ese hábito de la lectura, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno familiar. Las bibliotecas populares, que contra viento y marea resisten en su empeño, son otro de los sectores involucrados que a lo largo de las décadas ha pregonado la preeminencia de la literatura, a pesar de que todas las tendencias incitan a pensar que las nuevas tecnologías han seducido de tal modo a las mentes juveniles que ya nadie de ese segmento osará echarle una mirada a las páginas impresas.
El ecosistema literario se completa con la formación de los propios autores que, luego de haber caído bajo el embrujo de consumir las creaciones ajenas, se envalentonan y asumen la responsabilidad de producir sus propias obras. Hay allí una sucesión de etapas que van desde los primeros palotes del amateurismo hasta su ingreso al campo profesional, camino en el cual la mayoría de los aspirantes va quedando rezagado, hasta que los menos convencidos abandonan esa vocación y la archivan en el baúl de los recuerdos, mientras que apenas un puñado de ellos llega a cumplir su sueño.
Esos son los marcos que rodean la eclosión de fenómenos como los de, por ejemplo, Camila Sosa Villada o Federico Falco, dos nombres que han encabezado listas nacionales de best sellers y que representan la culminación de una serie de circunstancias a partir de las cuales, tras publicar en el circuito local, consiguieron relevancia a través de sellos asentados en Buenos Aires. No cabe duda del talento que ambos poseen en lo suyo, pero no se puede menospreciar ese fermento en el cual germinó su carrera, periplo que hoy los lleva a habitar el panorama internacional, algo muy poco frecuente para Córdoba.
Sobre estos temas se explayó el miércoles pasado Alejo Carbonell, responsable de la editorial Caballo Negro, en una charla de capacitación que tuvo lugar en el auditorio de la Legislatura provincial, como parte de un ciclo organizado por la Dirección de Asuntos Culturales y Patrimoniales de ese cuerpo. La convocatoria estaba destinada a representantes de bibliotecas y sellos editores, además del público en general vinculado a estas cuestiones y tuvo una excelente respuesta, en la que quienes acudieron al evento, además de escuchar, plantearon sus propias problemáticas y describieron sin eufemismos cómo en el interior del interior sobreviven estos emprendimientos que tan necesarios siguen siendo.
Y es que esa red cultural tejida muchas veces a pulmón, viene a ser la parte sumergida del iceberg, del que solemos observar tan sólo los picos que sobresalen por arriba de la superficie, sin preguntarnos cómo fue que se produjo la gestación de esas plumas que son el orgullo de una provincia tan prolífica en cobijar a escritores de fuste. La iniciativa de la Legislatura, acompañada por Babilonia Literaria, es una oportunidad para que se pongan en valor todos esos esfuerzos, se coordinen sus voluntades y se promueva el indispensable aporte que realizan para que leer no se convierta en un pasatiempo exótico.
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