Cultura Por: J.C. Maraddón13 de junio de 2025

Leyenda de una rítmica implacable

La deejay alemana Ellen Allien, fiel representante de esa música electrónica que empezó a hacerse conocida un cuarto de siglo atrás en las discotecas de Berlín, regresará a Córdoba el próximo domingo para actuar en club Paraguay, después de que han transcurrido 13 años desde su última visita.

J.C. Maraddón

Como una derivación de las experimentaciones del Kraut Rock en Alemania, la música electrónica inició su periplo hacia el presente a través del grupo Kraftwerk, pionero en eso de tocar mediante máquinas, un mecanismo que iba a vencer los prejuicios del ecosistema rockero hasta incorporarse de lleno dentro de la industria. Tenía que ser la sociedad alemana, tan afín al desarrollo tecnológico, la que se encaminara en esa dirección antes que nadie, mientras el rock progresivo copaba los primeros planos con sus puestas en escena descomunales y su propósito de pasar a la posteridad a la par de los genios de la música clásica.

Sin embargo, a comienzos de los ochenta la proeza de Kraftwerk iba a quedar envuelta en la efervescencia de la new wave y el synth pop, que muy pronto tornaron popular el uso de esos artefactos que en la década anterior parecían sacados de una película de ciencia ficción. Desde el universo de la música disco, también se apeló a esos dispositivos para hacer bailar, y aparecieron en Europa grandes productores que los aplicaron con una intención danzante, como por ejemplo sucedió con Giorgio Moroder y su trabajo junto a la cantante estadounidense Donna Summer.

Fue en las discotecas de Chicago donde los deejays empezaron a exprimir esa tecnología de modo directo en las pistas de baile y desde esa ciudad emergió el estilo house que iba a señalar con precisión el destino de la música electrónica. Bastó que ese sonido desembarcara en las playas de Ibiza para que el continente europeo se rindiera ante la embestida de los nuevos divos que, a través de sus consolas, manipularon extractos musicales y dieron origen a un género que muy pronto se impondría en todo el planeta y se extendería hacia otras corrientes mediante fusiones que multiplicaron su influencia.

Esa parábola que se había originado en Alemania, volvió así a ese territorio veinte años después, justo cuando aquel país atravesaba acontecimientos históricos, como la caída del Muro de Berlín y la posterior reunificación, que alimentó una oleada de esperanza en el mañana en una nación que había vivido separada a lo largo de tres décadas. La juventud disfrutó entonces de una primavera cultural en la que la electrónica se constituyó en la banda sonora, con el surgimiento de una camada de deejays que ocupaba las cabinas de clubes nocturnos que florecían por todas partes en el centro y los suburbios.

Berlín, una metrópolis que había sufrido la división en su propio trazado urbano, recuperó su carácter de capital alemana y disfrutó de una reivindicación que se trasladó a lo artístico, donde recobró un merecido protagonismo. Ese renacimiento se plasmó también en la escena electro, donde la tradición techno se hizo valer, a través de grandes figuras de la electrónica que sentaron las bases de una sonoridad propia, reconocible por cualquiera que escuchase bajo una bola de espejos esas obras de rítmica implacable. Nombres destacados del circuito global provienen de ese fermento que se cocinó en discotecas y festivales de la Alemania reunificada.

Una de esas estrellas es Ellen Allien, fiel representante de esa estética germana, que empezó a hacerse conocida un cuarto de siglo atrás y que este domingo regresará a Córdoba para actuar en club Paraguay, después de que han transcurrido 13 años desde su última visita. En carácter de leyenda, ella oficiará de chamana para trasladar al local de barrio Güemes aquel espíritu berlinés que atravesó una edad dorada a comienzos de este siglo, con la evolución musical de una vertiente que había partido desde ese mismo suelo y que se elevaba en un vuelo definitivo por encima de todos los obstáculos.

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